jueves, 27 de junio de 2013

Democracia Constitucional VS Partidocracia


Este artículo desarrolla y complementa otro que se publico en abril en el mismo blog y cuyo título es "El día que logramos la democracia". Es aconsejable leer ambos, ya que el anterior describe una simulación narrativa de de un sistema democrático.

Simplemente y por cuestión de nomenclatura, denominaremos democracia constitucional al conjunto de doce puntos que a continuación se exponen, en contraposición al sistema que tenemos ahora. En estos momentos, nuestras peticiones (y las de todos los ciudadanos) dependen de la "buena voluntad" de los políticos, o de si ellos "se sienten presionados" por las protestas civiles presentadas en la calle o algunos medios. Eso implica que los resultados no dependan de la forma en las que están estructuradas y relacionadas las formas de poder con respecto al ciudadano. Lo que a continuación se expone, para su estudio, nos daría la mejor herramienta que jamás se ha inventado, hasta ahora, de estructurar las relaciones de poder entre el estado y la sociedad civil; en una democracia constitucional tendríais en el congreso a un diputado elegido con un mandato imperativo en el bolsillo; es decir, lo mandaríais al congreso para que se pelearse por aquello por lo que lo habéis votado. Estos puntos garantizan dos sencillas normas: para que haya democracia es necesaria la división de poderes y la representación del cidadano.

Estas normas se muestran desnudas completamente de ninguna ideología, ya que sólo enmarcan el reglamento básico que debe cumplir la democracia.

Una vez se tiene en marcha el sistema democrático tras un periodo libre constituyente y después de acordar este reglamento se puede hablar de ideologías y hacer política - no antes.

Contraponemos, así, el actual sistema de estado de partidos, o partidocracia con la democracia, por ser la primera y única causa común de corrupción. La prueba la tenemos en los países del arco Mediterráneo, incluyendo a Portugal, sufriendo todos ellos problemas muy similares a los nuestros y gobernados bajo partidocracias. El sistema actual español es el de la partidocracia, ya que:

a) los partidos forman parte del Estado

b) no existe una frontera tajante entre el poder ejecutivo y legislativo

c) el reparto proporcional marcado por la Ley d'Hont es contrario a cualquier democracia siendo responsable de que minorías nacionalistas hayan podido gobernar en toda España en más de una ocasión.
  1. Es cuestión de supervivencia de la clase media, motor de la economía, un Periodo Libre Constituyente

    El periodo libre constituyente debe servir para poder elegir entre las distintas formas de gobierno. La sociedad civil debe ser lo suficientemente inteligente durante ese periodo constituyente como para rechazar firmemente cualquier intento de demagogia, imposición o mención de ninguna ideología. El periodo constituyente debe definir el futuro de los españoles y es un momento extremadamente delicado. Debe guiarse mediante un fair play exquisito. Si dejásemos que las ideologías o los oportunistas dopasen con sus miserias y ambiciones personales estas normas garantes de la democracia, sería mejor quedarnos como estamos; entonces nos hallaríamos en peligro de caer en manos de un sistema totalitario. Las normas que a continuación se exponen son esenciales en un sistema democrático constitucional. 

    Para llegar a ese sistema resulta imperativo:

    DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL
    Lo que vamos a defender a partir de ahora lo llamaremos democracia constitucional, para distinguirla de la partidocracia actual.
  2. El cambio de la actual ley electoral: las elecciones de diputados y presidente de la nación serán a doble vuelta. Un hombre un voto.
    Evidentemente, ya nos olvidamos para siempre de la nefasta ley d'Hont. La doble vuelta copiaría el excelente sistema Francés y cumpliría con una función esencial: vertebrar España.
  3. Diputado de distrito uninominal con mandato imperativo y revocable cada cierto número de habitantes (Ejemplo: Distritos de 100.000 hab. equivaldrían a unos 400 diputados), pagados directamente por los representados, y no por el Estado. Estos diputados se limitarán a proponer las leyes, no tendrán el poder de legislar.
    Es cuando el diputado con mandato imperativo (no un miembro de partido, con disciplina de voto hacia el partido porque lo ha metido en las listas su jefe, sean abiertas o cerradas) pelea por las propuestas que le han mandado los votantes de su distrito, y éstas siguen su curso hasta ser ejecutadas (por el poder ejecutivo) o convertirse en leyes (en la Cámara Legislativa) cuando estaríamos ya  inmersos en el campo de la política. La disciplina de voto se la debería, en todo caso, el diputado a sus votantes. Al ser su mandato revocable, pues si el diputado que está en el Congreso presente por nosotros (de ahí viene el término representar) lo hace mal, los ciudadanos lo pueden despedir y sustituir por otro que haga de verdad lo que le han mandado. El control del ciudadano se ejerce en todo momento y no solo cada cuatro años. De todas formas, en estos momentos de partidocracia el ciudadano no ejerce control alguno de nada ni cada cuatro años.
  4. Presidente del gobierno de la Nación y cargo revocable: Al enorme poder del legislativo contrapondremos otro poder de igual fuerza; el ejecutivo. La sociedad civil elegirá libre y directamente a un Presidente del gobierno a doble vuelta en caso necesario, y éste formará su gobierno para ejecutar, nunca para legislar. El presidente jamás se mezclará bajo ninguna circunstancia con la sociedad civil ni sus representantes: pertenece al poder ejecutivo.
  5. El colegio electoral será la unidad democrática desde donde se empieza a construir todo el edificio de la representación, de la separación de poderes y por ende de toda la estructura democrática. La unidad democrática debe partir del colegio electoral y no la familia, la asociación de vecinos, el ayuntamiento, la diputación, el partido político y mucho menos del Estado. El colegio electoral y quienes del mismo deriven estarán directamente sufragados por la sociedad civil. Nunca por el Estado.
    Con ello se sigue, además, un principio básico y simple: quien paga manda; y negocia el precio y qué espera obtener por ese servicio. La sociedad civil deja de ser un objeto pasivo para convertirse en activo. Todo lo que deriva de esas estructura de poder se civiliza; partidos, sociedad civil, diputados, jueces, gobierno, funcionarios... Ya cuidarán todos los cargos electos y los ciudadanos de que todo funcione y lo podrá realizar por cauces legales, no a base de demostraciones, escraches, etc. 
  6. Cualquier Español residente en España y mayor de edad podrá presentarse a Diputado o Presidente del gobierno la Nación Española, siendo siempre elegido a doble vuelta directamente desde la sociedad civil. De salir elegido, ejercerá durante no más de dos periodos legislativos de 4 años, volviendo después a la sociedad civil de la que partió con los mismos derechos que cualquier otro ciudadano, ni más ni menos.
    Con ello, desaparecerán de España una nefasta casta de políticos profesionales que nos han arruinado por su falta de preparación, mala gestión, ausencia de responsabilidad hacia los ciudadanos, y a veces corrupción, porque una vez que dejan su puesto continúan en "cementerios de elefantes" compañías electricas, comunicaciones, cargos inventados etc, y evitaremos que los cargos se conviertan en hereditarios; incrementando así el número de políticos o cargos a dedo a nuestro cargo. Se acabó que una caterva de inútiles pertenezcan a Consejos de Administración de empresas estratégicas. Abaratemos costes.
    Civilicemos a nuestros representantes y gobierno: civilizar significa que o parten (el gobierno) o pertenecen (el legislativo) a la sociedad civil. Nuestros gobernantes no están civilizados. No pertenecen a la sociedad civil. Pertenecen, todos, a los Estados de Partidos. 
  7. Las leyes propuestas por los diputados deben ser aprobadas en una Cámara Legislativa elegida entre los diputados y aparecer en el Boletín Oficial de la Nación.
    El Boletín oficial del Estado BOE debe desaparecer. Llevamos 40+40 años de Franquismo, que es cuando apareció el Boletín Oficial del Estado: no es función del Estado legislar. El BOE es una aberración desde el punto de vista de cualquier norma que orbite en LOS PARÁMETROS de la democracia.
  8. Financiación - los partidos, sindicatos, patronal y cualquier asociación civil deben pertenecer a la sociedad civil y estar pagados sólo a partir de las cuotas aportadas por sus miembros y socios. Jamás podrán aceptar ninguna financiación por parte del Estado o entidades de poder financiero o lobbies de presion. El legislativo debe estar completamente separado de las garras de los financieros y especuladores: la ley castigará duramente una traición a la nación por corrupción.
    Con ello se pretende evitar la corrupción financiera de financiación de partidos.
  9. La única función del Estado es la de ejecutar, sirviéndose de toda su estructura de poder y de funcionarios. Todos los funcionarios tendrán acceso a las plazas por oposiciones libres y transparentes en toda España, a la vez y en español o el idioma cooficial a elegir por el opositor, jamás se obtendrá cargo alguno a dedo que no sea el de ministro del gobierno. (El Presidente puede elegir su equipo)
    John Locke fuente: Wilkipedia
  10. El poder judicial debe surgir directa y únicamente mediante consulta directa a todos los jueces, procuradores, abogados, fiscales, etc que intervienen en el ejercicio de la justicia y estén en activo. Elegirán a un juez para que forme su equipo, y sea el único órgano regulador de la justicia durante un periodo no superior a ocho años. Entonces se convocará una nueva elección y el Presidente del Poder Judicial no podrá repetir mandato.
    Por lo tanto, el poder judicial es quien se encarga de vigilar de que nadie prevarique, se cumplan las leyes y debe tener su propia policía judicial.
  11. Ya que los medios de comunicación vivirán de la acción política de los diputados, todos los aspirantes, sin excepción, deberán disponer del mismo espacio regulado y gratuito en los mismos. El periodo de elecciones debe ser corto: de 15 días.
    Como los órganos elegidos están en constante prueba durante todo el periodo legislativo, no es necesario mucho tiempo para convencernos de quién defenderá mejor nuestros intereses.
    Es evidente que los futuros candidatos empezarán a hacer campaña antes de las elecciones dándose a conocer: mítines, reuniones de barrio, y algún programa de TV gratuíto, aparecer o escribir en un medio. Eso deberá reglarse para dar las mismas oportunidades a todos.  Por su parte, los medios se encargarán de repartirse entrevistas, apariciones, etc. Como los medios de comunicación vivirán, en parte, de las noticias que generen los políticos cuando estén en activo pues es justo que, a su vez, dediquen unos espacios gratuitos en aras de la democracia; de la que también se beneficiarán.
  12. Tanto los diputados como el presidente pueden convocar nuevas elecciones (son tan baratas) en cualquier momento si así lo creen conveniente. Eso sí, si convocan elecciones todos han de renunciar a sus cargos y el proceso de elección se reitera.
Temas urgentes a tratar una vez instaurada la democracia y todo el aparato en marcha...

Es a partir de ese momento cuando entran en juego la política, los intereses particulares, la pluralidad de intereses y las luchas y el egoísmo (cada uno pelea por lo suyo), verdadero motor de la democracia; no antes. La diferencia es que en la partidocracia somos nosotros los que nos peleamos por los partidos políticos y les votamos con la con la misma devoción y pasión que prestamos a nuestros equipos de fútbol, y no según nuestros intereses; sino los intereses de dichos partidos: derechas, izquierdas, monárquicos, liberales... y todo regulado mediante sentimientos, no la razón; no nuestros intereses personales. Rechacemos ideologías porque en el fondo toda ideología no deja de ser una utopía y una verdad a medias. Estas normas democráticas les pasa la pelota a ellos; a los partidos políticos o representantes: son  nuestros representantes los que se habrán de pelear por nosotros. Cambia la cosa, ¿no?

CONCLUSIÓN
Una democracia debe ser el centro de gravedad en los que orbitan todos los puntos cuando partimos de conseguir dos objetivo irrenunciables: representatividad y separación absoluta entre el poder ejecutivo y legislativo: eso y nada más que eso es lo que debe constar en la Constitución. La Constitución, lógicamente, debe estar abierta a enmiendas y limitarse a ser lo más sencilla posible limitándose a recoger las normas de juego... el reglamento. Lo demás pertenecería ya a la política.

TEMAS URGENTES
Es evidente que hay dos temas urgentes sobre los que los españoles tienen derecho a decidir directamente, una vez instaurada la democracia:
El primero sería realizar un plebiscito sobre la Ordenación Territorial de España - Autonomías si/no, siendo que los ciudadanos tienen un derecho que jamás disfrutaron: elegir libremente armados de una información veraz y objetiva, por delante, si desean seguir costeando las autonomías; cuánto cuestan a cada español, pros y contras; así como el coste de otras opciones más baratas, ventajas y desventajas. 

El futuro de nuestro hijos y nietos no debemos volverlo a dejar en manos de ningún representante. Un principio de la democracia, que por evidente no he expuesto, es que si estoy yo presente, no hacen falta que me represente nadie. Yo decidiré: pero eso ciertas consultas deben ser directas.

El segundo sería decidir sobre la ordenación bancaria y financiera. Una propuesta interesante según la aportación de un miembro de la #RED de Blogs sería separar los bancos especulativos de las cajas de ahorro, o bancos de ahorro: “El sistema financiero debe funcionar para utilizar el ahorro en proyectos e inversión productiva que genere riqueza. Las Casas de Bolsa son tan solo una pirámide legalizada que permite usura y especulación. El ahorro (bancos) debe ser separado de la inversión (casas de Bolsa) y la ley debe impedir que se especule y cree deuda pública innecesaria salvado a especuladores.  Reformas bancarias, para controlar la especulación, lograr  la separación entre la banca depósito y la banca inversión bolsa valores. Eliminar la influencia como indicador macro de un concepto que NO reprresenta la verdadera economía de millones de empresas y autónomos. El valor de un país es el PIB y no puede ni debe ser calificado por especuladores y socios  con un sistema financiero que solo empobrece a las sociedades. mas info aquí: Verdad sin colorRafael Piscoppo

Una tercera aportación de #RED defendía que hay que matizar en la financiación por parte del Estado a instituciones de carácter como Cáritas.

En fin, queridos lectores. Todo ello, forma ya parte de la política. Aquí es donde nuestros representantes deberían pelear por lo que les hemos mandado.

Utilicemos un modelo

La política equivaldría a un partido de fútbol y nuestros representantes equivaldrían a los jugadores sobre el campo. La democracia son las normas que han de cumplir en esa pelea... algo tan sencillo como el reglamento de fútbol. Lo que hay que discutir, que antes he enmarcado en otro color, pertenecería a la política, por poner un ejemplo.

Los ideólogos nos intentan hacer confundir el juego con el reglamento: que seamos incapaces de distinguir la constitución que recoge la democracia con las acciones que se realicen según esas normas; esto es, la política. 

Democracia = normas representación. Política: aplicamos esas normas. No olviden pasar por caja... es broma. No olviden pasar estas ideas, si os han convencido. Del conocimiento de esta verdad... de estos principios dependen nuestro bienestar y el de las futuras generaciones.

Vicente Jiménez

Bibliografía 
Teoría pura de la República,  Antonio Ga-Trevijano, Edidiones MCRC, 
II Tratado de Gobierno Civil, John Locke, Alianza Editorial, Material exclusivo uso didactico en formato pdf
Leviatán, Thomas Hobbes, Biblioteca del político - INEP AC -
The rights of man, Thomas Paine, Web-books.com
El Espiritu de las Leyes, Charles Louis Montesquieu, Ed ???, versión pdf
Mando a Distancia, Abadía Lorenzo, Editorial Manuscritos, Segunda Edición julio 2011




lunes, 17 de junio de 2013

Asustando a la ignorancia


Los Hegelianos o Marxistas cometieron el error fatal de confundir al Estado con la sociedad, o peor aún, de intentar integrar todos los poderes y la sociedad en el Estado. Evidentemente obviaron lo privado; especialmente la propiedad privada. Y si todo era Estado, ya no quedaba sitio para nada más. Por ello, toda doctrina derivada del Marxismo tiende a lo totalitario porque el Estado lo fagocita todo. De algo viene el adjetivo totalitario.

Pero al contrario de lo que el Estado cree, los integrantes que aceptan este tipo de sociedades totalitarias con un “es lo que hay” no son partidarios de nada, porque para ser partidario de algo tienes que tener opciones; y ahí radica una de las parcelas de nuestra libertad: poder elegir entre varios de lo que sea. Si te dan café para todos, la única opción libre que tienes es no elegir nada porque si te tomas el café, ya has perdido la libertad.

Imagina que te dan a elegir entre tres objetos aparentemente diferentes, pero que en realidad cumplen la misma función con el mismo esfuerzo. Entonces te estarían dando a elegir entre tres “de lo mismo”; y por lo tanto tampoco tendrías libertad de elección.
Pues bien, todos aquellos que sienten verdadero amor a la libertad y no la temen tienen que intuir que algo no está funcionando hace tiempo. Aunque no nos hubiese azotado la crisis económica, ya se percibía una crisis de valores, un relativismo, un casi todo vale y una falta de puntos fijos morales de referencia.

Ese tipo de normas y formas de relación, sin estar escritas ni impuestas por ley alguna excepto por las de la costumbre, el saber estar, la educación o el saber relacionarse se aceptaban por todo el conjunto de la sociedad porque simplemente ni se cuestionaban: eran de sentido común y las cosas se hacían así. Y estas formas sociales y de valores se proyectan no en grandes empresas sino en los pequeños detalles del día a día: en un ceder al asiento a una persona anciana en el autobús, en socorrer a alguien si le están atracando, en ayudar a quien sufre un desmayo en la calle. Algo ha tenido que pasar para que mucho de esto se haya ido perdiendo; así, como agua que se te escapa de las manos, para que el miedo a ayudar al prójimo se haya apoderado de muchos. Pero algo todavía más terrible, más perverso subyace en la oscuridad de estas percepciones: es el miedo a una ley que proteja más al delincuente que al agraviado. Que se inviertan los papeles y que quien se decidió a ayudar sea castigado mientras liberan al delincuente... porque en este mundo todo es relativo. Y el malo es considerado bueno y el bueno se convierte en malo. En eso consiste el relativismo.

En la URSS, por ejemplo, te podían controlar por el terror llevándote castigado al Gulag por crímenes imaginarios que no habías cometido, después de un repasito en el Lubianka; donde confesabas todos tus crímenes. Pero esa no es la única forma... también te pueden controlar idiotizando el lenguaje hasta extremos donde el uso de una palabra incorrecta puede llevar tus huesos a dar con un tribunal de justicia y hasta con la cárcel. No sé como ciertas palabras no han sido borradas ya del DRAE porque pueden ser consideradas racistas y ciertos colores prohibidos. Vivimos en la sociedad de las prohibiciones.

La caída del muro de Berlín fue la primera ficha que se precipitó en la descomposición del comunismo en Europa hasta desintegrarse por completo la Unión Soviética. Pero los ideólogos europeos del comunismo (que nunca lo sufrieron, de verdad, en sus carnes) no iban a soltar tan fácilmente su presa, y lograron triunfar en el campo de las ideas y los pensamientos. Y ese veneno ha calado en los huesos de la sociedad civil a través del Estado y los medios de comunicación.

O mejor dicho, ideando para que no tengas ideas. Maquinando para que la individualidad, lo que nos distingue como diferentes a unos de otros, se viva con vergüenza. Si un crío es hiperinteligente en la escuela no hay que ayudarle para nada porque "no le hace falta", ese ya funciona solo. Al que hay que ayudar es al gamberro, al objetor escolar, aquel cuyo único objetivo es que no haya clase. Y si el resto acaban igual de ignorantes, para desesperación de un profesor al que los políticamente correctos le han quitado todas las armas para imponer disciplina, pues objetivo logrado. Si todo el mundo no puede ser igual de rico pues que sean igual de tontos... así yo los podré manipular mejor. Mientras, yo enviaré a mi hijo a una escuela donde no sigan esas directrices que predico. Eso, pues que sean igual en otras cosas. Se trataba de igualar a conveniencia: y esta filosofía lo que más reprime, lo que no soporta, es la inteligencia, la creatividad, lo que distingue a unos de otros. De ahí que se premie la mediocridad en las instituciones y hasta en la enseñanza. De ahí el sistema de enseñanza que hemos utilizado en la LOGSE, donde todos pueden ser bachilleres y todos, si me apuras, licenciados con un título que es papel mojado.

Y ya, lo peor de todo, que cualquier intento en cambiar un milímetro esa filosofía pasará por el tribunal de la inquisición de lo "políticamente correcto" y hordas de mediocres lucharán por su “libertad” lanzándose a la calle porque las han engañado los de la troupe de demagogos que viven opíparamente a base de prometer lo que no existe: en eso consiste la socialdemocracia o cualquier ideología. Ofrecen ideas incompletas como completas y una utopía al alcance de la mano, porque todos somos iguales. Y los pobres ilusos no se dan cuenta que si no logran la utopía no hay culpable, es simplemente porque las utopías no existen. Que lean a Orwell.
Vicente Jiménez