Los hombres de nuestros días tienen más elementos de juicio y
visión científica que los de hace, digamos, dos siglos para
establecer una democracia. Toda democracia requiere que los poderes
legislativo y ejecutivo estén no solo separados sino enfrentados y
vigilándose entre sí. También es posible buscar métodos para que
el deseo del pueblo sea obligatoriamente recogido por los
legisladores de forma que la sociedad civil esté representada; es
decir, que el legislador esté presente físicamente por ese
ciudadano y no haga lo que le dé la gana sino lo que el ciudadano
quiere. Por otra parte, tenemos el poder judicial que políticamente
es casi nulo: todo tal como apuntaba Montesquieu. Esas son las reglas
de la democracia formal con las que queremos jugar: reglas ocultadas
por los medios a los ciudadanos de Europa. Esas normas no son
ideológicas sino que su finalidad es alcanzar la mayor felicidad
posible para la mayor cantidad de ciudadanos posibles.
Las normas de la democracia formal permiten objetivos prácticos y no
quimeras. Es que a la que el ciudadano vea que la ha pifiado no
volverá a proponer lo que sea que haya propuesto: tendrá más
cuidado con los deseos porque los deseos se consiguen. Así, en una democracia formal todos vamos aprendiendo poco
a poco sobre lo que deseamos y el precio a pagar por los mismos, porque es que lo consigues y puedes
salir trasquilado. Esa es una responsabilidad con la que tendremos
que lidiar y de ahí el miedo a la libertad: sanidad para todo el que llegue de fuera y por la
cara..., por ejemplo. Bueno..., vale; pero luego al pagar la factura
de otro no te quejes...
Las quimeras quedan para las ideologías. Un pobre idealista está
condenado de antemano a arrastrar una vida de frustración: toda una
cadena perpetua sin permisos domiciliarios. El motivo es evidente;
las ideologías no dejan de ser utopías: es decir, lugares que no
existen en este universo. Las ideologías no se pueden alcanzar nunca
y el idealista anda siempre cabreado...
A pesar de la coincidencia con la idea del ciudadano perfecto gracias
a la ciudad perfecta de la República de Platón, fue Santo Tomás
Moro quien planteó, por primera vez, el concepto de u-topos,
es decir; en ningún lugar. El autor de Utopía, Tomás Moro,
fue ministro del rey Enrique VIII de Inglaterra y ejecutado por este
soberano al no doblegarse ante los deseos del monarca que ordenó la
escisión con la Iglesia Católica. Enrique impulsó una reforma
religiosa para dar vía libre a sus apetitos carnales y de poder (ver
1ª temporada Los Tudor, serie de TV).
El rey Enrique pasó de ser nombrado Defensor de la Fe Católica
por el Papa León X (1521) a quedar excomulgado y considerado hereje
por el Papa Pablo III, al nombrarse a sí mismo Jefe Supremo de la
Iglesia Anglicana y romper con Roma. Tomás Moro no aceptó el
cambio de fe que su monarca le imponía y fue ejecutado por ello; y
más tarde, santificado por el sacrificio que hizo por su fe.
Lo que intenta describir Tomas Moro en su Utopía es la ciudad y la
sociedad perfecta. Una novelita escrita en latín (la lengua franca
del s XVI) que empieza en forma epistolar intercambiando correspondencia con un tal Giles. Giles y
More son personajes reales que entran dentro de la trama novelesca a
través de las cartas que se intercambian y donde se nombra, como si
fuese real, al personaje ficticio de Hythloday. Hythloday guía a
Moro en su viaje turístico por la isla de Utopía. El mismo nombre
de Hythloday significa vendedor de cuentos sin sentido.
Hythloday le trae buenas noticias a Moro sobre una isla donde existe
una sociedad ideal que es la que se describe en Utopía. Aunque el
nombre de la isla no existe y el lugar mucho menos (Utopia=ningún
lugar), Hythloday es muy dogmático en sus opiniones: pasa del
sentido común al ridículo con una facilidad sorprendente y todo lo
de Utopía le parece bien; esté cargado de sentido común o sea el
más completo de los disparates, que de todo hay. Incluso hay
ocasiones en las que se contradice. Juzguen Vds. con este pequeño extracto:
La Ciudad se compone de familias basadas en el
parentesco. Las mujeres, al casarse, van a la casa de sus maridos,
formando parte de la nueva familia. Los hijos y los nietos varones
viven en la familia bajo el gobierno y la obediencia del más
anciano, y cuando la edad y los achaques lo exigen, le sucede el que
le sigue en edad.
Para que no falte población en la Ciudad, y para que no
aumente en demasía, tienen ordenado que ninguna de las 6.000
familias que integran la Ciudad pueda sustentar menos de diez menores
ni más de 16. En cuanto a los adultos no hay ningún tope
determinado.
Esto se logra pasando los niños que sobran de una
familia a otra que les falten, para formar su cómputo. Si alguna vez
se multiplican más de lo determinado y justo, con los que sobran se
compensan las zonas despobladas de otras ciudades. Si en algún caso
en toda la isla hay excesiva muchedumbre de moradores, hacen un
padrón y en el continente fundan colonias sujetas a sus mismas
leyes, convidando a los naturales de aquella tierra a que vivan en su
compañía, si tienen gusto en ello Extracto de Utopía
Tras estas pinceladas sobre el concepto de utopía, podemos
contraponer las visiones de Hythloday a la realidad; que resultó
ser, al fin y al cabo, la verdadera intención de Tomás Moro. Igual
que Cervantes acaba con los libros de caballería con un libro de
caballería, Tomás Moro acaba con las utopias con una novela de utopías.
Cuando pensamos en ciencia o filosofía política podemos hablar sin
fundamento lo primero que se nos ocurra, algo parecido a una
conversación esporádica de bar. Pero cuando lo hacemos, es como
querer construir un avión con lo primero que se nos ocurra. Desde
aquellos duros principios de la aviación pasando por el primer vuelo
de los hermanos Wright hasta llegar a la moderna ingeniería de
vuelos supersónicos y espaciales hay un abismo. No podemos diseñar
un avión diciendo cuatro tonterías en un bar como tampoco se pueden
dar con soluciones serias a los problemas políticos de la misma
manera.
Esa es la zanahoria que ponen muchos políticos ante la población en sus discursos; y
por eso ya dijo uno de ellos que los programas electorales se hacían
para no cumplirse. Gran verdad: son pura utopía, y si hay un tonto
que se le ocurre llevar a cabo la utopía resulta al final en un
auténtico desastre: se me ocurre regalarle un ordenador a cada niño,
o un coche a cada ama de casa y un sueldo para que vayan a comprar.
Porque ante toda propuesta utópica subyace una terrible tormenta:
¿quién la paga? Populismo y utopías van siempre de la mano, sobre
todo en periodos electorales.
El esfuerzo de los grandes genios y pensadores que nos precedieron no
puede quedar en saco roto. No partimos de cero. Por ello, el
experimento de la primera democracia del mundo legisló sobre la
obligatoriedad inexcusable de la escolarización para todos los
niños de lo que serían después los Estados Unidos, incluso antes
de su fundación. Por eso la instrucción, que no la educación (ese
terreno es de la familia) es tan importante: para que no construyamos
aviones en la barra de un bar. Para que no nos quedemos contemplando
nubes esperando que nos resuelvan los problemas: eso es pura utopía.
Para que no podamos ser fácilmente engañados por los poderosos: La
República de Platón, Leviatán, el Principe, El Segundo Tratado de
Locke, El Espiritu de las Leyes de Montesquieu, El Discurso de
Rousseau, El Contrato Social, La Democracia en América de
Tocqueville y cómo no: Utopía entre otros, deben ser de lectura
obligatoria en Bachillerato y algo hay que explicarles a los chavales
de la ESO. Por lo menos que lean y se comente algún pasaje bien
escogido..., para evitar conversaciones utópicas y que no nos engañen. Para que tengamos suficiente bagaje intelectual con el que exigir algo muy sencillo con lo que hemos empezado el texto: una
democracia formal
Vicente Jiménez
i El título fue concedido en reconocimiento al libro escrito
por Enrique, Assertio Septem Sacramentorum (Defensa de los siete
sacramentos), que defendía el carácter sacramental del matrimonio y
la supremacía del Papa, que fue visto como una importante muestra de
oposición importante a las primeras etapas de la Reforma
Protestante, especialmente a las ideas de Martín Lutero.
Interesantísimo y muy real.... termino de ver el debate entre CAÑETE y VALENCIANO, y ahora leyendo esto... yo me pregunto... si ellos lo leyeran .... seguirían diciendo todo lo que dicen?.. y lo que es peor... se atreverían a hablar de lo realmente importante?.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso demuestra todo el camino que nos queda por recorrer. Ahora la puntilla la podrán los gurús de las tertulias televisivas y radiofónicas, por no hablar de la prensa. Ninguno tiene ni idea de lo que es la democracia; y si la tienen, no lo dicen...
EliminarRespecto a lo realmente importante, para ellos no es resolver los problemas de los ciudadanos.sino mantener sus privilegios de casta. El día que los veamos en la cola del paro y tengamos un verdadero representante en el Congreso valdrá la pena ver los debates. De momento, hay que hacer a Vd. un monumento por su paciencia al ver el debate.
Un cordial saludo
Hola, muy bueno, me gustaba en tiempos del instituto leer filosofía, recuerdo a Hume por ejemplo como un buen autor, que me gustó, y me aficioné a los libros antiguos entre ellos bastantes de los diálogos de Platón, pero apenas he leído a ninguno de los que mencionas, Montesquieu, Locke, Rousseau... en aquellos tiempos la política apenas me interesaba, pensaba que todo era engaño y era en general bastante utópico. Así es la educación que nos ofrecen ahora, de la mía apenas hace unos años, de un nivel bajísimo de cultura, no sé por qué pasamos tanto tiempo en estas escuelas si salimos completamente ignorantes.
ResponderEliminarBuen artículo, y también me queman los que dicen que la política es una pura cuestión de opinión. Ya basta. Hay que debatir y confrontar hechos, dejar de ampararse en un subjetivismo paralizante.
Te saludo amigo!
Tienes toda la razón. También los leí en el Bachillerato, pero después nada me informó ni durante ni después sobre filosofía política ni de lo que era una verdadera democracia. Mis estudios universitarios y mi vida profesional posterior no tuvo nada que ver con estos temas. Una serie de circunstancias me hizo dar con la clave, algo de lo cual expongo en mi blog. Muchas gracias por tu colaboración.
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