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viernes, 3 de marzo de 2017

El choque entre la corrección política y Trump


Vale, así que en una ceremonia del Pentágono el viernes pasado, el Presidente Trump anunció acciones ejecutivas que se traducirían en una amplia reconstrucción militar estadounidenses y un proceso de investigación más riguroso para la entrada de los refugiados. "No los queremos aquí", dijo Trump refiriéndose a los terroristas islámicos durante una ceremonia de firma en el Pentágono. "Queremos asegurarnos de que no estamos admitiendo en nuestro país las amenazas reales contra las que nuestros soldados están luchando en ultramar. Sólo queremos admitir a aquellos en nuestro país que apoyarán a nuestro país y amarán profundamente a nuestro pueblo ".

Una vez más, esto no tiene nada que ver con el populismo. Tiene más que ver con el sentido común y tratar de proteger a la gente de América en primer lugar. Tiene más que ver con un líder que dice la verdad
desnuda a la gente; algo que tal vez nunca ha ocurrido desde los tiempos del Renacimiento según Trevijano. Al dinamitar en pedazos la corrección política, Trump sin duda está trayendo un nuevo aire fresco contra la vieja política estancada y deshonesta del establecimiento. Trump está en sintonía con los intensos sentimientos de la clase obrera sobre cómo los estadounidenses han sido olvidados en las ayudas sociales debido al racismo positivo, a la expoliación por ayudas de todo tipo en el extranjero, a las necesidades de su pueblo, a poner las ayudas de los emigrantes ante el pueblo que paga impuestos. La corrección política nos lleva al 1984 de Orwell, una novela que representa a una sociedad distópica sin libertad de expresión y pensamiento en la que nadie se atreve a expresarse libremente incluso en la intimidad de su hogar.

En nuestro mundo real, los inquisidores están por ahí acechando en las calles, en el trabajo, en el banco, en
el bar. Tienes que tener cuidado con lo que dices o piensas. Y tiene razones para sentirse francamente receloso de expresar cualquier retórica políticamente incorrecta en público porque alguien podría incluso demandarte si le oye. La sensación de desprotección que los líderes en Europa han negado celosamente a sus ciudadanos debido al desplazamiento masivo de refugiados se ha traducido en violaciones masivas y otras tropelías absolutamente coordinadas por inmigrantes descontrolados, además de en atentados terroristas. Y aunque evidentemente pocos sean culpables, hay una diferencia entre aceptar a una comunidad extranjera y llegar a convertirse en una minoría en tu propio país, pues resulta imposible acogerlos a todos. Las razones del choque entre las decisiones ejecutivas de Trump y las políticas del sistema pueden considerarse por la impregnación de la socialdemocracia, que Obama siguió tan suavemente y Trump tan firmemente rechaza.


jueves, 2 de julio de 2015

Dulce et decorum est vía @Redblogscomp Somos #RED



Dulce et decorum est de Wilfred Owen influyó en el pensamiento
occidental de forma determinante tras la finalización de la primera gran guerra. A lo largo de ese infierno, un Lenin estaba refugiado en Suiza mientras obreros alemanes e ingleses se despedazaban unos a otros en las trincheras. Eran aquellas trincheras enfangadas, húmedas, infectadas de parásitos, hediondas y productoras en serie de enfermedad, sufrimiento y muerte mucho antes de que cayeran los temidos obuses, silbaran las balas y el gas mostaza extendiera la peor de las muertes imaginable. De este dantesco espectáculo nos hicieron partícipes los poemas de un Owen testigo de primera mano, que lo sufrió en sus carnes. Entre tanto, las oligarquías planeaban el escenario del infierno cómodos en la retaguardia sin ni una privación.

Eran esas mismas trincheras donde una legión de obreros de uno y otro bando compartían espacio con las innumerables ratas, pulgas, liendres, piojos y enfermedades que campaban por sus respetos. Eran esos mismos gases mostaza que reventaban los ojos y los pulmones de los obreros de uno y otro bando. 

Mientras, Lenin no daba crédito a sus ojos: el pobre creyó que los obreros ingleses y alemanes jamás se dispararían entre sí, después de aquel “trabajadores de todo el mundo uníos en la lucha”. Claro que él se refería a otro tipo de lucha y por otros motivos. El manifiesto comunista cayó hecho pedazos para un Lenin consciente de su primer gran fracaso.

Yo acusaría a Tsipras y su panda de esa misma inocencia de la que hizo gala Lenin si los creyera inocentes. Yo acusaría de la misma inocencia a la Troika y su panda, si los creyera inocentes. Dicen los de un lado de esta caterva de criminales, tan criminales como los que enterraron a aquellos miles de obreros en el infecto cieno de las trincheras, que consultarán al pueblo qué hacer tras su enorme fracaso. Esa consulta equivale a cavar una trinchera de miseria y echarlos a todos adentro pues ¿no habéis sido vosotros los que prometíais henchidos de populismo que el maná era posible sin esfuerzo alguno? Y ese fracaso, evidente, calculado y cantado con el único objetivo de conseguir el poder por el poder tienen el cinismo de taparlo con una consulta realizada a los que crédulamente los eligieron esperando que cumplieran sus promesas. ¡Ay amigos! A conseguir el poder por el poder se le llama fascismo: así de simple. No existe peor crimen que disfrazar una dictadura de democracia.

Dice esa caterva financiera del otro lado que hay que pagar una deuda; deuda que estaba calculada, constituía un fracaso moral y cuyo resultado final estaba también tan cantado como el de los populistas. A conseguir la riqueza por la riqueza se le llama avaricia. Tan pecado capital resulta lo uno como el otro. Tan repugnante a toda decencia es avariciar el poder por el poder como la riqueza por la riqueza.

No existe en toda una Europa liderada por socialdemócratas, ni ahora tampoco en unos EE UU gobernados por un socialdemócrata un solo hombre de estado, y es posible que si apareciese uno de verdad lo eliminarían como a Lincoln. Ni los de un lado ni los del otro, ni troikistas ni populsitas mencionarán jamás lo que constituye para ellos la verdadera bestia negra, porque para ambos el pueblo, esa sociedad civil carece de importancia alguna. Ninguno de ellos utilizará los medios de comunicación que ellos mismos controlan para mencionar ni una sola palabra sobre la libertad del pueblo. Libertad para tomar decisiones, libertad para equivocarse, enmendar y al final acertar. Preguntaron a Lincoln cómo iba a darles la libertad a los negros si no iban a saber qué hacer con ella, y éste respondió: “cuando la tengan veremos...”  Bien, pues cuando la sociedad civil tenga la libertad colectiva veremos qué hace con ella.