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viernes, 10 de marzo de 2017

Mi negocio será rentable cuando sea un ciudadano libre


Comentario, El Diestro

Esta es la esquizofrenia del sistema de poder que tenemos en España. Como muy bien apunta A. Trevijano desde su atalaya de Radio Libertad Constituyente un sistema que empezó corrupto y continúa corrupto. Un sistema que empezó franquista y continua franquista en la esencia de concentrar el poder sin control alguno por parte de los ciudadanos: tenemos los mismos sindicatos verticales y el PSOE o el PP son partidos tan estatales como lo fue la Falange en otro tiempo de esta misma etapa histórica en la que nos hallamos: puro franquismo. Lo único que podemos decidir es qué partido estatal queremos que nos dirija, pero el poder franquista, como muy bien señala el abogado, escritor e historiador Antonio Trevijano continúa en manos de los partidos y jamás ha estado en manos del pueblo. Nunca debemos olvidar que estamos en una partitocracia, no en una democracia.

El gran drama es que el pueblo no es consciente de ese engaño. Ello hace que este pueblo se dedique a protestar por los síntomas de la enfermedad; ya sean las preferentes, los desahucios, el paro, la mala gestión de las cajas donde se ha premiado esa misma mala gestión con pensiones y contratos millonarios a los causantes del drama, las cantidades obscenas llevadas ilegalmente a paraísos fiscales y el resto de perlas con que somos obsequiados diariamente. Si no nos curamos de la partitocracia no cambiaremos nunca nada. Es patética todas las demostraciones, huelgas generales y luchas callejeras que no afectan para nada al monstruo. Si la calle es de la izquierda, como dicen; los líderes de la izquierda son cómplices de que las cosas sigan como están porque lo que tendrían que reclamar es un cambio democrático, y no desviar demagógicamente la atención del pueblo hacia los síntomas de la partitocracia y los repartos proporcionales de votaciones.

No puedo comprender cómo nos dejamos dirigir entrando al trapo. por donde quieren, como quieren y cuando quieren una casta de parásitos que se ha instalado en esta gran nación, a la que por quitar, intentan quitarle hasta el nombre e incluso cercenar.

Son casta cuando consideramos que al igual que las monarquías son hereditarias por línea de sangre los cargos políticos son también hereditarios por la misma línea, o a dedo. Por lo tanto, podemos considerar que nuestra democracia también es hereditaria; como la monarquía.

Si los privilegios y prebendas, evidentemente, se heredan o señalan a dedo, ¿para qué te vas a esforzar? Eso del esfuerzo y ganarse el pan con el sudor de la frente queda para la plebe y a los que echaron del Edén como justo castigo por comerse la manzana. Es mejor dedicar tus energías a la “dolce vita” y dedicarte a jugar a pilotos de carreras en los prohibitivos coches de carrera como algún hijo de Pujol o montar los caballos pura raza de tus colecciones personales. Y, ¿qué mayor viaje de placer que recorrer uno de esos paraísos fiscales visitando bancos en vez de museos, con bolsas cargadas de dinero, cuyos nombres ni siquiera hemos oído nombrar los pobres mortales que nos dedicamos a pagarles semejantes caprichos y llegar como podemos a final de mes. Es en lo que inevitablemente degenera una partitocracia, ya que el pobre ciudadano pagafantas sólo puede escoger cada cuatro años qué oligarquía va a expoliarlo. Además, para más inri, esas oligarquías siempre nadarán acompañadas de rémoras con nombres como los Eres, Millet, y para qué seguir...

¡Claro! que uno se pregunta si también habría posibilidades de que en vez de sumar mediocridad y avaricia sumásemos inteligencia, creatividad y mérito. De que en vez de el dispendio del dinero público … ¡sí!, de eso que no es de nadie, tuviésemos una gestión eficaz y sostenible. Si en vez de esquilmar la economía disfrutáramos de gestores que llegasen por su mérito y amor al servicio público, sacrificando a veces parte de su bienestar. Sí señores, sí. Esa gente existe y el método que facilita esta segunda opción también: se llama democracia.

No voy a entrar en la discusión de por qué la antes excelentemente organizada y adoctrinada izquierda mantuvo su bochornoso silencio cuando el gobierno socialista esquilmaba España incitando a las rémoras a un obsceno empacho, y en cambio ahora lo sindicatos sacan tambores de guerra cuando fueron los primeros en usar la reforma laboral para echar a sus propios trabajadores en masa con una mano alante y otra atrás. Me molesta el comportamiento troglodita. Españoles divididos protegiendo a una u otra facción que están viviendo tan bien a costa del cuento de las autonomías y la partitocracia. Que te engañen un año, vale. ¿pero más de cuarenta? Tiene que haber un motivo para ello y, en mi opinión, el responsable es la ingeniería social mediante la cual los ciudadanos embisten al capote y no al torero.

El votante vive una realidad: la inflación, llegar a final de mes, la hipoteca, el paro, los desahucios, la indigencia y sueldos mileuristas o que gentuza le okupen la casa o el piso para plantar maría y esos elementos tengan más derechos que su legítimo propietario. Mientras, los medios también fijan su atención en el capote. La culpa es de la crisis, de los bancos, de Rajoy o es de Zapatero o de Aznar... o Felipe González ... Ahora nos sale una corruptela, y después otra de los distintos gobiernos, y si me apuras hasta la culpa es de Franco. Y el torero agita la capa y nosotros embestimos Continuar lectura en El Diestro>>

martes, 24 de noviembre de 2015

Una sociedad boba no puede sobrevivir





Tal como están las cosas, uno no se extraña de que exista tanto necio adornado con títulos universitarios y matrículas de honor, pero cuyo honor deje mucho que desear. Son los amos y señores del populismo, del no a la guerra, del buenismo bobalicón y pagado que les permite vivir sin haber pegado nunca palo al agua. La indignidad se halla montada como forma de vida en esos expertos en opinar carentes de todo criterio, en los de vivir de okupas eternamente subvencionados y que pueden acabar de alcaldes o regidores; en esos vividores sin escrúpulos que llegan a altos puestos políticos apareciendo día sí día también en todos los medios de comunicación, y hasta en esos cansinos profesionales del pancartismo. Todos ellos  forman una melé que dibuja la indignidad de una parte del panorama social y político de una nación. Aquellos que han vivido y vivirán siempre del cuento triunfan catapultados por unos mediocres medios de comunicación incapaces de ofrecer un debate cultural en condiciones ofreciendo, en cambio, la falsa imagen de que para triunfar solo tienes que presentarte a un reality, o más bien a un bochornoso espectáculo sobre algo que nada tiene que ver con la realidad. Ninguna sociedad puede sobrevivir catapultando al liderazgo a tanto necio o corrupto mangoneando y manteniéndolos montados en la ola de la subvención, o de la popularidad, como hasta ahora viene ocurriendo; y mucho peor, si encima se les escucha cuales oráculos de Delfos o verdaderos catedráticos.

En caso de alcanzar el poder esos trepas sociales se convertirán en los grandes productores en serie de ninis, chonis y canis; serán los responsables de cargarse la instrucción y el ya maltrecho estudio en los centros escolares y las universidades inundándolos de bobos objetores culturales cuya presencia se hace insoportable no solo en las escuelas sino en las mismas familias. Otra cosa es que las familias les vote para quitarse al niñato o a la niñata unas horas de encima porque no saben qué hacer con ellos. Porque ¿qué haces con un eterno adolescente de 18 o 20 o 30 años estudiando la enseñanza obligatoria? ¿Cómo puede alguien pretender imponer la enseñanza obligatoria hasta los 18 años, por ejemplo? Los antiguos maestros de la EGB ya considerábamos que ciertos niños de 14 años ya eran claros objetores escolares, pero entonces tenían otra oportunidad con la FP. Mantenerlos aparcados hasta los 16 ha resultado una tarea titánica y un enorme fracaso que ha destrozado a muchos profesores y ahora los quieren sacar de la litrona y el paro aparcándolos hasta los 18. Eso solo lo puede pretender un ignorante o alguien a quien el pueblo le importa una higa. Desde luego no es la solución, pero el populismo es el populismo. Recuerdo con nostalgia que cuando era niño a los 14 añitos te podías ir de aprendiz de un maestro de oficio y aprender un oficio. Encima que te enseñaban, además de no pagar por ello cobrabas algo. Por si fuese poco, para quien viese que no le gustaba porque trabajar es duro existía la oportunidad del reciclaje con la enseñanza nocturna. Constituía una brillante oportunidad de movilidad social para todos. Pero supongo que esa opción no es políticamente correcta.

Pues nada, sigamos creyendo toda la sarta de mentiras que los populistas y "expertos" vomitan por los grandes medios de comunicación, y que las futuras generaciones sean todavía más bobas para poder ser manipuladas a gusto de la panda de vividores y de sus descendientes. Tendremos lo que nos merezcamos.
Vicente Jiménez

jueves, 18 de junio de 2015

¿Por qué la casta jamás dimite?


“¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” fueron las impresionantes y lapidarias palabras que la ilustrada, revolucionaria, culta e inteligente Madame Roland pronunció al subir al cadalso y ver la pequeña estatua de la Libertad, situada en la entonces Plaza de la Revolución de París, hoy Plaza de la Concordia. Su cuello cayó cercenado por la guillotina y la barbarie en plena dictadura jacobina donde se cometieron verdaderas atrocidades en un baño de sangre al que sucumbieron unas doce mil personas en Francia.El terror fue absoluto: cualquier leve denuncia de un vecino podía conducirte al paseo fatal a la tortura y la muerte.

Ni qué decir tiene que la Revolución Francesa impresionaría a todos los europeos coetáneos y de futuras generaciones, y mucho más a los franceses. También afectaría a la historia europea de forma determinante: somos hijos de la Revolución Francesa cuyos principios intentarían ser más o menos adaptados en Europa. Algo falló estrepitosamente en una revolución que podría haber fluido hacia la libertad y que lo único que pretendía al principio era que los diputados que iban a Versalles pudiesen legislar por mandato imperativo representando a la comuna de París mientras Luis XVI mantenía el poder ejecutivo. Primera traición del Rey: junto al alto clero y aconsejado por la nobleza que se quejaron al monarca, mediante carta firmada, sobre la aspiración de que los  ciudadanos siquiera se planteasen tener derechos. Con las espaldas cubiertas por ejércitos extranjeros Luis XVI cometió la primera felonía: fue entonces cuando París tuvo noticias de la alianza e inminente invasión de los ejércitos alemán y suizo para someterlos. Los parisinos no se habían planteado, ni siquiera, rebelarse; pero el azar juegó su papel en el banco de pruebas de la historia con la quema de la Bastilla, el Gran Miedo, la quema de documentos de propiedad en castillos que estaban sin custodiar por la política llevada a cabo años antes por el cardenal Richelieu, quien había concentrado a la alta nobleza en Versalles para controlarlos mejor, la compra de terrenos pertenecientes a una nobleza con excesivo capital inmobiliario pero muy escaso de capital mobiliario, el hambre por las malas cosechas, la alta mortalidad por un año excesivamente frío y.., la nueva traición del monarca hacia el pueblo en su huida de París para buscar protección en la frontera norte donde los ejércitos enemigos ya estaban dispuestos... Otro hecho se añadiría a la cadena de sucesos cuando la huida de la familia real fue descubierta en el último momento cerca de la frontera y de que el monarca junto a su familia fuese detenido en Varennes.

En toda esta melé, caben destacar dos sucesos que afectarían a todas las democracias europeas que habrían de emerger: la desfachatez de la Asamblea Nacional mintiéndole al pueblo sobre la versión de la huida de Luis XVI y familia, y el uso institucional del crimen de Estado: crímenes cometidos por lo peor del populacho y bajos fondos de París después de la toma de la Bastilla, que en vez de ser castigados fueron posteriormente sacralizados con un Tedeum por el Obispo de París, el rey y la reina en la Catedral de Notre Dame luciendo todos el gorro frigio, y así elevar la toma de la Bastilla a la categoría de mito de la revolución. Como puede comprobarse, la Revolución Francesa nada tiene que ver con la interpretación marxista sobre una revolución burguesa.
El mito de la Bastilla permitió a Luis XVI y a la Asamblea Nacional institucionalizar una Revolución con una Monarquía que retenía el poder ejecutivo y el judicial, y compartía con la representación nacional el poder legislativo. Este simulacro de revolución por consenso, esta glorificación del crimen, este error político no podía dejar de producir errores y crímenes mayores en el futuro inmediato. La fábula de la Bastilla fundó la práctica y la teoría de las revoluciones y contrarrevoluciones europeas, sobre la falsa creencia de que el Estado es un aparato externo a la sociedad que se puede tomar, con violencia o sin ella, para dirigirlo contra la burguesía, contra la clase obrera o contra el pueblo. A.G. Trevijano, Teoría Pura República, pág 37
A esta traición hay que sumarle otra más siniestra y que nos afecta todavía a los europeos: el secuestro de la representación de los ciudadanos por parte del abate Sieyès, que anuló el mandato imperativo del pueblo y la posibilidad de revocar a los representantes en la Asamblea Nacional en caso de deslealtad hacia los ciudadanos. Con ello consiguió el poder para los mandatarios, que éstos careciesen de cualquier responsabilidad ante sus electores y se apoderasen de la voluntad general del pueblo: adiós a la representación en una Europa que tomaría a la Revolución Francesa como modelo en posteriores revoluciones. Y como el primer paso hacia la democracia es la representación, adiós también a la democracia. La revolución dejó carta blanca a los diputados para que hiciesen lo que les diera la gana.
De ahí que a este artículo le acompañe el Hashtag en el título de #LaCastaNoDimite, tema candente que en este momento como en otros anteriores vienen como anillo al dedo. Si pueden hacer lo que quieran ¿por qué van a dimitir?


Creo que el paisaje nos empieza a ser alarmantemente familiar: tan solo hay que echar una ojeada a cualquier medio en España, Italia, Grecia, Portugal. Todo el efecto dominó y serie de trágicos acontecimientos, como el horror epitimado en la escena de Madame Roland subiendo al cadalso, el mito de la Bastilla, los crímenes de Estado y el mal enfermizo que institucionalizaría un perverso personaje como Sieyes impide cualquier democracia y afectaría a la vieja Europa hasta nuestros días. Los principios de libertad de los que partieron EE UU nada tienen que ver con nuestra historia contemporánea Europea en lo referente a la democracia. No entra en estos momentos analizar los motivos que conducirían a Francia, Inglaterra y Suiza a acercarse a la democracia, pero algo es irrefutable: los problemas de todo el arco mediterráneo son muy similares porque los sistemas sin representación y absoluta carencia de representatividad se asemejan. Se inspiraron en la misma fuente.


Vicente Jiménez



Bibliografía
A.G. Trevijano, Teoría pura de la república, Libro I, Ediciones MRC
Jacques Godechot. Las revoluciones (1770-1799), 4ª ed. Barcelona: Labor, 1981
Historia Universal: Época del terror


sábado, 14 de marzo de 2015

¿Pero qué narices es eso de la casta?


 
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Casta

He visto en nuestras pedagógicas tertulias televisivas cómo cuando a los líderes de cierto partido que acostumbran a utilizar el término casta les preguntaban sobre su significado no solo han ido deslizando el significante, que diría Saussure, a conveniencia sino que jamás han acertado ni una: ¡vamos!, que más bien parecían utilizar el término casta porque quedaba bien y se lo habían oído a su jefe, creyendo obedientes que la tal palabreja les aportaría votos. Ellos, claro, como buenos sectarios ideas propias ni una, que eso sería pecado: lo que les digan y cuando se los digan los de arriba. Esa es la base primordial del pensamiento único. Dónde iríamos a parar...

Hete aquí que primero empezaron a calificar a todo político que cobrase más que un obrero de casta y prometieron que ellos se iban a asignar el sueldo mínimo más un no sé qué añadido. Después, por motivos que se nos escapan, el significado pasó a designar tan solo a los políticos corruptos. Ahora ni ellos saben dónde colocar el término porque en cada estadio definitorio del vocablo casta les han pillao con el carrito del helao. Vivir para ver.

Curioso el relativismo que nos embarga y cómo significantes y significados se deslizan en quasi aleatorias relaciones paradigmáticas según viene a cuento. Lo que hoy es mañana no.


Pero si es que el término de casta se le puede explicar muy llanamente al pueblo, pues se supone que es a quienes va dirigido tan docto concepto. Podemos utilizar cultismos como el de imposibilidad de movilidad social y demás zarandajas para explicar lo que significa casta. La cuestión es muy simple: ¿tus retoños podrán ocupar altos puestos de responsabilidad política igual que cualquier hijo de digamos un Pujol, Griñan, Zapatero, Aznar, Toxo, Méndez,etc? ¿O serán los hijos de esos próceres quienes ocupen dichos puestos para después pasar a los consejos de administración de la banca, las compañías energéticas, de comunicación, etc? No olvidemos que fueron los equipos jurídicos de esas compañías las que en realidad dictaron las leyes que pasarían después al Congreso mientras los políticos ejercían de representantes nuestros: quid pro quo. ¿Tenemos todos las mismas oportunidades? ¿Quienes podrán ganar sueldos de ensueño sin pegar palo al agua solo por estar ociosamente ocupados? Pues eso amigos es casta, y que ningún espabilado nos vengan con zarandajas diciendo que va a barrer a la casta cuando ya puede estar formando parte de la misma.

Vicente Jiménez

viernes, 21 de noviembre de 2014

Todo por conseguir el poder


Artículo de colaboración
El siguiente artículo esta presentado por Red de Blogs Comprometidos, un grupo de personas a quienes les preocupa la situación que se está viviendo en la actualidad y lo reflejamos en blogs. También ofrecemos soluciones serias y otras veces críticas.


Hay ocasiones en las que todos los componentes de Somos #Red, nuestro sello en twitter, publicamos algo en común por el interés general que puede representar.

En este artículo, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero estamos seguros de que provocará alguna sonrisa, o algo más...
La Razón diciembre 2014

Si yo fuese infinitamente más amoral que todos los corruptos políticos y financieros que han y están surgiendo a la luz intentaría superarlos a todos; vamos, que los dejaría a la altura del betún: para ello aprovecharía de forma inteligente el descontento popular que inevitablemente surge en épocas de crisis. Como inmoral y oportunista profesional me aprovecharía de la carroña para alimentarme. Haría acto de presencia en aquellos lugares donde se concentrase el descontento, pero no sería uno más: sobresalir es un trabajo de equipo y recibir palos un trabajo para el equipo, que yo quedaría siempre en un discreto segundo plano cuando la cosa se calienta o te pueden calentar. Si fuese un profesor de universidad, por ejemplo, usaría a los alumnos como kleenex y los pondría por delante en las manifestaciones para que recibiesen los palos ellos. Yo y la cúpula me quedaría detrás en la retaguardia y después recogería los réditos: cuanto más hubiese asalvajado a mis alumnos mejor y cuanto más palos hubiesen recibido, mejor. Así podría hasta llegar a presidente de una nación comunista.

Lo segundo sería sacar rédito de forma inteligente a los de Sol y el movimiento 15M. Las hienas nunca roban las presas solas así que me iría haciendo notar poco a poco, pero corriendo los mínimos riesgos posibles: si en una manifa las cosas se pusiesen feas siempre lanzaría a los más tontos y crédulos por delante a pelearse con la policía y puede que ser heridos o detenidos mientras yo permanecería al abrigo de la retaguardia: el mundo sigue siendo de los listos y no voy a cambiar de costumbres, faltaría más. Cuando yo hablase en las asambleas siempre habría sectarios de mi manada que aplaudirían mi discurso hasta con las orejas y poco a poco sobresaldría de la masa hasta convertirme en líder; y para ello al final necesitas teatralizar
en serio algo más . Ya no estoy en Sol ni con alumnos. La cosa pasa a mayores: ahora están los medio pendientes, etc.

Para escenificar necesitas montajes de plataformas, propaganda, escenarios, cámaras..., dinero, en definitiva: mucho dinero. Dinero para material, para aparecer machaconamente de forma triunfalista como un anuncio de la Coca Cola, aplaudiendo a no sé qué. La gente ignorante funcional pensará, si aplauden es que algo estarán haciendo muy bien. Lo pobres ni se dan cuenta de que se trata de autoaplauso vacío de contenido y sentido común..., aplaudir queda bien, después de colocar a tus acólitos estratégicamente y manipular las asambleas con las viejas técnicas; sí, esas que ridiculizan, obvian o simplemente se deshacen de los elementos discordantes. Aplausos garantizados: plas, plas, plas; y las cámaras y micrófonos recogiendo la instantánea después de poner a parir las maldades de los políticos y del sistema. No hay mejor forma de practicar la demagogia que utilizar verdades a medias para colar mentiras enteras. Yo os salvaré porque soy honrado y los míos también: nosotros somos el pueblo ¡Qué digo el pueblo! soy Moisés, soy Jesucristo...

Para conseguir financiación vendería España a una potencia extranjera cuyo sistema político estuviese en las antípodas del que en esos momentos teóricamente predominase aquí. A cambio obtendría financiación para esos medios de comunicación con el compromiso de cumplir futuros pactos inconfesables que beneficiasen al país inversor y a mi persona: chico, si me pagas los medios de comunicación para bombardear a los tontiñoles yo te cuelo esa ideología en Tontilandia y después nos ponemos las botas.

Con los medios de comunicación de masas a mi servicio haría que las noticias de corrupción fuesen el pan nuestro de cada día y me introduciría poco a poco en programas de tertulias políticas. Sabría emplear muy bien el dinero con el que me apoyasen. El pueblo lanar, crédulo y tonto de capirote me seguiría como al nuevo mesías y también le habría calentado la oreja a los antisistema que dominan la calle a sus anchas. Dominando la calle y unos medios es imposible que no me convirtiese en el puto amo. Y siendo mi supuesta ideología de carácter universal prometería abrir fronteras y dar un sueldo fijo a todo el que aterrizase por estas tierras de jauja. Prometería que en mi nuevo edén todos los desesperados podrían disponer de sueldos de ensueño y techo sin trabajar. Para eso pagarían los tontos que me eligiesen, pero ellos no se darían cuenta de ese detalle hasta que fuese demasiado tarde. Prometería la luna y todo lo que quisiesen escuchar, pero sabiendo que llegar hoy a la luna es imposible, tal como están las cosas. Pero tontiñoles son tan infantiloides que les puedo prometer lo más absurdo y se lo creerán como los niños creen en los Reyes Magos. En España vamos a gobernar los ciudadanos por asambleas de barrio. Plas, plas, plas, más aplausos... Aquí mandáis vosotros... plas, plas, plas...

Chicos, eso es democracia de verdad y no la de esos mangantes bipartidistas: nosotros somos la honradez personificada, nosotros somos el pueblo. Luego, claro está, ante semejante manada de crédulos realizaría la transformación del agua en vino y ¡alehop! Ya somos un partido. Chicos, para ganar y acabar con esos corruptos hay que convertirse en un partido como los demás. De ahí a ser el puto amo ya no queda nada.

Luego..., lo que se da no se quita jamás. JAJAJAJAJA (risa tenebrosa, y se cierra el telón). Nunca más volveréis a votar.

Somos #RED


sábado, 15 de noviembre de 2014

Qué podemos esperar de Podemos


Últimamente parece haber surgido una nueva moda desde los informativos de radio y televisión, o las tertulias televisivas de periodistas con los eternos políticos invitados, y también en los periódicos de gran tirada consistente en ir martilleando tautológicamente el tema de la corrupción como si  de un fenómeno reciente se tratase.

Pero lo más curioso son unos personajes que han aparecido a todas horas y como por generación espontánea se han convertido en endémicos. Se trata de convidados que parecen tener todas las respuestas para salvar España denunciando mesiánicamente a los políticos activos y al sistema donde se permiten y desarrollan tales desmanes y corruptelas: dichos salvadores de patrias etiquetan al gremio de políticos con el nombre casta. De esta forma exceptuando, creo, a TVE mediáticamente se les ha potenciado contrastándolos a ellos con el aluvión de corruptelas. Los líderes del partido Podemos se autopresentan como adalides de la anticasta. Y voluntaria o involuntariamente los medios han contribuido a orquestarle a Podemos una impecable e impresionante campaña de publicidad. Y ellos, claro está, añaden el sello del triunfalismo rampante: compren nuestro producto, vienen a decirnos; cual anuncio de lotería de Navidad. Somos los de Podemos. Jamás se dio semejante trato de favor mediático a ningún partido, más y cuando tampoco aportan nada nuevo, como ellos afirman.

Ahora bien, presentarse como limpios y puros de corazón cuando no se ha tenido todavía ninguna oportunidad de corromperse suena a tomadura de pelo. Si jamás han tenido responsabilidades de gobierno tampoco han tenido la oportunidad de corromperse en política: por lo menos en España. Pero ellos se han autocalificado con el sello de la honradez dentro de su ADN. 


No vamos a analizar ni el programa (si lo tuviese) ni la ideología del nuevo partido Podemos porque cualquier ideología conduce a la irrealidad de las utopía y los cuentos cuentos son. Lo que vamos es a analizar verdades irrefutables del estado de la situación bajo los parámetros de la ciencia política.
 

Para aquellos cuyo interés sea anteponer la libertad a la igualdad las propuestas de cualquier sistema de partidos como en los que viven las potencias perdedoras de la segunda guerra mundial, junto a España, las tendríamos que enmarcar fuera del conjunto de libertades colectivas. Ya el tribunal de Bon  definió el sistema que surgió tras la Gran Guerra como Estados de partidos: es decir, los partidos formarían todos parte del Estado y daría igualo que fuese un solo partido o muchos.

Como de ese detalle Podemos no dice nada, pues no se le aprecia ninguna diferencia con cualquier otro de los partidos existentes. Pero si encima quieren resucitar viejas teorías leninistas que ya han demostrado su fracaso pues apaga y vámonos. Si quisiese vivir como lo hacen en Cuba o Venezuela ya me habría marchado a uno de esos países. No estaría mal que los líderes de Podemos se planteasen esa idea. 

La diferencia que nos enmarca a los amantes de la libertad colectiva fuera de las utopías es que el sistema de libertades democráticas sí triunfó históricamente en las trece colonias inglesas que se independizaron de Inglaterra. Así que en EE UU se logró históricamente el triunfo de la democracia mientras que el de las utopías igualitarias marxistas han fracasado estrepitosamente y sin excepción.

El sistema de libertades empieza a tomar sentido en la representación del ciudadano donde los diputados deben actuar para legislar como simples apoderados nuestros en el Congreso: es decir, como nuestros representantes. Representar o ser apoderado de alguien marca muy bien los límites en los que ese alguien puede actuar por nosotros: representar significa estar presentes por, pero no para todo y de cualquier manera: deben estar para cumplir con lo que les hemos mandado nosotros; de ahí el mandato imperativo. Ahora bien, ese mandato imperativo ha de surgir desde el origen: desde la sociedad civil y no desde los jefes de partido. Por cierto, nuestra constitución ¿no prohibe el mandato imperativo refiriéndose a los Jefes de partido? Ejem...

Ante la actitud reaccionaria de Podemos con sus sistemas asamblearios que la Ley de Hierro de los partidos desmonta de un plumazo hay que anteponer la representación. Quien ideó la representación fue Marsiglio de Pádua, y si antes nos hemos referido a los grandes filósofos que pensaron teóricamente en los principios que podían conducir a la participación ciudadana en la política también hemos comentado como el experimento useño demostró la certeza de esas teorías en la práctica. Sería Tocqueville quien analizaría más tarde el resultado del experimento useño corroborando el resultado.
 

Dicho sistema de libertades colectivas también se apoya en otro fulcro: el de la separación más escrupulosa entre el poder legislativo y el poder ejecutivo. No puede haber libertad sin Montesquieu

De la representación ha de surgir también un Presidente de Gobierno honrado, valiente e inteligente que hubiésemos escogido para que tomase las decisiones en todas aquellas situaciones no previstas: lo que es un verdadero hombre de Estado.


Tendríamos entonces a nuestro servicio al gobierno para tomar decisiones para salvar al pueblo durante las emergencias o lo imprevisto y a los funcionarios para solventar la papeleta ante lo previsible: por eso los funcionarios no toman ni una sola decisión fuera de sus normativas: porque todo lo tienen previsto. Así cualquier ciudadano podría pensar: "en mis apoderados los legisladores, en el hombre de estado presidente junto al gobierno, en los funcionarios y en mi propia industria para sacar mi casa adelante es en quienes confiaré la tranquilidad de mi sueño y no el insomnio de mi desconcierto actual".

Podemos no ofrece nada nuevo al permanecer en el sistema de partidos. Presumen de demócratas cuando desconocen lo que significa la democracia creyéndose que están en la Atenas de Pericles.


Incluso si les funcionasen las asambleas, a los ciudadanos no nos afecta para nada la democracia que puedan tener dentro de su partido porque ese detalle de democracia interna en los partidos, en caso de existir (veremos que no) les afectaría solo a ellos: lo que de verdad nos importa a los electores es la democracia existente fuera de los partidos; esa de la representación y separación absoluta de poderes.

Es más, los líderes de Podemos ignoran la Ley de Hierro de Robert Michels, quien llegó a la conclusión al estudiar la estructura de los grandes partidos de masas europeos, especialmente la del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), que el poder de los partidos de masas desemboca inevitablemente concentrado en un grupo más o menos reducido. Es decir, el poder se lo queda uno y de ahí a escoger a un secretario general no ha pasado mucho. Si eso es cierto mucho menos cierto será afirmar que una nación como España puede gobernarse mediante bulés asamblearias de gobierno; concepto absolutamente reaccionario que nos devuelve a los principios de la democracia griega y obvia el antiguo y probado descubrimiento de Marsiglio de Padua.

En conclusión: ni puede haber democracia interna dentro de ningún partido de masas ni una nación se puede gobernar mediante asambleas. Esas ideas no dejan de despertar cierta sonrisa por lo pueriles que resultan si prescindimos de la ignorancia, pero hay muchos desesperados y convencidos de buena fe dispuestos a creerlas.

Tampoco deja de ser anecdótico que Podemos haya copiado de Obama el Yes We Can y del periodista Enrique de Diego el concepto de casta, idea que desarrolló el periodista y escritor en su Manifiesto de las Clases Medias.

Pero todo lo perdonaría yo si viese en el programa de Podemos o de cualquier otro partido la propuesta del cambio de la Ley Electoral: el lodo que ha traído estos barros y nos ha metido en una ciénaga. Ningún partido propone al diputado de distrito, que tal como indica el pensador y jurista A.G.Trevijano ha de partir de distritos pequeños de unos cien mil habitantes; pagado por esos habitantes, representando a ese distrito electoral con cargo revocable y que debe ser escogido por mayoría absoluta: a doble vuelta si fuese necesario. Ese sí sería un primer paso hacia la democracia. Es evidente que un cambio de ley electoral pero para meternos en un sistema totalitario del tipo que sea sería entonces algo contra lo que habría que luchar con uñas y dientes.


Pero bajo esa falsa apariencia innovadora Podemos sí puede aportarnos algo positivo y es el enorme terror que los oligarcas puedan sentir a perder sus hasta ahora inamovibles poltronas. Seguramente, en ese miedo Podemos será un acicate para que quienes mandan hagan mejor las cosas y pierdan esa sensación de impunidad con la que han actuado hasta ahora. Claro, que eso ocurrirá mientras que Podemos no sea fagocitado por los consensos y el sistema actual. El primer paso ya lo han dado bajo los vítores de sus fieles elegiendo Secretario General y la cúpula. La ley de hierro es un principio universal.

Vicente Jiménez

jueves, 17 de octubre de 2013

El festín en el reparto de España por las oligarquías


En el apunte anterior sobre “Los resortes del poder” ya nos paseamos por tres hechos importantes del Renacimiento en Florencia: el patronazgo de ciertas familias todopoderosas hacia los grandes genios del Renacimiento, la ruptura progresiva con el orden medieval y la influencia que habría de proyectar Maquiavelo al separar la moral de la política. Maquiavelo rompió con la visión Aristotélica recogida después por San Agustín del hombre que actúa guiado por fuerzas morales en cuestiones de Estado para alcanzar la plenitud en una ciudad perfecta. Fuera de esa utopía el hombre queda desnudo, tal como es, con su propia naturaleza como herramienta de supervivencia.


La genialidad de las propuestas de Maquiavelo al separar moral y política es lo que no estudiarían ni aplicarían jamás los padres de nuestra patria al planificar nuestra luctuosa transición y creer que los nacionalismo quedarían resueltos dejándoles un jugoso trozo del pastel: el pastel era España y el poder intacto de Franco a su muerte; que es lo que en realidad se repartieron. Jamás hubo deseos de democracia sino sólo de reparto de unos despojos de cuarenta años de dictadura y de una clase media bien establecida productora y consumidora de riqueza y bienestar que había ganado su lugar como productora y consumidora de riqueza y bienestar a base de sangre sudor y lágrimas: una generación que trabajó lo indecible para que sus hijos “no pasaran por lo mismo que habían sufrido ellos”.


La depredación, esquilmo y control absoluto por parte de esa advenediza casta política sin ninguna oposición no dejo rincón por hurgar: Cajas de Ahorro, bancos, medios de comunicación, empresas estatales que se privatizaron, etc. Los sindicatos se unieron al festín estando tan incrustados en el Estado como los partido políticos: al fin y al cabo seguíamos con un franquismo, pero peor.


Al no haber división de poderes ni representación alguna de la sociedad civil por ningún lado la impunidad garantizó una patente de corso a los políticos: incluso uno de los últimos presidentes llegó a decir que el dinero público no era de nadie... y les dio barra libre.


Llegó un nuevo presidente de quien esperábamos que pusiese coto a tanto sinvergüenza, pero en vez de ponérselo a la clase política y quitar el dislate insostenible de diecisiete gobiernos autonómicos (el reparto del pastel) le puso los recortes a la ya vapuleada clase media, con lo que su extinción como especie quedó garantizada.

El buen royo con los nacionalistas dándoles unas competencias de gobierno como nunca habían conseguido solo incitó el hambre de la secesión: secesión para que unas cuantas familias privilegiadas puedan montar su cortijo particular con el maridaje ya del poder absoluto; ninguno de los líderes secesionistas ha hablado ni hablará nunca de separación de poderes y representación. Eso sí, prostituirán la palabra democracia hasta límites insospechados: es su forma de hacer.


Los padres de la patria debían haber leído “El Príncipe” de Maquiavelo para darse cuenta que un buen gobierno no puede basarse en “buenas intenciones” y buen royo con nadie: separar moral y política es la única solución; no fiarse de nadie y mucho menos fiarse de ningún poder: solo un poder puede oponerse a otro poder. De ahí que formar diecisiete gobiernos (nacionalistas incluidos) equivalen a diecisiete poderes; poderes completamente desbocados en el festín de la depredación de todo lo que se le pusiese al alcance: cualquier cosa era comestible. Y para ciertos grupos poder libre con el objetivo único del odio y la destrucción de España.


España está en estado de excepción y hubiéramos necesitado un Rajoy a la altura de las circunstancias. Pero ha sido más fácil machacar a lo que quedaba de clase media y dejar a los secesionistas el libre albedrío. Más patriótico hubiese resultado una consulta a los españoles con datos en la mano sobre nuestra organización territorial: primar eficiencia y sostenibilidad. Y ya no digo nada de instaurar de una vez por todas una democracia formal...


En el próximo apunte veremos cómo los padres de la patria debieran haber leído no solo a Maquiavelo sino a Hobbes... ¡qué digo!: debieran haber leído algo.

¡Pobre España!

Vicente Jiménez







domingo, 8 de septiembre de 2013

La democracia clara y el chocolate espeso


Voy a contaros una pequeña historia: en cierta ocasión fui testigo de cómo una pregunta conveniente y hábilmente planteada consiguió que barbudos y progres melenudos - uniforme oficial de la progresía de aquella época- eternamente armados con pancartas de “Yankees go home” y “fuera bases americanas”, junto a toda la izquierda más rancia en pleno, votase un sí rotundo a la OTAN cuando Alfonso Guerra, vicepresidente del entonces gobierno socialista, hizo campaña a favor y tuvo la genialidad de redactar la pregunta de forma que le votasen que sí. Pese a este hecho puntual, hoy nadie puede demostrar quién será el próximo presidente de España, como no sea echando las cartas o por artes adivinatorias. Quien crea en ellas, crea también que las ciencias políticas existen.

Podemos tomar como ejemplo de teoría bien establecida la evolución biológica, ya que generaciones de biólogos la han probado y ha pasado por el tamiz de innumerables observaciones. Las teorías beben de observaciones directas. No obstante, ninguna teoría puede ser considerada como una verdad absoluta o la última verdad, ya que pueden darse nuevas observaciones que deshagan esa teoría en favor de otra nueva o simplemente la pulverice. Una sola observación que contradiga la teoría ya es más que suficiente para derrumbarla.


Veamos qué pasa si extraemos con valentía observaciones directas del método de elección de los presidentes de gobierno de nuestra nación para establecer si la hipótesis que nos han dado durante cuarenta años de que vivimos en democracia, casi ya un principio de tanto repetirlo, pasa un análisis serio e inteligente. No olvidemos que la diferencia entre una teoría y un principio es que las teorías pueden cambiar, pero una vez establecido un principio es tan solido que no cambiará nunca.


Unos diputados son los que escogen al presidente de la nación española; de tal suerte, que el reparto proporcional dan una potencia de voto a unos partidos bisagra representantes de minorías y cuyo objetivo final es nuestra destrucción como nación: si descuartizan España ésta desaparece como nación. Y es a partir de la deslealtad del aspirante a presidente, que es nombrado como tal gracias al pacto con los secesionistas, la forma en que se nombra en ciertas ocasiones al presidente de la nación española.


Bien, ya tenemos un motivo que contradice la hipótesis de que los españoles vivimos en democracia porque, desde luego, a la totalidad de la ciudadanía española no nos preguntan nada de eso del "derecho a decidir". Desde el punto de vista científico, la hipótesis que nos han vendido por la cual vivimos en democracia ha volado dinamitada por los aires: aquí las prebendas y derechos son para las minorías mimadas. Y los trozos de cualquier estructura democrática siguen volando con el impulso dado por la Ley d'Hont antes de llegar al punto máximo de altura, pararse en el aire en un punto infinitesimal y volver cayendo atraídos por la ley de gravedad ejercida por consensos: ojalá cayeran por la gravedad de la Ley.


Para empeorar las cosas, esos diputados no los nombra el pueblo, no. Esos diputados los nombra el mismo futuro presidente sometido a los secesionistas porque lo importante es el poder: sea al precio que sea. Es él quien confecciona las listas y el orden en el cual aparecen los aspirantes a diputados. Así, si estás en los primeros puestos de la lista tus opciones de sumarte a las prebendas de la casta política son mayores desde el momento en que entras en la ruleta de la suerte. Si estás de los últimos de la lista... ya sabes: hay que hacer la pelota un poco más... digo: méritos una temporada más. Si alguien duda sobre la obediencia ciega al jefe, salga o no elegido como presidente, que siga viviendo en la felicidad de su ignorancia: “Mira que te quito o te muevo de la lista... o simplemente te hago desaparecer de la lista”. He ahí la cuestión.


A todo esto, los ciudadanos un día cada cuatro años se convierten en funcionarios y te pueden elegir. Es indiscutible que los ciudadanos somos funcionarios el día de las elecciones, ya sea el que sea el partido al que votes éste estará incrustado en el Estado, será pagado por el estado y puede que llegue a legislar: ¡Viva la separación de poderes!


Un observador extranjero que entienda bien el idioma español y lea nuestros periódicos debe quedar estupefacto ante otros hechos incluso más evidentes todavía: el gobierno, por ejemplo, debería tener totalmente prohibida la entrada en el Congreso de los Diputados. Puedo imaginar a nuestro patidifuso observador extranjero preguntándose: -¿Qué hace una bancada de gobierno tras otra, sea del color que sea, legislando?-
La bancadas de colores son ya una traición a las normas de la separación de poderes de la democracia. Los colores para los caramelos. Las bancadas de colores son la prueba palpable de que los partidos forman parte del Estado.

Menos mal que tenemos algún jefe o jefa de partido por ahí que dice que cambiará el sistema de listas cerradas:

- Amigo – dice - la solución está en las listas abiertas. Yo cambiaré el sistema electoral. Votadme y la democracia está servida. -

Pobres ilusos quienes crean que las listas abiertas significan algún cambio sobre el sistema de listas cerradas. ¿Es que no estarás votando a alguien dentro de un partido perteneciente a una bancada que legisla y sigue formando parte del Estado? Seguiremos votando al partido y no a la persona:

- Yo a ti te voto porque te presentas por el PP, o porque eres del PSOE o de CiU o del PC o de IU, o del que sea. Sin el partido y lo que mande tu jefe no vales nada. Te debes al partido y a su disciplina de voto - eufemismo de dictadura. ¿Es que no lo veis? Casi estamos insultando a ese pobre hombre.

El nombre elegible en listas abiertas tiene el mismo compromiso con el partido que el que aparece en las listas cerradas. Otra cosa sería que eligieses a una persona de tu distrito electoral con mandato imperativo. Es decir, obligado a hacer lo que tú le mandas, no le que le manda un partido.


Y lo triste, lo verdaderamente deplorable es que en las redes sociales han introducido voces defendiendo el gran logro que representarían las listas abiertas y mucha gente de buena fe se lo cree. Las listas abiertas que empiezan a asomar tímidamente en los medios de comunicación, como el invento del siglo, como la gran reforma en nuestra constitución para alcanzar más cotas de democracia garantizarán un siglo más de dictadura. Llevamos 40+40 años donde el gobierno propone las leyes y le imprime carácter coercitivo cuando las publica en el Boletín Oficial del Estado. Me parece bien como dictadura mediante oligarquías de partido, pero no como democracia. En democracia ningún  gobierno puede legislar: así de simple. Cuando queramos democracia el gobierno no podrá ni entrar en el Congreso para nada, o solo lo hará excepcionalmente como invitado. Cuando queramos democracia el gobierno no podrá legislar. Cuando queramos democracia el gobierno no podrá imprimir ningún boletín de leyes. Ese día los poderes legislativos y ejecutivos estarán completamente separados tal como nos indicó Montesquieu.


Con las razones expuestas, no es que hayamos dinamitado la idea de que en España haya democracia: es que le hemos aplicado una carga termonuclear. Una sola... una sola razón es suficiente para destruir una hipótesis y desecharla para siempre. Calculen Vds.

Vicente Jiménez






martes, 2 de octubre de 2012

El genio que concedió un deseo


 Revisado en julio 2014
Imagina que te encuentras una lámpara, la frotas y te sale un genio de ella ...
El genio en agradecimiento por haberle liberado te garantiza un deseo, pero que eso de elegirlo tú ni hablar. Que el deseo lo impone él, que es quien hace el truco y pone el trabajo.
Y tú flipando..., no porque se te haya aparecido un genio así por la buenas sino porque a ti el cuento te lo explicaron de otra forma: los deseos ¿no eran tres y además se elegían personalmente? Pero, ¡en fin!, como a caballo regalado no le mires el diente te conformas y antes de que el susodicho genio cambie de opinión le preguntas qué deseo piensa concederte.

Todo el mundo votará lo mismo que tú elijas y cuando lo escribas en esta papeleta se hará realidad en las próximas elecciones.

Y el genio se desvanece y te quedas con una papeleta en blanco en la mano y cara de perplejidad.

Así, después de frotarte bien los ojos y pellizcarte por si estuvieses durmiendo intentas preguntar al genio qué clase de deseo era ese y qué provecho podías a sacarle a que todo el mundo votase lo mismo que tú en las próximas elecciones. Al fin y al cabo, si fueras un político te pondrías las botas, pero como persona relativamente ajena al tema la recompensa no parecía ser gran cosa. Más, teniendo en cuenta que a quien pusieses en la papeleta ya habría elegido a los diputados que representan a ese jefe de partido y no a tí, y que luego esos que él ha elegido lo elegirán a él como Presidente de la nación en un acto mágico de transmutación que maravilla a propios y extraños. Bueno no, aquí no nos maravillamos de nada. Si nos creemos es transmutación también podemos creernos lo del genio, ¿o no?

Aunque luego te pones a cavilar y te sientes algo tentado de obtenerle un poco de partido al regalo del genio. Claro que, por otro lado, los principios te dicen que tiene que haber algo muy siniestro en eso de manipular a la gente para que se crea aquello con lo que de otra manera jamás habrían tragado. Y peor todavía, les prives de la oportunidad de elegir, lo que sea, libremente. Una cosa sería convencerlos razonando con ellos, pero otra muy distinta es quitarles toda opción de libertad de pensamiento y en consecuencia de elección. Pero al final piensas que como tampoco pueden elegir pues el partido ya pertenece al Estado como todos, pues no pasa nada si montas una subasta para vender la papeleta al mejor postor. Ay amigo, ya te ha atrapado el sistema oligárquico de partidos..., te sumas a la corrupción y colaboras con ella como cualquier otro.

Pero para rizar el rizo y  empeorar las cosas, lo que me van a plantear es si quiero seguir siendo del país en el que nací o quiero pertenecer a otro que está por parir. Yo desde luego, tengo claro que a estas alturas de mi vida deseo seguir en el mismo país en el que nací. Eso sí, me gustaría que rigiesen las normas de la democracia formal pero no, no y no a cambiar de nación con otra transmutación mágica. Primero porque me siento así; después porque, por lo poco que me he ido enterando, parece que me prometen el oro y desde luego me darán el moro en mi nueva posible patria. Lo del oro lo cantan al unísono todos los periódicos que puedo comprar en el kiosko de la esquina. Y así voy cavilando también en lo que he podido informarme por otras fuentes no adscritas a los canales oficiales del gobierno de donde vivo. Por ejemplo, unos tipos que antes no conocía pero que últimamente se han hecho famosos por otros motivos nada algüeños, a quienes también desconocía antes de la crisis, como la prima de riesgo y todo eso; y que se llaman Standard & Poor's han bajado esta tierra en la que me ha tocado vivir de la categoría 'BB/B' de 'BBB-/A-3'. ¡Humm, Malum signum “Malum signum
Liebre huye, galgos la siguen” como decía Don Quijote. Y la cosa pinta peor cuando leo que S&P dice que modificar nuestra relación con el gobierno central puede deteriorar nuestra liquidez y un montón de cosas más que intuyo, porque no soy economista, no son nada buenas. Esas liebres seguidas por los galgos quijotescos son la miseria, el hambre y la perpetuación de una casta totalitaria, oligárquica y más voraz todavía. También me llaman la atención ciertos términos que emplean como que la falta de “coordinación” entre la “región” donde vivo y el Estado Español nos deteriorá la economía, cuando casi ni siquiera veo que haya buena relación.

En fin, que la dicotomía entre lo que me dicen los medios de comunicación en donde vivo, sin excepción, y lo que puedo rascar por otros sitios es total.

Por lo tanto, empiezo a preguntarme si el genio no se le habría presentado antes que a mí a algún político de por aquí y le habría ofrecido el mismo trato hace, por lo menos, treinta y dos años. Puede que la papeleta hubiera sido escrita ya hace tiempo y este señor proyectó su anhelo por la magia del genio en todos los periódicos y medios de comunicación para que así se sustanciara el truco poco a poco. Puede que, como humo, haya sido inspirado hasta en el último alvéolo pulmonar de los que se fueron a instruir en los colegios, en los institutos y en las universidades. Puede que las asociaciones culturales, los anuncios en la calle y que todo un miniuniverso haya estado cantando a coro la misma melodía, los mismos mantras, las mismas canciones sagradas ...

Y entonces me di cuenta de una terrible posibilidad, de que la razón podría ser ignorancia e incultura política de un pueblo borreguero en estado puro y por tanto su fundamento sería poco realista, nada práctico. Que el idealismo no tendría ni un atisbo de verdad y mucho de locura. Que lo realmente importante, el gran deseo que otorgaba el genio era la eficacia. Y la eficacia en el mundo de la política nada tendría que ver con la razón, tendría que ver con la emoción. El cerebro político sería el cerebro emocional, el que te hace sentir bien. Y como aquí la razón no cuenta pues procuras agarrarte a todo aquello que coincide y desechar lo que no.

Así, que para racionalizar mi sueño quemé el papel que me había dado el genio. Puede que me precipitase pero no se me ocurrió otra cosa en ese momento. Eso sí, como vuelva a ver al genio otra vez le diré que el deseo lo pido yo y que será que se vote más con la cabeza y menos con el corazón. A ver si así nos va mejor...
Vicente Jiménez