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jueves, 28 de mayo de 2015

Cómo funciona la acción populista



-A mí me fueron muy bien estas pastillas: tómate unas cuantas, a ver si se te pasa…

-Tómese una pastilla cada ocho horas durante dos semanas, y cuando acabe viene a verme.

Aquí tenemos dos registros del lenguaje completamente diferentes; y los lugares donde podríamos enmarcar ambas situaciones también son distintos.

Aunque las pastillas fuesen las mismas, que va a ser que no, la primera frase la podría haber dicho con toda su buena intención, por ejemplo, la señora Pepa; del quinto. La segunda frase nos sugiere más bien la prescripción profesional dada por un médico colegiado. Este ejemplo nos sirve para ilustrarnos sobre la diferencia existente entre una opinión y un criterio.


Criterios y opiniones no son lo mismo

Un criterio entra dentro del campo de lo científico mientras que las opiniones no lo hacen: forman parte de experiencias personales, pero éstas no son necesariamente generalizables ni tienen ningún rigor científico. Ya lo dice el dicho: hay opiniones para todos los gustos. No podríamos decir lo mismo de un criterio. No hay criterios para todos los gustos.

El populismo no se fundamenta en criterios sino que juega con las opiniones para manipularlas y pervertirlas con objeto de alagar al pueblo engañándolo. La ciencia no se puede pervertir porque es objetiva y se trata de una herramienta para aproximarnos a hechos reales y contrastables mediante experimentación y aplicación de las mátememáticas. O algo pertenece a la ciencia, o no pertenece: no hay medias tintas. Las opiniones, en cambio, si se pueden torcer, degenerar, depravar y prostituirse mediante la manipulación demagógica dirigida a un pueblo tan inculto como incauto. Por lo tanto, las soflamas populistas alimentan las más bajas pasiones del pueblo.


Se utiliza la demagogia para dar soluciones sencillas pero falsas a gente sencilla y confiada imbuyendo una inexistente superioridad intelectual y moral. De la superioridad es fácil manipular al pueblo para hacerle llegar al odio al diferente, al que se esfuerza, al que triunfa, a la honradez, al honor, al que no opina igual, a cualquiera que niegue los dogmas vomitados por sus jefes; unos jefes también pobres de pensamiento y carentes de cualquier proyección intelectual.

A quien utiliza así al pueblo solo le conduce sus ansias de poder. Aspira al poder por el poder y carece de  ideología aunque se disfrace de ideólogo. Aspirar al poder por el poder no es comunismo, es fascismo. Los nacionalismos y fascismos van de la mano y aunque fueron completamente derrotados en Europa en la II Gran Guerra pueden siempre resurgir de sus cenizas como ave Fénix, porque aprovechan las debilidades humanas para conseguir el poder absoluto: ese es su cielo.
Con el agua por encima del cuello. Colección Novo Medinilla
El populismo destruye el conocimiento y alimenta la mediocridad: cuanto más mediocre mejor, cuanto más ignorante mejor, cuanto más escaso de cultura mucho mejor. Cuanto más oportunista y carente de escrúpulos mejor. Es el triunfo absoluto de la mediocridad sobre la inteligencia. No existe ni un solo populista inteligente. Los líderes populistas pueden ser listos, pero nunca inteligentes. Inteligencia y populismo son de naturaleza distinta: son como agua y aceite

Mediante el populismo se aprovechan las más bajas pasiones del pueblo para triunfar sobre los incautos, los fracasados que no saben volver a intentarlo, los envidiosos y los más vagos.., quienes son incapaces de esforzarse; y sobre todo el populismo fructifica en el estiércol: en los peores de los peores.., en quienes  carecen de valores morales y utiliza el odio como combustible. Quienes siguen a los populistas tienen en común no sentirse responsables de las malas decisiones tomadas y que les han llevado a fracasar en todo. Para ellos el culpable es siempre otro y el jefe populista está ahí para ofrecerles un culpable a sus males. Las reacciones de estos sujetos pasan del ostracismo hacia el ese falso culpable (separar en guetos a los judíos), en el mejor de los casos, a desear su eliminación ¡Y que peligrosos son cuando la cobardía de unos permite el desarrollo de los regímenes totalitarios:

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.»

Todo líder populista tiene complejo de deidad y odia todo lo que le empequeñece. No es de extrañar que suela acometer obras faraónicas como hicieron Hitler y Mussolini.
Cuando el pueblo se prostituye siguiendo a un jefe populista se convierte en chusma. Pues bien, a la chusma se le prometen imposibles con el solo objetivo de conseguir el poder absoluto. Los líderes populistas se presentan como dioses todopoderosos capaces de hinchar la vanidad del pueblo como un globo. El pueblo no solo se siente superior sino que se endiosa. Todo lo puede conseguir el populacho sin esfuerzo alguno porque se le regalará por propio derecho de superioridad. Es el derecho de los dioses y creen que recibirán como el maná del desierto pisos, luz, agua, transporte, seguridad, alimento, sanidad... Existe mucho de ilusionismo mágico en un jefe populista: su palabra basta para conseguir realidades aunque evidentemente éstas nunca llegarán. Un analfabeto funcional obtiene un título universitario que le hace sentirse un erudito. Y todo se retroalimenta: cuanto más inculto sean los sujetos más cerca estarán de caer en las redes de los demagogos y sumarse ciegos al grupo de seguidores. Poco se percata un pobre diablo que quienes así alagan su ego le van a desposeer hasta de lo poco que todavía posee. Para empezar, contemplemos esa contabilidad; un desgraciado más carecerá ya en el debe respecto a su libertad. Y lo que es peor, puede afectarnos con su ignorancia a los demás.
 

Veo muchos indicios de populismo en estos momentos, pero no es mi función enumerarlos, sino prevenir en mi blog sobre el peligro que nos acecha. Vean, observen, y si también encuentran indicios de populismo por ahí eviten caer en sus garras; y en su caso, no duden en enfrentarse a la bestia. En estos momentos, si bien no tenemos la libertad colectiva de poder elegir nosotros directamente a nuestros representantes,  conservemos como mínimo la libertad personal: el derecho a la propiedad de aquello por lo que tanto hemos trabajado, y tanto esfuerzo hemos invertido. El derecho a contratar, a ser contratado, a adquirir bienes e incluso a los artículos personales más elementales y de supervivencia que les son negados a nuestros hermanos de países en las garras de gobiernos totalitarios como Venezuela. El derecho a movernos libremente por nuestro país, a cambiar divisas y viajar; y tantos otros derechos que damos por garantizados y podemos perder si gana el populismo. Vale la pena luchar con uñas y dientes por nuestras libertades. Personalmente, no solo aspiro y estoy dispuesto a defender mi libertad personal sino además a conseguir también la colectiva. Es la única apuesta que vale la pena. Por lo menos, que las futuras generaciones no digan que no hicimos nada.
 Vicente Jiménez














sábado, 7 de diciembre de 2013

TOTALITARISMOS: un terror que no es película


No es lo mismo el terror de una tiranía del pasado que el se ha dado en los sistemas totalitarios modernos. En el pasado, los tiranos utilizaron el terror como arma para atemorizar, esclavizar; y sobre todo, someter a sus oponentes. Veremos como la diferencia estriba en esta última palabra: “oponentes”.

Según la Historia Ecclesiastica de Orderic Vitalis i, el historiador Orderic relata algo muy significativo acerca de un moribundo y arrepentido rey medieval tirano y brutal como todos. Así, Guillermo el Conquistador confesaría en su lecho de muerte:
"I treated the native inhabitants of the kingdom with unreasonable severity, cruelly oppressed high and low, unjustly disinherited many, and caused the death of thousands by starvation and war, especially in Yorkshire....In mad fury I descended on the English of the north like a raging lion, and ordered that their homes and crops with all their equipment and furnishings should be burnt at once and their great flocks and herds of sheep and cattle slaughtered everywhere. So I chastised a great multitude of men and women with the lash of starvation and, alas! was the cruel murderer of many thousands, both young and old, of this fair people."
Traté a los habitantes nativos del reino (de Anglia) con una severidad irracional. Oprimí cruelmente a nobles y campesinos y esclavos; injustamente desheredé a muchos, y causé la muerte de miles por medio del hambre y la guerra, sobre todo en Yorkshire .... Con furia rabiosa, como un león enfurecido llegué hasta los ingleses del norte, y ordené que debían ser quemados a la vez sus casas y cultivos junto con todas sus herramientas de cultivo y equipos, junto al mobiliario; y sus grandes manadas y rebaños de ovejas y vacas fueron sacrificados y quemados en todas partes. Así castigué a una gran multitud de hombres y mujeres con el azote del hambre y, ¡ay! fui el cruel asesino de muchos miles y miles de personas, tanto jóvenes como mayores, de este pueblo inocente.
Este pequeño extracto de un historiador medieval nos acaba de ofrecer casi una fotografía de la brutalidad con la que los reyes medievales solucionaban sus problemas de conquista, pero existe una diferencia fundamental entre las dictaduras modernas y éstas del pasado. Los sajones que habitaban la Inglaterra de 1056 no pudieron evitar la invasión de los normandos, y por lo tanto como pueblo vencido no podían ver con buenos ojos a los invasores. Guillermo, el rey que los conquistó tuvo que sofocar rebeliones aquí y allí por toda Inglaterra. Una de las más virulentas fue la de York. Aquí hemos leído una visión de cómo el rey, que reinó a caballo recorriendo Inglaterra, trató el problema.

También Stalin y sus bolcheviques realizaron durante su mandato su operación de exterminio sobre Ucrania. Lo podemos llamar genocidio porque por su envergadura, objetivos y métodos, así se enmarcan en la definición de genocidio que dio la convención de la ONU de 1948.




Yosif Stalin (1878-1953) se propuso acabar con "el problema del campesinado" en Ucrania deduciendo que muerto el perro se acabó la rabia, y que al exterminar al campesinado acabaría también con la resistencia nacional ucraniana contra su régimen bolchevique totalitario. Utilizó la hambruna como instrumento para sojuzgar al pueblo ucraniano. Asesinar a todo un pueblo costando diez millones de muertos fue la estrategia elegida por los bolcheviques.

Bien, hasta aquí no vemos mucha diferencia entre Guillermo el Conquistador y Stalin, pero Stalin dio un paso más en el terror cuando éste ya no es empleado como medio de exterminar y atemorizar a los oponentes, sino como instrumento para dominar masas de personas que son perfectamente obedientes. 
El terror, como hoy lo conocemos, ataca sin provocación previa, y sus víctimas son inocentes incluso desde el punto de vista del perseguidor.

Este fue el caso en la Alemania nazi cuando se desencadenó el terror contra los judíos, es decir, contra personas con ciertas características comunes que eran independientes de su conducta específica. 
En la Rusia soviética, según Hannah Arendt en sus orígenes al totalitarismo los hechos, desgraciadamente, resultan muy claros. Por un lado, “el sistema bolchevique, a diferencia del nazi, jamás admitió teóricamente que pudiera practicar el terror contra personas inocentes, y aunque, a la vista de ciertas prácticas, esta posición pudiera parecer hipócrita, constituye toda una diferencia. La práctica rusa, por otro lado, se muestra aún más «avanzada» que la alemana en un aspecto: la arbitrariedad del terror ni siquiera es limitada por la diferenciación racial, y como las antiguas categorías de clases han sido desechadas desde mucho tiempo atrás, cualquiera en Rusia puede convertirse repentinamente en víctima del terror policíaco”.

No nos interesan aquí las últimas consecuencias de la dominación por el terror —es decir, que nadie, ni siquiera el ejecutor, puede estar libre de temor—; en nuestro contexto nos referimos simplemente a la arbitrariedad por la que son elegidas las víctimas, y para esto resulta decisivo que sean objetivamente inocentes, que sean elegidas sin tener en cuenta lo que puedan haber o no haber hecho.

A primera vista puede parecer que se trata de una tardía confirmación de la vieja teoría de la víctima propiciatoria, y es verdad que el que sufre el terror moderno muestra todas las características de la víctima propiciatoria; es objetiva y absolutamente inocente, porque no ha hecho

ni dejado de hacer nada que tenga relación alguna con su destino

Veremos como la diferencia estriba en esta última palabra: “oponentes” decía al principio. Para el totalitarismo moderno no es necesario ser oponente: simplemente con existir puedes ser víctima propiciatoria.

i Orderic Vital u Ordericus Vitalis, (1075 – c. 1142) fue un cronista anglo-normando que escribió una de las grandes crónicas de Normandía e Inglaterra en los siglos XI y XII.
Su obra, la Historia Ecclesiastica, fue una historia general de su época, centrada al principio en la abadía de Saint-Évroult, para luego tratar la historia de Francia desde época carolingia, la conquista normanda de Inglaterra, así como otros muchos aspectos de la historia general medieval (sobre el Papado, los normandos en Sicilia y Apulia, la Primera Cruzada y los primeros reyes normandos de Inglaterra). Fuente – Wilkipedia -
Bibliografía
Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Título original: The origins of the totalitarianism © 1951, 1958, 1966, 1968, 1973, Hannah Arendt Editor: Harcourt Brace Jovanovich, Inc., Nueva York Versión española de Guillermo Solana © Grupo Santillana de Ediciones, S. A., 1974, 1998
BBC The history if the Kings and Queens of England puede tambien verse en youTube  http://youtu.be/IIh_7gEDr-w