domingo, 15 de julio de 2018

¿Qué habremos hecho para que en España no ocurra algo parecido?




A veces algunas noticias pasan desapercibidas a la sombra y solo se pueden leer entre líneas. Sin embargo,  pueden resultar más significativas que todas las de un año entero. Es más, de darse la misma situación en España que en Inglaterra nuestra deuda se  reduciría sustancialmente y seguramente volvería a haber dinero público en caja.
La noticia es la siguiente: 
Theresa May puede sufrir una moción de censura promovida por los mismos MP de su propio partido”.
Los MP o miembros del parlamento equivalen a nuestros diputados en el Congreso. Y claro, el locutor que la leyó por TV no pudo evitar cierta entonación de sorpresa al anunciarla porque equivaldría a que en nuestro Congreso los mismos diputados de Rajoy hubieran sido los organizaron la moción que echó a Rajoy de la Moncloa; o bien como si los mismos diputados socialistas montaran ahora una moción de censura contra Sánchez por el motivo que fuese.

No vamos a analizar las circunstancias por los que los MP o “Miembros del Parlamento” han amenazado a su propia jefa de partido con montarle semejante lío. Podréis encontrar amplia información en cualesquiera de los medios mayoritarios: tan solo mencionaremos que tiene que ver con el embrollo que se les ha venido encima con el BREXIT una vez que las consecuencias del mismo se les acercan. Ya ha habido dimisiones y hasta peligra el puesto de la Primera Ministra May.

Lo que sí vamos a tratar es quiénes son los promotores de una posible moción de censura y hacia quién va dirigida. Ese hecho, el que sean los MP del propio partido de la primer ministra Theresa May quienes estén dispuestos a echar de la presidencia del gobierno a su jefe de partido es un verdadero triunfo para la democracia imposible en estos momentos en España. Quiere decir que los MP (equivalente a nuestros diputados) se sienten aterrorizados ante la posibilidad de perder sus sillones: y es que sus sillones no dependen de Theresa May, sino que dependen directamente de los votantes pertenecientes a los rerspectivos distritos electorales que los eligieron.
Eso es lo que no ocurre en España ni en el resto de Europa (excepto Francia). Aquí y en Europa los diputados dependen de sus jefes de partido, que son quienes los han puesto en las listas y por orden de importancia según intereses personales y de partido: nunca se contemplan los intereses de los ciudadanos. Eso hace que en España los ciudadanos no dispongamos de representantes en el Congreso por mucho que lo digan los domesticados medios de comunicación; y si nadie nos representa, ¿quién va a legislar pensando en nuestros intereses? No tienen porque hacerlo ya que la lealtad de nuestros diputados se debe a sus jefes de partido.

En España y casi el resto de Europa los diputados votarán siempre lo que les digan sus respectivos jefes de partido sin considera a los ciudadanos. En la partitocracia, los ciudadanos no contamos ni contaremos jamás. En cambio, en Inglaterra son los ciudadanos quienes ponen o quitan directamente, y sin intermediarios, a sus representantes en el Parlamento desde sus respectivos distritos electorales. Y por lo tanto, si los ciudadanos se sienten traicionados los MP corren el riesgo de perder sus cómodos sillones y sus prebendas. Incluso, aunque el método inglés no sea completamente democrático, al ser los representantes elegidos en primera vuelta debiéndose por ese motivo solo a sus votantes, y no al conjunto de votantes del distrito electoral; los efectos de acercarse a las reglas reales de la democracia son verdaderamente demoledores en la lucha contra las deslealtades y la corrupción. Para representar a todo el conjunto de votantes se requiere de una segunda vuelta: entonces sí. En la segunda vuelta el MP se debería a la totalidad de los votantes de su distrito electoral.

Ese es el verdadero valor de la representación, que es precisamente el primer paso hacia la democracia.

Mientras los ingleses y los franceses tengan representantes las leyes serán civilizadas porque dicha legislación pertenecerán a la sociedad civil a través de sus representantes. Nosotros no tenemos leyes civilizadas en ese sentido porque las leyes se aprueban desde el gobierno o desde seguramente equipos jurídicos de lobbies y grupos de presión que obedecen a intereses ajenos a la sociedad civil.

El primer paso hacia una democracia de verdad será, por lo tanto, anular la nefasta ley electoral y sustituirla por algo parecido al sistema francés; o como mínimo, al inglés a la hora de elegir representantes desde distritos electorales y bajo el control permanente de los colegios electorales, cuya responsabilidad sería también pagar a los diputados. Los diputados jamás deben recibir nada del Estado pues la separación de poderes obliga a que el legislativo se halle completamente separado del Estado: el gobierno debería tener prohibida la entrada al Congreso, si queremos separar y enfrentar poderes. Con el cambio de la ley electoral bajo esa perspectiva me conformaría porque ese paso demolería las oligarquías que forman la partitocracia para dar paso gradual a una democracia de verdad por medio de ensayo y error, que es como la selección natural actúa en la naturaleza. Al final sería inevitable: hablaríamos de un reglamento para separar y enfrentar los poderes: reglamento que habría de ser recogido en una nueva Constitución durante un periodo libre constituyente.

¡Ah! Entonces sí podríamos hablar de democracia. Mientras hablaremos de otra cosa, pero no de democracia.
Vicente Jiménez

3 comentarios:

  1. Lo has dejjado muy claro: Un candidato por circunscripción, votaciones a doble vuelta, posibilitar la recusación de los cargos electos e imponer el voto de conciencia en contraposición a la disciplina de partido. Resumiendo, Vicente, liberarnos de la dictadura de los partidos políticos.
    Sin embargo, la pregunta del millón queda en el aire: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

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  2. Cristalino Vicente, a la conclusión que he llegado, es que el pillaje y la corrupción es parte d indivisible de la inmensa mayoría de los españoles

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    1. Permite que te lleve la contraria, Antonio. Es la naturaleza intrínseca de la Ley Electoral la que ejerce una atracción que resulta irresistible a personas que no sienten otra vocación ni meta que el enriquecimiento personal, los contubernios y la manipulación de los ciudadanos.
      Cambia adecuadamente la Constitución y las leyes Electoral y de Partidos, y la corrupción desaparecerá como desaparecen las moscas cuando limpias a fondo la casa.
      El problema es que esa iniciativa sería un torpedo a la linea de flotación de los partidos políticos, y sería de ellos de donde tendría que partir la iniciativa.
      ¿Conseguirá VOX aglutinar las mayorías necesarias para llevar a efecto estas reformas? VOX habrá de contar con la encarnizada oposición de los políticos de la corrupción, tan arraigados en todos y cada uno de los partidos que, hasta la fecha, hemos conocido en España.

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