Con excepción de Suiza y los países
anglosajones, ocurre que ningún político se ha
planteado jamás cómo es posible que nuestros sistemas de gobierno
europeos estén tan alejados de una democracia liberal como la de EEUU, y cortados casi todos por el mismo patrón.
Algo debió de
pasar en Europa para que en todos sus países campen las diputaciones sin mandato imperativo, parlamentos sin
separación de poderes, dictaduras centralistas o intervencionismos
jacobinos.
Los padres de EEUU
se dieron cuenta, en seguida, de nuestras debilidades como humanos. De
ahí que establecieron que las formas de gobierno no pudiesen
depender jamás del buenismo, que es lo que afirmó perversamente el
estado socialista anterior. Ni los gobernados son ángeles
celestiales, ni los gobernantes son virtuosos niños de teta. Aquel
que tiene la sartén por el mango acaba
dominando siempre la situación abusando de su poderi.
Por eso, los padres de la patria en EEUU procuraron un sistema mecánico de
ejercer y controlar el poder: mediante una ingeniería perfecta, pusieron en el poder un sistema eficaz de pesos y
contrapesos, de palancas y de frenos; tiraron a la basura una
constitución, lo cual dejaría más tarde pasmados a los
revolucionarios franceses, y finalmente fueron añadiendo una serie
de enmiendas a la que finalmente adoptaron. Eso sí, jugaron con
dos ventajas que no tuvimos en Europa. Los ilustrados que forjaron la
constitución de los Estados Unidos no fueron traidores a sus ideas y
tampoco tuvieron que cuadrar el círculo intentando mantener una
monarquía.
En Europa, en cambio, no somos
hijos de la Revolución de Independencia Americana, somos bastardos
de la Revolución Francesa... Y aquella revolución no tuvo las cosas
claras de a dónde iban, y por y para qué iban haciendo las cosas, como sus primos los americanos.
Inicialmente tampoco se planteó como una revolución. Lo que querían
los representantes de Versalles era cambiar la monarquía absoluta
por una monarquía relativa: se trataba de que el pueblo votase las
leyes y el poder ejecutivo fuese para el rey. En este estado de
tensión se dieron una serie de sucesos no planificados que después el mito idealizó
como revolución. Pero mito y realidad nunca han confluido. Imaginad
la escena: la economía en Francia inmersa en una crisis general
provoca la convocatoria de los Estados Generales, y el timorato rey
de Francia pide ayuda a los ejércitos extranjeros de Alemania y
Suiza para controlar al pueblo. Necker, el genial banquero Suizo ministro de
finanzas; honrado y extremadamente inteligente es expulsado cuando
precisamente había podido solucionar el tema de las finanzas
públicas (presupuestos del Estado); y fue el rey quien lo echó. Su expulsión significó el pistoletazo
de salida para todo lo que iba a venir después. El pobre ex ministro
Necker jamás comprendió, en toda su vida, el motivo de su expulsión;
y así lo expresa en sus memorias. Pero no advirtió jamás, a pesar de ser tan inteligente, que precisamente había sido expulsado por dar con la solución . Lo que el
rey quería, y no digamos la reina (extrema derecha) y los arzobispos
y obispos era machacar al pueblo.
Cuando la gente de
París supo lo de la expulsión de Necker, la noticia corrió como la
pólvora y ésta llegó no a París, sino hasta el último rincón de
Francia en el tiempo récord de tres días; y como consecuencia, los
parisinos daban como inminente una invasión por parte de los
ejércitos extranjeros alemán y suizo, aliados del rey de Francia, y
que ya estaban preparados en las fronteras. Unos tres mil parisinos,
aterrados porque ya se veían pasados a cuchillo, fueron al Hospital
de los Inválidos a apropiarse de armas con qué defenderse. La guardia de los Inválidos les entregó las armas sin resistencia, pero resultó que allí no había pólvora. Alguien se
acordó de que entre los Inválidos y el Ayuntamiento estaba la
Bastilla, y un grupo de unos trescientos se dirigió allí a por la
pólvora. En esto, llega también a la Bastilla un regimiento con
intención de ayudar al grupo de la pólvora. En una estúpida
confusión el regimiento es tomado por el enemigo y se lía una
escaramuza entre ambos bandos. Tras la escaramuza es cuando se
produce el asalto a la Bastilla. Toman lo que necesitan, liberan a
tres cautivos que estaban allí de tránsito, los únicos, y se
llevan prisionero al gobernador de la prisión, junto con la
pólvora, para regresar al Ayuntamiento y reunirse con los que tenían
las armas. Por el camino, la comitiva es asaltada por un grupo de
criminales harapientos y de la peor calaña de París. Pese a los
esfuerzos de la comitiva, le cortan la cabeza al pobre prisionero y
se la llevan insertada en una pica paseándola por París. Hicieron lo mismo con el intendente del ayuntamiento. Estos
horribles crímenes serían luego sacralizados en vez de castigados. Ya
partimos con la primera corrupción de la Revolución Francesa de las muchas que se darían cuando
la Diputación, el Rey, y el Obispo de París ofrecen un Te Deum en
acción de gracias por la toma de la Bastilla y los sucesos que
habían acaecido, crímenes incluidos: así se institucionalizó y legalizó, por primera vez, el crimen de estado. La clave del tránsito entre la toma de
la Bastilla y el Te Deum, en paz y compaña, recae sobre los hombros de un personaje ii
sin
escrúpulos y corrupto, que narcotizó a los Parisinos con sus discursos. Ahí tuvimos a un pueblo adormilado con la
retórica incomparable de un genio del mal, de un verdadero bellaco:
Los diputados ...“juzgan sanamente los objetos y no son engañados por las apariencias. Donde los representantes de la nación no han visto más que un error de la autoridad (el golpe feudal de 23 de junio), el pueblo ha creído ver una decisión formal de atacar sus derechos y sus posesiones. ¿Han visto en las miradas mismas del rey, han sentido en el acento de su discurso cómo este acto de rigor y de violencia hacía sufrir a su corazón? ¿Han juzgado por sus propios ojos que él es él cuando quiere el bien, él mismo cuando invita a los representantes de su pueblo a fijar una manera de ser equitativamente gobernados, y que cede a impresiones ajenas cuando restringe la generosidad de su corazón, cuando retiene los movimientos de su justicia natural? Es un deber sagrado para los diputados invitar a sus electores a descansar enteramente sobre ellos el cuidado de sostener sus intereses haciéndoles ver que, lejos de haber alguna razón de desesperar, jamás su confianza ha estado mejor fundada. La tranquilidad de la Asamblea devendrá poco a poco la tranquilidad de Francia”.
Es decir, confiad
en vuestros diputados, que les asiste el Espíritu Santo y no se
pueden equivocar nunca, no arméis jaleo y conformaos con lo que hay.
Al fin y al cabo, cuando el rey os tiene que matar, el pobrecillo
sufre mucho por vosotros; pero comprended que os tiene que matar por vuestro bien.
Si las democracias
Europeas tomaron como modelo a la Revolución Francesa, como así fue, no es de
extrañar que los discursos de Mirabeu asomen la cara, de vez en cuando, por las partidocracias europeas; y no tengamos nada que ver
con la pureza del desarrollo republicano de EEUU
Es que si os fijáis nos están diciendo las mismas cosas, están utilizando el mismo tipo de retórica: si hay recortes a mi me duele mucho; ¿no veis cómo sufro? Pero os recorto, yo no tengo la culpa... sea nuestro presidente, sea Merkel o el Fondo Europeo. Mientras, por ejemplo, a los pobres Chipriotas les congelan las cuentas en un corralito, pero los mandatarios lloran y lloran. Sois inmaduros como niños y me duele más que a vosotros, pero os tengo que castigar. Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades.
También es
evidente, que en nuestro caso, hubiera sido lo lógico ante una
catástrofe nacional sin precedentes como la que dejó de herencia
política, económica y moral el gobierno socialista anterior, que se hubiera
recortado lo que es verdaderamente superfluo: las autonomías, sus
diecisiete presidentes, secretarios, subsecretarios, coches
oficiales, enchufados palaciegos, etc; que representan el gasto nacional
multiplicado por diecisiete y un derroche insoportable para los
contribuyentes. Hemos de sufragar la inmensamente despilfarradora casta parasitaria con
restricciones cero, para ellos, y sueldos de ensueño. Es más: han aumentado el
gasto y el número de enchufados. Y así, mientras, os tienen que matar de
hambre y ellos lloran... y los sindicatos también lloran, porque
forman parte del mismo sistema de llorones; y la patronal es el convidado de piuedra Eso sí, nada mejor que quitarse
las penas en una mariscada mientras ven pasar una interminable procesión a Cáritas y los comedores sociales. Pero pase lo que pase, estad tranquilos; que
vuestros diputados velan por vosotros y sufren cuando les obligáis a tomar decisiones.
No, no son las
personas las responsables. Como ya comenté al principio no tienen por qué ser ángeles. Nunca ha habido un humanismo monárquico; y ni los
gobernados son niños inocentes de teta ni los gobernantes seres
puros angelicales. Estas tesis de democracias basadas en oligarquías de partidos no se sostienen como democracias; y lo que falla no solo
en España, sino en Europa es estar basado en oligarquías de poder sin control: el ejecutivo y el legislativo no pueden andar de la mano si hablamos de democracia. Falta una conciencia ciudadana que de una vez por todas, se dé cuenta que el problema no es la
sanidad, ni la educación, ni la reforma laboral. Todo ello es
consecuencia de un sistema oligárquico de poder... digamos que son
nada más que síntomas de la enfermedad: pero aunque acabemos con
unos síntomas, la enfermedad seguirá minando nuestra salud; y
aparecerán otros síntomas... Aunque las manifestaciones y protestas
populares logren una sanidad estupenda y una ley laboral envidiable gracias a una inmensa presión social,
el mal; el verdadero mal, seguirá carcomiendo las entrañas de la
nación. El día en que toda esa fuerza ciudadana se dirija a pedir el cambio
de la ley electoral y un periodo constituyente que imponga las normas
del juego verdaderamente republicano-democraticas, y acabe con la oligarquía de partidos poniendo pesos y
contrapesos al poder; ese día empezaremos algo bueno que dejar de
herencia a nuestros hijos y nietos, en vez de miseria, indigencia y corrupción.
Vicente
Jiménez
i
En estas tierras ricas en cultura gastronómica, el buen yantar son
parte tan sustancial que se recogen en los refranes populares:
también puede usarse la expresión “Es el que corta el bacalao”
ii
A.G.TREVIJANO, Teoría Pura de la República, Ediciones MCRC,
Libro Primero, pág 60
GODECHOT,
JACQUES; Las revoluciones. 1770-1799; LABOR; 1981
Los cimientos de la democracia o son nada sólidos,pero si lo suficiente como para seguir con las mismas estructuras a base de engañar al pueblo,Para terminar con éste modelo hay que demoler toda la obra y empezar a construir una nueva democracia desde cero..
ResponderEliminarAsí es. Además, los agentes sociales cumplen la función de aplicar mediante manipulación que los ciudadanos estén enfadados y se manifiesten en contra de los síntomas, nunca de la enfermedad. Así, por ejemplo, vemos manifestaciones en contra de una ley de sanidad, pero nunca a favor de pedir el cambio de la ley electoral.
ResponderEliminarToda la razón.En la superficie nos quedamos.
EliminarSiempre es un placer leerte, Vicente
ResponderEliminarGracias, Pedro
ResponderEliminarTras leer este artículo, solo caben dos opciones: O la guillotina no pudo con el feudalismo, o supuso el nacimiento de la partidocracia. ¿Los mismos perros con distintos collares?
ResponderEliminarLo que sí es cierto es que no se planificaba ninguna revolución y las cosas se precipitaron y salieron mal cuando sí se planificó la revolución. Pero te lo he recomendado por el apartado de la Revolución Francesa. La expulsión de Necker lo precipitó todo.
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