lunes, 27 de mayo de 2013

Separación de funciones no es separación de poderes


Ningún partido pequeño, ni mucho menos uno grande, garantizará nunca ser reflejo de los ciudadanos dentro de un estado de partidos como los de Europa;  aunque podemos hallar honrosas excepciones que se le acercan como en Francia, Inglaterra y Suiza. Si bien el sistema financiero suizo recoge todo el dinero de la corrupción en su banca, su sistema político no es corrupto.
Cuando elegimos a un partido para depositar el voto estamos siempre confiando en su buena fe porque al no tener ningún sustrato civil estarán presentes en las elecciones por otra causa distinta a la que tu depositas el voto; y esa causa es en primer y único lugar los intereses de su propio partido, personificado en el jefe de partido; y de mantener el statu quo del Estado de Partidos. Al elegir una lista muchos votantes se alegran porque les evita el trabajo de elegir y pensar, pero no deja de ser un acto de fe ciega e infantil elegir a un grupo de desconocidos. Al salir ese partido no por motivos racionales sino por motivos sentimentales el resultado es tan brutal que sin la comparsa de los medios de comunicación y su constante martilleo nadie sería ajeno a que el partido o partidos elegidos van a conformar todos los poderes del estado. Hablamos no de España sino de Europa y especialmente el arco Mediterráneo.
Son Estados de Partidos en tanto en cuanto no hay ninguna diferencia sustancial en que el Estado esté formado por un solo partido o por un mosaico de partidos. Ese conjunto de partidos que se reparten el poder es a lo que degenera un sistema totalitario cuando se desintegra si desaparece el dictador sin ser reemplazado por otro dictador. Es decir, el poder de uno se reparte entre varios, y esos varios se constituyen en oligarquías de poder. Digamos que el pastel se trocea entre unos cuantos. Así, un sistema oligárquico es aquel en el que el poder lo disfrutan entre varios y lo mantienen siempre los mismos de generación en generación. Desde luego, el sistema oligárquico controla entonces el poder legislativo (hacer leyes) y el ejecutivo (el estado) sin que exista ningún mediador entre la sociedad civil y el estado. En España, como somos más chulos que nadie, ese dislate lo hemos multiplicado por diecisiete autonomías. Es evidente que la carga resulta insoportable y que el resultado final al que hemos llegado estaba cantado desde el nacimiento de nuestra partidocracia, con o sin crisis. Evidentemente a la exterior hay que sumarle la nuestra, digan lo que digan.
En los estados de partido Europeos existe separación de funciones y no separación de poderes. Ahí radica uno de los primeros juegos malabares de los trileros que pervierten el lenguaje llamándole democracia no a la separación de poderes sino a la de funciones. Nada más evidente: Es como si el árbitro quisiera ser delantero y portero a la vez; así, el presidente de la nación no puede desempeñar la función de juez y de presidente, y el juez tampoco puede llevar la acción administrativa. Cada uno hace su trabajo y el hecho de que sean además forzosamente tres personas distintas quienes desempeñan esas funciones no tiene nada que ver con la división de poderes. Tiene que ver con la inevitable división de funciones. Es una simple cuestión organizativa y operativa del estado al que han llamado democracia.
Colaboran con los partidos sindicatos, medios de comunicación, cátedras y fundaciones, cuya misma estructura vertical y jerarquizada son un reflejo fiel del Estado. Les paga el estado, trabajan para el estado y son corpúsculos del estado, formando parte del mismo. Constituyen todos una unidad de pensamiento o consenso, aunque entre partidos aparenten beligerancia. Todos tiene su actores: unos crean la opinión, otros serán sus correas de trasmisión y el pensamiento crítico y libre brilla por su ausencia... No puede fluir en los ciudadanos si caen en sus redes. Para muestra sirvan los axiomas de la corrección política de una socialdemocracia que ha tapado con su manto el sentido común y la sensatez en toda Europa, y de ahí los problemas comunes, por ejemplo, que está teniendo Europa con una inmigración cuya cultura no ha podido ser absorbida por la nuestra, y la proliferación de ghettos con enormes tensiones sociales. Resulta verdaderamente paradójico que sea precisamente la misma doctrina de la corrección política la que ha impedido la integración de muchos inmigrantes. Como segundo ejemplo veamos los problemas económico y la crisis que ha golpeado de la misma manera en todo el arco Mediterráneo. Algo deben tener en común España, Portugal, Italia, Grecia y Chipre, con la que se atrevieron a montar un corralito. Y lo que tienen en común es que están gobernados por partidos de estado donde se concentra todo el poder sin que exista ningún intermediario con la sociedad civil.  Como siempre, todos los problemas que crean los políticos los sufrimos la sociedad civil y nunca los padecen ellos; enrocados en sus mansiones, sus privilegios, sus guardaespaldas y sus cuentas corrientes: públicas y privadas.
Vicente Jiménez
Bibliografía
A.G.TREVIJANO, Teoría Pura de la República, Ediciones MCRC


jueves, 23 de mayo de 2013

¿ Y ahora a quién votamos ? Menudo lío.


Hay un día en que mira por donde todos los políticos se ponen de acuerdo en algo y te hacen llegar el mismo mensaje... “Hoy toca ir a votar”. Y después en todos los canales de TV las mismas escenas de lugar y hora con los candidatos introduciendo su voto en la urna, acompañado de su cónyuge; aplausos y marea de fotógrafos. Ser reportero ha dejado de ser un acto romántico como nos los pintaron en las viejas películas de cine negro americano. Ese día se olvidan las peleas televisadas: “Aquí lo democrático es que vayáis a votar”.
¿ Y si votas tú ?
Supongamos que seleccionas y metes en un sobre la papeleta esa famosa que te presentan los partidos políticos con sus respectivas listas de candidatos, después del machaqueo del periodo electoral. Tienes muchas donde elegir, y eso te da la sensación de que al escoger una de ellas estás ejerciendo tu consabido “derecho al voto". En ese momento, no se te ocurre que los nombres que te aparecen en ella han sido nombrados a dedo por el jefe de partido junto a  puede que dos o tres personas más de confianza. No han sido seleccionados en una votación llevada a cabo por todos los integrantes de ese partido. Ni siquiera una representación de esos socios ha sido la electora. Y desde luego, lo que nunca, nunca, nunca serán elegidos en una partidocracia es por los votantes. Pero aunque los nombres de la lista los hubiéramos elegido los ciudadanos, seguirían representando no al ciudadano, sino al partido. Por ello, lo de las listas abiertas, podamos elegir nosotros o cambiar el orden, no nos sacaría de la situación, porque ese nombre representarían al partido. Se presenta por el partido, no por nosotros. Representará al partido, no a nosotros. Mal empezamos, pero sigamos.


¿ Os imagináis las luchas intestinas, odios, envidias, corrupción, obediencia ciega al jefe, falta de crítica, traiciones, que el simple deseo de mantenerse en el puesto de poder (estamos hablando de los grandes partidos) con sus privilegios puede comportar un sistema así ? Nombrar a dedo tiene muchos números para que se den casos de nepotismo (metes a la familia), amiguismo, intereses personales, ausencia absoluta de mérito, cleptocracia (meter mano en la caja), carencia de formación de los candidatos y todos los males que después se han vertido en esto que llaman democracia nuestros políticos, catedráticos y medios de comunicación. Y el mal se extiende como una mancha de aceite, porque quienes aparecen en los primeros puestos de las listas saldrán elegidos y serán jefes con mucho poder de otros nombrados también a dedo que a su vez serán jefes de otros... y así la interminable cadena hasta llegar a los últimos pesebristas que perciben las últimas migajas del pastel. 

Nadie podrá negar que nos hallamos ante el manual básico para que se establezca, con muchas papeletas, la corrupción. Y si por desgracia algo empieza funcionando gracias a la corrupción, seguirá de la misma manera. Peor aún, como la manzana podrida pudre a las demás; si otro partido ve que esto al vecino le ha funcionado bien, se plateará ¿por qué yo no? Y también tendrá papeletas para apuntarse al carro. Y si esto pasa, se crea un efecto dominó con los demás partidos, donde se reiterará el proceso. 

Cuando se da un efecto dominó, si una ficha queda en pie es porque ha habido mala planificación o por simple azar, o peor, porque no ha llegado al poder. Así que la excepción confirmaría la regla de la corrupción.

Bueno, pues ya tenemos a los diputados. Como deben obediencia a su amo votarán a su jefe, que así se autoproclama Presidente del Gobierno, olé. Por lo tanto, al presidente no lo han elegido los ciudadanos, sino que él mismo ha elegido a quienes lo tienen que elegir, y en un solo acto y sin votación previa, todo resuelto... surge un ¿Presidente! Pues guste o no, esto es lo que tenemos y todos le llaman democracia y los españoles siguen creyendo que están en democracia.

¿ Y si no metes nada en el sobre y votas ?

Eso es lo que llaman voto en blanco. Si tomas esta opción significa que estás de acuerdo con este sistema oligárquico de partidos en el poder sin freno, pero que no te gusta ninguna de las opciones que te han presentado. Eso sí, si te hubiesen presentado a algún partido a tu gusto los hubiese votado porque estás completamente de acuerdo con este sistema. Votar en blanco es aceptar el sistema igual que si hubieses votado a un partido: estás de acuerdo con lo que hay.

El voto en blanco cuenta en el escrutinio y además en las estadísticas de participación. Estas estadísticas son las que legitiman al gobierno que se forme. Ojo al dato.

Entonces, ¿Qué pasa con el voto en blanco? Al aplicar el sistema D’Hondt, que es el que escogieron para España, los partidos pequeños lo tendrán más crudo para alcanzar el 3% necesario. Pues muy mal.

¿ Y si metes en el sobre cualquier modificación en la papeleta u otro papel ?
Con eso lo que haces es que contabilicen el voto como nulo. No afecta en las cuentas pero si cuenta en la participación. Está claro que has votado y te contarán en el % de votantes.

¿ Y si no vas a votar ?

A no ir a votar se le llama abstención. Eso contabiliza para los políticos y los medios como un accidente debido a un día de playa o pasotas de la política y  vagos si son pocos quienes se abstienen.

En estos momentos, la situación es diferente. No hay nada que aterrorice más a los políticos que verse sin votantes. Si los que se abstuviesen fuesen un 60% no podría evitar el mensaje de que este sistema de partidocracias está acabado... los ciudadanos lo rechazan. Sería un directo tan fuerte al estómago de todos los políticos que los dejaría KO, además de un escándalo internacional. Ahora bien, el peligro de que los oportunistas aprovechen el vacío de poder es también manifiesto. Y no olvidemos que en España tenemos a oportunistas profesionales al acecho: nunca mais, extremas izquierdas o derechas, antisistema...

Las próximas Europeas pueden iniciar el camino de la república constitucional o la monarquía constitucional. Me da igual, mientras la constitución se limite a un reglamento neutrocomo el ajedrez carente de ideologías, que separe poderes y permita no solo la representación de la sociedad civil sino que cualquiera se pueda presentar como diputado de distrito con carácter imperativo, o Presidente de la Nación. Piensen en ello.
Vicente Jiménez



sábado, 18 de mayo de 2013

No es posible la solución en las ideologías ni en los partidos


Los dedos se me van sin querer al teclado del ordenador cuando las ideas me surgen como un acto reflejo ante lo que escucho o leo al azar en un medio cualquiera de comunicación. La pregunta que acaban de soltar me resulta casi capciosa; y digo “casi” porque desconozco si la formulan por ignorancia o por maldad.
¿Ha llegado el momento de los partidos pequeños y decir adiós al PP y PSOE?
Ni se enteran ni quieren admitir que mientras tengamos enquistados a los partidos políticos en el Estado no habrá división de poderes. Eso es precisamente a lo que aspiraban Hitler y Mussolini; y su sueño era además meter a la sociedad civil también de manera que formase parte del Estado, en palabras de A.G Trevijano. Desde que acabó la Segunda Guerra Mundial estamos sufriendo esos entes abstractos que pululan por Europa enquistados en el Estado, máquinas de corrupción en serie. Ya quedamos en que los partidos políticos jamás debían formar parte del Estado:
1ª Condición P∩E= θ siendo P el partido político y E el Estado.
Por lo tanto, aquí sobra plantear que si PP, PSOE, CiU, ERC partidos pequeños, comunistas, extrema derecha, y el que sea. 

En la guerra de Independencia Americana el patriotismo fue un arma nueva que consiguió unir a granjeros, tenderos y toda una población en defensa de la libertad contra las tropelías de los políticos ingleses. Abatieron al ejército más poderoso del momento... En nuestro caso, esa unión patriótica surgida para los americanos ante la amenaza de un ejército exterior podría inspirarnos para la posibilidad de unirnos ante otra amenaza tan destructiva como la de la crisis financiera; y el reino de la impunidad aliado a la corrupción. La sociedad civil debe despertar y salir de ese estado de desconocimiento y letargo donde el poder la tiene encorsetada y engañada. No existe solución en las ideologías ni en los partidos: no la hay ni la habrá nunca; ni tampoco surgirá nada bueno para nosotros de ninguno de las dos. Cada vez que alguien dice “estamos en una democracia” alimenta al monstruo. No lo estamos. No estamos en una democracia: estamos en una partidocracia.
El ciudadano medio debe tomar conciencia de la existencia y posibilidad de aplicar unas nuevas reglas de juego que desconoce, y que sí constituirían una verdadera democracia. Este reglamento es muy sencillo y ha de ser difundido por todos nosotros, porque el sistema de partidos nunca actuará en contra de ellos mismos y no lo difundirá,
No podemos hacer nada … ellos (el poder) harán lo quieran.
Sería un grave error y nuestra cadena perpetua confundir desconfianza hacia los políticos con desconfianza hacia la política; todo lo contrario, debemos tomar las riendas. Es cierto que carecemos de representación desde el momento en que nos colaron el sistema proporcional. Para empeorar las cosas, las listas cerradas las propone el jefe de partido y las listas abiertas tampoco ofrecerían ninguna solución, el mandato imperativo lo ejerce el jefe del partido político y no el votante... y el cinismo general practicado por los Estados de Partidos es todo lo contrario al reglamento de cualquier democracia; en consecuencia, las normas de juego precisamente es lo que hay que cambiar: unas normas de juego muy sencillas y claras que basan su unidad en el colegio electoral, no en el partido político, cuya función no es obligatoria aunque si puede ser útil por motivos organizativos. Este criterio cambia totalmente el paisaje político: de estar encorsetados por el poder nos encontraríamos con el derecho de votar a un diputado de distrito uninominal, con carácter imperativo. Es decir, uno cada cien mil votantes, y este diputado ha de cumplir con aquello para lo que fue elegido. Si los votante lo hubieran elegido porque no hubiésemos querido entrar en el Euro, entonces estaría obligado por mandato de sus votantes a votar NO al Euro. De esta forma son los ciudadanos los que controlan al diputado, que en caso de salirse de la raya puede ser sustituido por esos mismos ciudadanos. La función de nuestros representantes sería la de proponer las leyes (no la de legislar) y estas leyes irían a una cámara legislativa. Esa cámara sería la que tendría que traducir la ley para que apareciese (con el Visto Bueno de los diputados) en el Boletín Oficial de la Nación. A partir de ahí, la ley tiene ya carácter coercitivo y la hemos de cumplir todos; no unos sí y otros no. Esa sería la forma de separar el poder legislativo del poder ejecutivo. Esa sería la forma de resolver los problemas de las preferentes, de la sanidad, de la educación, de todas aquellas cosas que tienen tan cabreados a los ciudadanos y por las que muchos están en paro y condenados a la indigencia. Además, acabaríamos con la casta de políticos profesionales porque se pondría presentar cualquiera, y no los enchufados de los que confeccionan las listas. Y evidentemente pondríamos a gente competente porque no la elegirían los partidos, nosotros seríamos lo electores.
El pueblo está preparado para algo así aunque haya quienes se empeñen en lo contrario: sabrá lo que es cuando lo sea, como decía Lincoln. También es cierto que es completamente ignorante y ajeno a este concepto de democracia; y puesto que los medios no lo van a difundir, tendremos que hacerlo nosotros.
Y ¿cómo lo conseguimos?
Solo mediante una enorme y masiva presión social donde dejásemos de lado cuestiones de ideologías, de partidos y de cualquier otra cosa que desviara nuestra atención de que lo que queremos son unas normas de juego nuevas; nada de renovadas, regeneradas ni tonterías.
Aunque los políticos no nos respetan para nada haciendo la petición reglamentaria, pero también pidiendo el apoyo de EEUU y Bruselas; ya que a ellos sí que les tienen miedo y los respetan.
¿Y las ideologías?
Las ideologías son para cuando tengamos las normas de juego verdaderamente democráticas; no olvidemos que estamos hablando de un reglamento bastante sencillo. Es como el reglamento del ajedrez. Ya está inventado y no podemos decir que esto es mas ajedrecista que aquello. Pues tampoco que esto es mas democrático que aquello. O es o no es ajedrez. O es o no es democracia.
Una vez tengamos la norma, ya iremos aplicando. Seguramente, como las ideas partirán del pueblo y el pueblo no es tonto se irán a parar a sistemas eclécticos donde avanzaremos aprendiendo y haciendo camino con lo mejor de cada casa. De ahí iremos resolviendo los problemas que tenemos actualmente (olvidad que  los políticos profesionales nos vayan a solucionar nada) y mejorando para no caer en errores pasados. La imaginación y la creatividad al poder... todo depende de tener la herramienta adecuada, nada más.
Vicente Jiménez

Bibliografía
A.G.TREVIJANO, Teoría Pura de la República, Ediciones MCRC

martes, 14 de mayo de 2013

Todos cortados por el mismo patrón


Con excepción de Suiza y los países anglosajones, ocurre que ningún político se ha planteado jamás cómo es posible que nuestros sistemas de gobierno europeos estén tan alejados de una democracia liberal como la de EEUU, y cortados casi todos por el mismo patrón.
Algo debió de pasar en Europa para que en todos sus países campen las diputaciones sin mandato imperativo, parlamentos sin separación de poderes, dictaduras centralistas o intervencionismos jacobinos.
Los padres de EEUU se dieron cuenta, en seguida, de nuestras debilidades como humanos. De ahí que establecieron que las formas de gobierno no pudiesen depender jamás del buenismo, que es lo que afirmó perversamente el estado socialista anterior. Ni los gobernados son ángeles celestiales, ni los gobernantes son virtuosos niños de teta. Aquel que tiene la sartén por el mango acaba dominando siempre la situación abusando de su poderi. Por eso, los padres de la patria en EEUU procuraron un sistema mecánico de ejercer y controlar el poder: mediante una ingeniería perfecta, pusieron en el poder un sistema eficaz de pesos y contrapesos, de palancas y de frenos; tiraron a la basura una constitución, lo cual dejaría más tarde pasmados a los revolucionarios franceses, y finalmente fueron añadiendo una serie de enmiendas a la que finalmente adoptaron. Eso sí, jugaron con dos ventajas que no tuvimos en Europa. Los ilustrados que forjaron la constitución de los Estados Unidos no fueron traidores a sus ideas y tampoco tuvieron que cuadrar el círculo intentando mantener una monarquía.
En Europa, en cambio, no somos hijos de la Revolución de Independencia Americana, somos bastardos de la Revolución Francesa... Y aquella revolución no tuvo las cosas claras de a dónde iban, y por y para qué iban haciendo las cosas, como sus primos los americanos. Inicialmente tampoco se planteó como una revolución. Lo que querían los representantes de Versalles era cambiar la monarquía absoluta por una monarquía relativa: se trataba de que el pueblo votase las leyes y el poder ejecutivo fuese para el rey. En este estado de tensión se dieron una serie de sucesos no planificados que después el mito idealizó como revolución. Pero mito y realidad nunca han confluido. Imaginad la escena: la economía en Francia inmersa en una crisis general provoca la convocatoria de los Estados Generales, y el timorato rey de Francia pide ayuda a los ejércitos extranjeros de Alemania y Suiza para controlar al pueblo. Necker, el genial banquero Suizo ministro de finanzas; honrado y extremadamente inteligente es expulsado cuando precisamente había podido solucionar el tema de las finanzas públicas (presupuestos del Estado); y fue el rey quien lo echó. Su expulsión significó el pistoletazo de salida para todo lo que iba a venir después. El pobre ex ministro Necker jamás comprendió, en toda su vida, el motivo de su expulsión; y así lo expresa en sus memorias. Pero no advirtió jamás, a pesar de ser tan inteligente, que precisamente había sido expulsado por dar con la solución . Lo que el rey quería, y no digamos la reina (extrema derecha) y los arzobispos y obispos era machacar al pueblo.
Cuando la gente de París supo lo de la expulsión de Necker, la noticia corrió como la pólvora y ésta llegó no a París, sino hasta el último rincón de Francia en el tiempo récord de tres días; y como consecuencia, los parisinos daban como inminente una invasión por parte de los ejércitos extranjeros alemán y suizo, aliados del rey de Francia, y que ya estaban preparados en las fronteras. Unos tres mil parisinos, aterrados porque ya se veían pasados a cuchillo, fueron al Hospital de los Inválidos a apropiarse de armas con qué defenderse. La guardia de los Inválidos les entregó las armas sin resistencia, pero resultó que allí no había pólvora. Alguien se acordó de que entre los Inválidos y el Ayuntamiento estaba la Bastilla, y un grupo de unos trescientos se dirigió allí a por la pólvora. En esto, llega también a la Bastilla un regimiento con intención de ayudar al grupo de la pólvora. En una estúpida confusión el regimiento es tomado por el enemigo y se lía una escaramuza entre ambos bandos. Tras la escaramuza es cuando se produce el asalto a la Bastilla. Toman lo que necesitan, liberan a tres cautivos que estaban allí de tránsito, los únicos, y se llevan prisionero al gobernador de la prisión, junto con la pólvora, para regresar al Ayuntamiento y reunirse con los que tenían las armas. Por el camino, la comitiva es asaltada por un grupo de criminales harapientos y de la peor calaña de París. Pese a los esfuerzos de la comitiva, le cortan la cabeza al pobre prisionero y se la llevan insertada en una pica paseándola por París. Hicieron lo mismo con el intendente del ayuntamiento. Estos horribles crímenes serían luego sacralizados en vez de castigados. Ya partimos con la primera corrupción de la Revolución Francesa de las muchas que se darían cuando la Diputación, el Rey, y el Obispo de París ofrecen un Te Deum en acción de gracias por la toma de la Bastilla y los sucesos que habían acaecido, crímenes incluidos: así se institucionalizó y legalizó, por primera vez, el crimen de estado.  La clave del tránsito entre la toma de la Bastilla y el Te Deum, en paz y compaña, recae sobre los hombros de un personaje ii
sin escrúpulos y corrupto, que narcotizó a los Parisinos con sus discursos. Ahí tuvimos a un pueblo adormilado con la retórica incomparable de un genio del mal, de un verdadero bellaco: Los diputados ...

“juzgan sanamente los objetos y no son engañados por las apariencias. Donde los representantes de la nación no han visto más que un error de la autoridad (el golpe feudal de 23 de junio), el pueblo ha creído ver una decisión formal de atacar sus derechos y sus posesiones. ¿Han visto en las miradas mismas del rey, han sentido en el acento de su discurso cómo este acto de rigor y de violencia hacía sufrir a su corazón? ¿Han juzgado por sus propios ojos que él es él cuando quiere el bien, él mismo cuando invita a los representantes de su pueblo a fijar una manera de ser equitativamente gobernados, y que cede a impresiones ajenas cuando restringe la generosidad de su corazón, cuando retiene los movimientos de su justicia natural? Es un deber sagrado para los diputados invitar a sus electores a descansar enteramente sobre ellos el cuidado de sostener sus intereses haciéndoles ver que, lejos de haber alguna razón de desesperar, jamás su confianza ha estado mejor fundada. La tranquilidad de la Asamblea devendrá poco a poco la tranquilidad de Francia”.
Es decir, confiad en vuestros diputados, que les asiste el Espíritu Santo y no se pueden equivocar nunca, no arméis jaleo y conformaos con lo que hay. Al fin y al cabo, cuando el rey os tiene que matar, el pobrecillo sufre mucho por vosotros; pero comprended que os tiene que matar por vuestro bien.
Si las democracias Europeas tomaron como modelo a la Revolución Francesa, como así fue, no es de extrañar que los discursos de Mirabeu asomen la cara, de vez en cuando, por las partidocracias europeas; y no tengamos nada que ver con la pureza del desarrollo republicano de EEUU

Es que si os fijáis nos están diciendo las mismas cosas, están utilizando el mismo tipo de retórica: si hay recortes a mi me duele mucho; ¿no veis cómo sufro? Pero os recorto, yo no tengo la culpa... sea nuestro presidente, sea Merkel o el Fondo Europeo. Mientras, por ejemplo, a los pobres Chipriotas les congelan las cuentas en un corralito, pero los mandatarios lloran y lloran. Sois inmaduros como niños y me duele más que a vosotros, pero os tengo que castigar. Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades.
También es evidente, que en nuestro caso, hubiera sido lo lógico ante una catástrofe nacional sin precedentes como la que dejó de herencia política, económica y moral el gobierno socialista anterior, que se hubiera recortado lo que es verdaderamente superfluo: las autonomías, sus diecisiete presidentes, secretarios, subsecretarios, coches oficiales, enchufados palaciegos, etc; que representan el gasto nacional multiplicado por diecisiete y un derroche insoportable para los contribuyentes. Hemos de sufragar la inmensamente despilfarradora casta parasitaria con restricciones cero, para ellos, y sueldos de ensueño. Es más: han aumentado el gasto y el número de enchufados. Y así, mientras, os tienen que matar de hambre y ellos lloran... y los sindicatos también lloran, porque forman parte del mismo sistema de llorones; y la patronal es el convidado de piuedra Eso sí, nada mejor que quitarse las penas en una mariscada mientras ven pasar una interminable procesión a Cáritas y los comedores sociales. Pero pase lo que pase, estad tranquilos; que vuestros diputados velan por vosotros y sufren cuando les obligáis a tomar decisiones.

No, no son las personas las responsables. Como ya comenté al principio no tienen por qué ser ángeles. Nunca ha habido un humanismo monárquico; y ni los gobernados son niños inocentes de teta ni los gobernantes seres puros angelicales. Estas tesis de democracias basadas en oligarquías de partidos no se sostienen como democracias; y lo que falla no solo en España, sino en Europa es estar basado en oligarquías de poder sin control: el ejecutivo y el legislativo no pueden andar de la mano si hablamos de democracia. Falta una conciencia ciudadana que de una vez por todas, se dé cuenta que el problema no es la sanidad, ni la educación, ni la reforma laboral. Todo ello es consecuencia de un sistema oligárquico de poder... digamos que son nada más que síntomas de la enfermedad: pero aunque acabemos con unos síntomas, la enfermedad seguirá minando nuestra salud; y aparecerán otros síntomas... Aunque las manifestaciones y protestas populares logren una sanidad estupenda y una ley laboral envidiable gracias a una inmensa presión social, el mal; el verdadero mal, seguirá carcomiendo las entrañas de la nación. El día en que toda esa fuerza ciudadana se dirija a pedir el cambio de la ley electoral y un periodo constituyente que imponga las normas del juego verdaderamente republicano-democraticas, y acabe con la oligarquía de partidos poniendo pesos y contrapesos al poder; ese día empezaremos algo bueno que dejar de herencia a nuestros hijos y nietos, en vez de miseria, indigencia y corrupción.
Vicente Jiménez


i En estas tierras ricas en cultura gastronómica, el buen yantar son parte tan sustancial que se recogen en los refranes populares: también puede usarse la expresión “Es el que corta el bacalao”
ii A.G.TREVIJANO, Teoría Pura de la República, Ediciones MCRC, Libro Primero, pág 60
GODECHOT, JACQUES; Las revoluciones. 1770-1799; LABOR; 1981


domingo, 5 de mayo de 2013

El día que las mujeres pasaron a la acción


Seguimos con más de lo mismo. Trápalas, ideólogos, doctrinarios y otras hierbas. Hoy he escuchado atentamente en uno de tantos programas debate desinformativos de esos que tan de moda se han puesto (ahora todos quieren inculcarnos cultura política) a un populista afirmando un montón de verdades como templos en TV. Era el prócer la sensatez y el sentido común personificado, y cualquiera podría caer prendado ante el dulce canto de unas verdades tan evidentes; como Doña Inés hizo a los pies de su donjuanesco seductor cuando le regaló el oído con las prendas que ella quería escuchar.

Las mujeres inventaron las manifestaciones
No es difícil acceder a lo que los ciudadanos quieren escuchar y seducirlos: sólo es necesario aplicar un poco de sensatez, psicología barata y sentido común; y si se quiere, utilizar material de campo de primera mano. Menos complicado para un populista sería recoger esa información bebiendo en las mismas fuentes grabadora en mano: Los mercados, las panaderías, las pescaderías y las tiendas serían, sin lugar a dudas, los mejores sitios para recabar información sobre lo que el pueblo quiere. De ahí viene el típico paseíto del político de turno, por el consabido mercado, hablando con las parientas y las pescaderas fingiendo interesarse por la la cesta de la compra en épocas de elecciones: una clara demostración de cara a la galería consistente en mezclarse con el pueblo en el lugar adecuado, hacerse la foto y recoger sus votos. Claro, que ahora deberían darse prisa en cazar una foto en el mercado porque las paradas están cada vez más vacías y dentro de poco no va a quedar nadie con quien retratarse; algo, que si los de la oposición son mínimamente inteligentes también pueden aprovechar para practicar un poco de demagogia en su campaña electoral. Sólo con limitarse a sacar una foto con el móvil, y comentar la imagen de por qué la parada del pescado está tan vacía sin nadie comprando, por ejemplo. O quizá lo propio sería presentarse en las colas de Cáritas y del paro a recoger opiniones, que es donde está la gente sufriendo. Aunque claro, vista la situación puede incluso ser un deporte de riesgo aparecer por esos lugares para la especie política. Será por eso que jamás hemos visto a ninguno de ellos en una cola del INEM.

En fin, en la plaza de abastecimiento es donde suelen ( o solían) estar las mujeres, realizando el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, para aprovisionar la mesa de los suyos; allí es donde ellas hablan no de lo divino y lo humano, sino de lo concreto y lo real. De la supervivencia del día a día, que es lo importante; y lo que ningún político ni se imagina. Las plazas son lugares de ideas revolucionarias, y para muestra un botón: no olvidemos que las mujeres de París partieron muy cabreadas de un mercado en gran multitud y son las que inventaron esas marchas en columna que tan de moda están ahora y se llaman “manifas”. Hasta entonces, los hombres, cuando querían hacer la revolución se dedicaban a enrocarse en las barricadas, pero las mujeres pasaron de esas barricadas y no permitieron que sus hombres fuesen con ellas, para rabieta y oprobio de ellos, que se quedaron con los niños en brazo sin saber qué hacer. Es que estoy viendo las caras que se les debió quedar, a ellos. Son, en fin, esas mujeres de París cabreadas (por eso, los hombres no se atrevieron ni a rechistar) las que hartas de que sus hombres no hicieran nada y solo se dedicaran a hablar, y de que el rey Luis XVI tampoco hiciese nada y sólo se dedicara a hablar, ni la Convención hiciese nada y sólo se dedicara a hablar, ni nadie les arreglase los problemas de falta de abastecimiento de pan y alimentos, las que partiendo del gran mercado de París, y sin líderes ni nada y sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, tuvieron los redaños de ir en una multitudinaria columna, por primera vez en la historia, al mismísimo Palacio de Versalles; entrar hasta la cámara de la reina María Antonieta, coger a S.M por las orejas y obligar a toda la familia real a ir a vivir a las Tullerías, en plena etapa de gestación de la Revolución Francesa. Aquellas mujeres actuaron con una inocencia conmovedora porque el gran hambre que azotaba despiadadamente París, y a falta de pan, creyeron que si al panadero del Rey Luís XVI se lo llevaban junto a la familia Real a las Tullerías, habría pan para sus humildes mesas también; que es lo que a ellas les preocupaba. Ese sí fue un escrache, como dice ahora la socialdemocracia en connivencia con los medios:  no es que acosaran al Rey, no; es que se lo llevaron sí o sí junto a su familia desde Versalles a París. Y allí cerquita y controlados les obligaron a permanecer  para gozo de algunos y susto de muchos en la Convención. Claro, que sin quererlo, las mujeres consiguieron también que la Corte en pleno, con gran canguelo, huyeran como conejos a esconderse y dejara al pobre rey más solo que la una. Cuanto más lejos de donde estaba la revolución y esas mujeres tan revoltosas, mejor.

Volvamos a lo nuestro, estábamos recogiendo datos en la plaza de abastos o mercado o como lo llaméis, según la parte de España en la que viváis y después nos pasamos por los bares: otro buen lugar donde el demagogo podría recoger material de campo sobre qué le gustaría escuchar al pueblo. Ahí encontrará a los hombres, bueno... digamos que los bares están ahora tan vacíos como las tiendas en este país fantasma.

Es evidente que el demagogo no tendría problemas para difundir al pueblo, a gran escala, todo esa información; y además ésta sería verídica. Los serviles medios de comunicación los tendrán día sí, día también en sus pantallas y ondas en horas de mayor audiencia. Y otra cosa no serán, pero a prestidigitadores en el arte de la seducción de masas y hacernos llegar al oído lo que queremos escuchar, no les gana nadie... ¡Qué bien habla fulanito! ¡Hay que ver lo que nos dice menganito, ese sí que habla alto y claro! Pero habréis de reconocer que esos comentarios iniciales acaban siempre, pasadas las elecciones, con un: "son todos iguales... nunca dicen la verdad", etc, por parte nuestra. En fin, que ya nos la han colado otra vez. Y así llevamos 34 años; como quien dice nada.

¡Hombre! Me diréis. Tú lo que vas es de listo. ¿En qué te basas para decir que alguien es un demagogo? ¿Cómo lo has reconocido? Si fulanito dice verdades como soles.

En primer lugar, el tal fulanito no se sale jamás del guión principal que hemos escuchado durante estos últimos 34 años. El guión es que vivimos en una democracia y lo que hay que hacer es cambiar cosas en ella ¿Os fijáis? Cambiar cosas dentro de la democracia en la que vivimos. Pero, ¿qué es democracia para esa gente? Aceptan que estamos viviendo en una democracia y jamas se les ocurrirá mencionar nada acerca de lo que estamos es viviendo en una oligarquía de partidos. Esa es la única cuestión: la empezaron  y la siguen llamando democracia. He ahí el gran engaño. También está el falso ideólogo que nos puede venir por el otro extremo haciéndonos creer que hay mucha corrupción porque no se utilizan sistemas asamblearios. A estos demagogos de mentes ilusas e infantiles hay que explicarles algo sobre la ley de Hierro de los partidos políticos, un principio universal según el cual no puede existir un partido sin una oligarquía administrativa que lo lidere: dentro de un partido de masas no puede  haber democracia, en uno pequeño que no cuenta para nada sí puede haberla; pero al hacerse grande ya resulta imposible.

Y así, aceptando esta oligarquía y llamándola democracia el populista nos intentará convencer de que el partido contrario lo hace mal y hay que hacer las cosas de otra manera: No gastar tanto en esto o en lo otro, gastar más en sanidad, educación y afirmarán lo inimaginable; como lo que he llegado a escuchar hoy: a uno diciendo que los políticos no tiene por qué cobrar nada, y que tampoco necesitan gastar en asesores al disponer de toda una estructura de expertos funcionarios en el poder ejecutivo que les hace el trabajo burocrático ¿Os fijáis en el canto de sirena? Que los políticos no cobren. En cambio, yo me conformaría en primer lugar y lo más importante con que nuestros representantes fuesen representantes nuestros, que ni eso (representan a su partido y sirven a su jefe de partido). Me conformaría con que propusieran las leyes, pero no legislaran. El poder coercitivo de las leyes debería residir en una Cámara Legislativa, nunca debería partir, como ahora, del Congreso de Diputados, cuya función debería limitarse a proponer leyes; y que después de idas y vueltas de esa ley entre una cámara y la otra al final la Legislativa la aprobara y la ley saliese reflejada en un Boletín Oficial de la Nación. Me conformaría con que nos dijesen que el Estado no puede legislar, como ocurre ahora; por eso no puede haber nunca un Boletín Oficial del Estado. ¿Cómo va el Estado a legislar? Eso es un disparate. Eso es lo que hacía Franco. Eso es poner al zorro a vigilar a las gallinas. En fin: reconozco al populista no por lo que dice, sino por lo que no dice. Es así de simple: los reconoceremos por lo que no nos dicen.
Vicente Jiménez

La parte histórica ha sido obtenida de programas de radio de RLC http://www.diariorc.com/