Mostrando entradas con la etiqueta víctimas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta víctimas. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de diciembre de 2015

Lo que esconde el no a la guerra #EspañaUnida

Gentileza colección Antonio Novo: A Eiffel pongo por testigo

No deja de ser evidente para todos observar un curioso fenómeno que se da en este trozo de tierra, que tanto amamos, pero que a veces, y parafraseando a Machado, nos hiela el corazón. Me refiero a la simpatía manifiesta hacia el mundo musulmán, incluso justificando su vertiente más extrema del terrorismo,  que ciertos sectores de nuestra sociedad llegan a apoyar abiertamente; culpando incluso a las víctimas. Es más, su veta sectaria jamás han mostrado más que desprecio hacia las víctimas, lo que indica un rabioso cainismo, rayando la locura, y muy cercano al síndrome de la mujer maltratada: algo malo les hemos hecho y por eso nos matan es lo que intentan justificar. Ello actúa como trampolín hacia el racismo positivo, con lo cual poco hacen por integrar a nadie. Será que les interesa que no se integren.

Este curioso fenómeno se muestra más virulento entre ciertos sectores de la hipersubvencionada izquierda más “progre” de salón, champagne y caviar, en perfecta comunión con otras facciones de una izquierda rabiosamente antisistema y extremista. Si unos se pasean sin ningún pudor por el buenismo más pasteloso de las fracasadas alianzas de civilizaciones, los otros azuzan el fuego de la destrucción de nuestro sistema social para imponer su nuevo orden mundial; donde ellos, claro está, ocuparían los nichos vacantes de poder.

Tanto los que pertenecen a ese exclusivo club de artistas y actores mediocres; ya que de no serlo no necesitarían el trampolín de la subvención y eco mediático de causas buenistas, como los que se apuntan a esa izquierda extrema antisistema, muestran todos una veneración casi religiosa ante todo aquello que tenga sabor a musulmán. Si por ellos fuese les entregarían todas nuestras plazas de toros, nuestras iglesias y catedrales para que pudiesen imponer sus mezquitas y su forma de vida sobre nosotros. Y sin pudor alguno salen en procesión con parafernalia religiosa a defender unos derechos supuestamente inalienables pertenecientes a los que degüellan, asesinan, crucifican o queman vivos a unos infelices que han tenido la mala suerte de coincidir en espacio y tiempo con los musulmanes equivocados en el momento equivocado.

Ante los atroces crímenes cometidos en París los franceses se levantaron como una solo voz al himno de la Marsellesa, y los perroflautas en comitiva procesionaria les acusan a ellos, a los patriotas, de terroristas por no dejarse asesinar impunemente. Por estas latitudes los bien pagados pancarteros profesionales vuelven a martillearnos con el mantra del “No a la Guerra” , como si los pueblos amasen las guerras porque sí y las madres desearan enviar a sus hijos al sacrificio. Pero ya el simple hecho de que cierto sector del mundo izquierdista salga vociferante en comitiva procesionaria a la calle  implica que disfrutan de poder, algo de lo que los ciudadanos de a pie que pagamos nuestros impuestos religiosamente y trabajamos carecemos. No nos engañemos, después del franquismo los españoles no hemos tenido ni un solo átomo de poder.

Dudo que los okupas paguen ni la luz y mucho menos impuestos, pero no carecen de móviles, tablets y ordenadores de última generación; dominan las redes sociales; y al no tener que someterse como nosotros a la disciplina de un horario y calendario de trabajo pueden desplazarse cuando quieran al país y ciudad donde les manden a romper escaparates, quemar coches o contenedores  en un tiempo récord; y disponen de un dinero y tiempo del que los trabajadores carecemos. ¿De dónde sale tanto dinero y tanto poder? Grecia, por ejemplo, ardía por los cuatro costados y así se mostraba en las redes sociales antes de que la izquierda tomase el poder. Es la primera pregunta que debemos plantearnos. ¿Quién paga a los pancarteros, voceros, rompe escaparates, pirómanos y quema coches profesionales? ¿Quién paga su amplio eco mediático ante cualquier tropelía que se les ocurre hacer, pero cuya importancia queda amplificada exponencialmente como si de hechos transcendentales se tratasen? Porque si a Vd, amigo lector, se le ocurre la mala idea de romper un escaparate o quemar un coche seguro que la policía lo coge y un juez le multará y se lo hará pagar. Además, Vd. nunca saldrá por televisión. Pero ellos no solo se van de rositas sino que el protagonismo ante los grandes medios de comunicación está garantizado. No me extraña que protesten ante la ley mordaza.

Para mejorar las cosas, queda por plantear ¿de dónde proviene esa fascinación y adoración de esa izquierda extremista hacia el Islamismo, llegando incluso a justificar los ataques terroristas de París o los trenes de Madrid?

De entre todas las conjeturas, apliquemos la navaja de Ockham y escojamos la más sencilla, pues ésta tiene más probabilidades de ser la cierta. Hemos de considerar que ambos extremismos tienen en su punto de mira un objetivo común, pero por motivos distintos. Ambos extremismos constituyen, ante todo,  una ideología, cuya único y principal objetivo consiste en la destrucción de nuestra cultura occidental; de nuestra forma de vida. Si para unos el capitalismo es el monstruo a abatir, para los otros el enemigo que han mantenido durante más de 1400 años es el cristianismo y cualquier otra religión y forma de vida que no sea la suya. Si unos sueñan con izar la bandera roja de la hoz y el martillo sobre la cúpula de San Pedro o el Capitolio, los otros desearían izar la bandera de la media luna. Y sobre todo, su odio se centra en nuestra cultura y nuestra forma de vida. Ambos extremismo desean nuestra destrucción y aniquilación total como sociedad: unos con objeto de imponer el Comunismo y los otros con objeto de imponer el Islamismo. Ambos, de esclavizarnos y aniquilarnos y ambos han demostrado ser capaces de aplicar el genocidio a quienes se les oponían. He aquí una sencilla explicación: los enemigos de mis enemigos son mis amigos, pero de momento. Luego los destruiré también. No nos extrañemos de las simpatías aparentes de los unos hacia los otros, de los “No a la Guerra” y de la caída de gobiernos ante atentados, como ya nos ocurrió una vez.

Evidentemente, no a todas las guerras que en este momento se estén dando en contraposición a una en particular, pero siempre y sin excepción la libertad tiene un precio y siempre existirán facciones que deseen arrebatárnosla. Nuestra defensa ante estas atrocidades está en nuestra unión. En la unión de la nación española, tal como muy bien han ejemplarizado los franceses. Está en una #EspañaUnida

Vicente Jiménez

martes, 7 de agosto de 2012

¿Quién habla en nombre de los que no tienen voz?


Revisado junio 2014
El primer reportaje (ver enlace) de las historia donde aparecen documentados gráficamente los  gritos desesperados de las víctimas de los poderosos pueden observarse bordados en una de las viñetas de un enorme lienzo medieval que en estos momentos se conserva en el Centre Guillaume le Conquérant de la ciudad de Bayoux.

El Tapiz de Bayeux parece haber sido tejido por monjas francesas por mandato de Odón, arzobispo de Bayeux y hermanastro del rey Guillermo el Conquistador para servir de ornamento a la catedral de Bayeux el día de su consagración, el 14 de julio de 1077 y relata mediante una tira de imágenes, con inscripciones en latín, en el formato de una especie de película o cómic los luctuosos hechos que tuvieron lugar durante la conquista de Inglaterra por parte de los normandos en 1066.
 
Madre e hijo huyendo despavoridos FUENTE


En una de esta viñetas, concretamente, puede observarse cómo una madre y su hijo huyen despavoridos de su casa en llamas y a los dos guerreros que se la están incendiando.  Por primera vez un relato histórico enfoca su atención a los no poderosos, a los que no tienen voz.  Refleja la impotencia de las víctimas, dibujadas en forma de pequeñas figuras cuyo tamaño simboliza la ausencia de poder. Contrastan las figuras de los dos enormes y poderosos guerreros que cumplen las órdenes del brutal conquistador rey Guillermo. Fue una tragedia sin precedentes para la Inglaterra del s XI y esta invasión cambió Europa para siempre.

Los historiadores se preguntan ¿por qué invadieron los normandos a los sajones que habitaban Inglaterra? Y la respuesta parece estar en el éxito organizativo y económico de los sajones. Su sistema monetario era de los más avanzado de Europa y ello implicaba una organización administrativa que no tenían sus vecinos. No voy a tratar los eventos y circunstancias que precipitaron la tragedia, pero sí me fijaré en que quienes más sufrieron fueron, como siempre, los campesinos y habitantes de los pueblos y ciudades conquistadas y literalmente arrasadas. Los que no se sometieron fueron literalmente exterminados. Aunque la historia contempla poco a las víctimas, a los inocentes, esta vez si fijó su atención en aquellos que fueron sacrificados por los poderosos.

Cualquier lector avispado habrá ya adivinado la relación: "pero si algo parecido es lo que nos ha pasado aquí" guardando, claro, las distancia histórica. Nunca puedo evitar relacionar esta escena del año 1066 con la de cualquier dramático desalojo de 2012.  Los gritos, la angustia y la impotencia debieron ser las mismas tanto para los que perdieron un hogar como para los que han perdido el otro. Personas que a causa de los especuladores y banksters que originaron la crisis están sufriendo un paro de larga duración, o aquellos cuyas familias se han quedado sin ningún ingreso y viven una situación de indigencia; los que no han podido hacer frente a las letras de sus hipotecas han sido echados de sus hogares con la misma piedad que muestran los dos guerreros de Bayeux. Hay un factor común entre los brutales conquistadores del s XI y los y los especuladores, políticos corruptos y banksters que han causado esta otra tragedia sin precedentes, y ese factor común es algo tan viejo como la avaricia y la impunidad.

Las voces y gritos de las víctimas de los desmanes de los poderosos siguen escuchándose en España. Los políticos ni siquiera oyen y desde luego mucho menos los escuchan ¡Cuánto más humano hubiera sido ofrecer a las personas que más han sido arrastradas por el desastre económico la oportunidad de “alquileres de crisis”, o cualquier otra solución hasta que llegasen tiempos mejores y pudieran retomar su hipoteca y sus vidas. Cuánto más humano hubiera sido realizar una verdadera reestructuración de la Constitución y del Estado de las Autonomías, llegando incluso a plantear un plebiscito sobre la organización territorial, que se evidencia ya como imprescindible para nuestra supervivencia. Es imprescindible dar un buen uso al dinero. Todavía están derrochando los señores de la guerra en las autonomías con un ejército pretoriano de enchufados y vividores, de pícaros de toda índole. ¿Cómo hemos podido poner el poder en sus manos? Se repite el mito de Troya: hemos metido al enemigo dentro. Lo hicimos al aceptar esta constitución.

Han preferido condenar en pleno 2012 a la indigencia a los no poderosos, como ya se hizo con los sajones en la Inglaterra del año 1066. Los brutales guerreros que quemaron sus chozas han sufrido el mismo trato que los políticos y banqueros que desalojaron de sus casas a las víctimas de los sin sin voz- Hemos sufrido un sistema tan brutal como aquel en un sentido básico; los causantes de ambas tragedias no sólo no afrontaron castigo alguno sino que fueron premiados con riquezas, más poder e impunidad. Me niego a creer que la humanidad no haya evolucionado y en eso coincido con Tocqueville. Me niego a creer que la sociedad civil vaya a aceptar como corderos esta masacre. No podemos permitirlo, porque si lo hacemos seremos tan culpables como los criminales del s XI y los actuales. La historia no había enseñado todavía qué hacer a la madre y su hijo, cuya única opción era sobrevivir y huir sin ser masacrados. Pero nosotros sí que hemos recibido otras lecciones de la historia y podemos aplicar sus enseñanzas. No tendremos excusa si les dejamos depredando lo poco que ya queda.

Hemos evolucionado y las teorías políticas que pasan desde la incipiente democracia griega cuyo mandato se decidía mediante una especie de consenso asambleario para ciertas cuestiones. Ello se complementaba con otro sistema de cargos por sorteo para aquellos asuntos que reultaban más complicados y necesitaran de miembros especialistas y colegiados. El sorteo de cargos intentaba garantizar que todo ciudadano tuviese la oportunidad y el deber de participar en la vida pública de la polis o ciudad estado. Fueron las democracias con el ideal colectivo de la participación.

Hasta las democracias modernas representativas y por consenso han pasado algunos siglos, y se ha vertido mucha sangre. Pero las democracias modernas serán papel mojado si no conservan algo de ese ideal colectivo de posibilidad de participación. En estos momentos, la impunidad con que se mueven los corruptos hacen que sea difícil verse representado y mucho menos sin la posibilidad de participar con algo más que un voto cada cuatro años. Entonces, ante los casos de injusticia flagrante ¿quién habla en nombre de los sin poder, de los indefensos sin voz?
Vicente Jiménez


Bibliografía