sábado, 21 de febrero de 2015

Papel del gobierno, de los funcionarios y los legisladores.


 
Fuente http://www.diariorc.com/

¿Os imagináis un partido de fútbol donde el reglamento no estuviese claro? Imaginad las infinitas tensiones si el árbitro o el delantero mezclaran sus funciones con las del portero en una final. Eso es lo que ocurre en la política.

Alfonso Guerra dijo con todo el cinismo que Montesquieu había muerto cuando en realidad jamás vivió entre nosotros, por lo tanto jamás tuvo la oportunidad de morir en España cuando ni siquiera había pasado por aquí. Pero nos robaron la ocasión de haberle invitado a morar entre nosotros durante la transición, que habría sido el momento apropiado. Quien tuvo la genialidad de inventar la separación de poderes para que el poder ejecutivo controlase al legislativo casi en un sistema mecánico de pesos y contrapesos en el uso del poder puso coto a la corrupción al evitar el abuso del poderosos. Su obra El Espíritu de la Leyes ofrece el marco de referencia casi de mecánica newtoniana de cómo separar los poderes.

Cada poder tiene su función. Si no hay separación de poderes no hay separación de funciones y cuando unas funciones se mezclan con las otras entonces surge un sistema preparado por la corrupción para perpetuar la corrupción. Eso es lo que nos ocurrió durante la transición: que nos la colaron doblada.

Cabría preguntarse si es que fuimos tontos ¡Qué va! Eramos un país narcotizado sin cultura política que intentaba salir de un régimen dictatorial donde estábamos acostumbrados a decir amen a todo y la población tenía la misma cultura política que ahora: es decir, ninguna. Recordemos el eslogan Franco 25 años de Paz donde todos los españoles votaron SÍ a Franco, puede que eso no lo sepáis. Así que en la transición dijimos que sí a lo que nos pusieron por delante, como siempre habíamos hecho. Lo de la resistencia a Franco de la población es un mito que se han inventado para tapar la continuidad de un sistema de oligarcas, pero esta vez con el añadido de una inmensa corrupción financiera. Me río de todos esos que dicen haber luchado contra Franco: con tanta gente en contra lo habrían derrocado de ser cierto.

Quienes inventaron nuestro presente estado de partidos, que no democracia, sí sabían lo que hacían y se sacaron y repartieron autonomías de la manga para regalar cargos y funciones a tutiplen, tantos como quisieran y colocar a los suyos: la mediocridad y falta de valores al poder. Lo que surgió funciona gracias a la corrupción y ningún partido nuevo o viejo todavía quiere ser consciente del alcance del drama que origina el sistema que aceptan ciegamente por ignorancia los bienintencionados y por corruptos los que se aprovechan. Aquellos políticos cuyas intenciones son buenas confunden la política con la democracia: es decir, el juego con el reglamento que debe tener todo juego. Si el motor del coche no funciona no vas a ninguna parte por muy buenas intenciones que tengas. Sin reglamento no hay fútbol. Sin una constitución que sirva exclusivamente para reglamentar la separación de poderes no hay democracia.

Es imperativo que los españoles ( y casi toda Europa) sean conscientes de ciertas realidades desconocidas para la gran mayoría a causa de la gran desinformación a la que la masa es sometida por parte de los medios de comunicación también por ignorancia o conveniencia:

Primero que el Estado lo forman los funcionarios y el gobierno. El gobierno está para salvar al pueblo de las crisis y de cualquier peligro inesperado que surja: de lo imprevisto. El gobierno tiene que saber tomar decisiones difíciles sobre la marcha según sea el peligro que nos amenaza. En cambio, los funcionarios están para hacer funcionar todo aquello que ya está previsto y reglamentado: desde que te detenga la policía si eres un delincuente hasta que sigas el circuito previsto de análisis de sangre y un tac hasta llegar al médico o el colegio al que le toca ir a tu hijo. Unos para lo imprevisto, otros para lo que ya está previsto. Pero lo que hay que exigir es que gobierno y funcionarios cumplan nada más que sus funciones. Por lo tanto, si seguimos las pautas o reglamento de separación de poderes lo que no puede hacer nunca el gobierno o un funcionario es legislar.

El reglamento (democracia) de la separación de poderes exige que el presidente del gobierno y los ministros debieran tener prohibida la entrada al Congreso ya que al no poder legislar allí no pintan nada. La presencia de un miembro del gobierno o del presidente en el Congreso de Diputados es un anacronismo. Es como si apareciese para legislar en ese lugar un domador de leones, un payaso o un árbitro de fútbol sin haber sido elegidos.

La Nación si debe legislar pero nunca gobernar porque también estaríamos mezclando funciones y tampoco sería democracia. Ese disparate que dicen algunos de gobernar mediante asambleas es una  necedad y una gran mentira porque ese sistema no sirve para un gran Estado moderno ¿Cuarenta y dos millones de persona poniéndose de acuerdo a la vez para tomar una determinación rápida sobre un problema urgente que ha salido? Pura charlatanería como Cantinflas, pero sin la enorme inteligencia del gran actor humorista.

Con la representación surgida del distrito electoral el ciudadano sí tiene el control de la legislación. Pero incluso así, no se le puede dar a todos esos representantes de distrito (uno por distrito electoral) el inmenso poder de promulgar leyes y darles carácter coercitivo. El representante de distrito (Cámara de Representantes) propone las leyes según ordenes de sus electores (de ahí el mandato imperativo) y otra cámara surgida de la primera  votados sus componentes y escogidos entre los que mayor conocimientos jurídicos, etc, tengan: pasan al Consejo de Legislación. El Consejo de Legislación recibe las propuestas y se produce el milagro cuando todo está bien atado: la transmutación de agua en vino donde una propuesta de un grupo de ciudadanos recogida por parte del representante de un distrito pasa por un circuito democrático y se convierte en Ley. Esa ley se publica en el boletín oficial de la Nación, ya que el Consejo de Legislación representa a la Nación mientras que La Cámara de Representantes representa a los ciudadanos. La sabiduría popular lo resume en cada mochuelo a su olivo: cada uno a su casa, o en nuestro caso, cada función a quien le toca realizarla y no mezclemos funciones ni poderes.

Vicente Jiménez