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sábado, 15 de agosto de 2015

Jefferson, Montesquieu and the banks


We may extol the virtues of liberalism to the highest levels, but a question still would remain unanswered: is liberalism a cover up for a new dictatorship? Undoubtedly, globalization has released a new dictator which Jefferson had predicted and whether or not Jefferson coined it, for me it was Jefferson, or he was involved in it some way or another
“I believe that banking institutions are more dangerous to our liberties than standing armies. If the American people ever allow private banks to control the issue of their currency, first by inflation, then by deflation, the banks and corporations that will grow up around [the banks] will deprive the people of all property until their children wake-up homeless on the continent their fathers conquered. The issuing power should be taken from the banks and restored to the people, to whom it properly belongs”

But to give the government to the people some great thinkers like Machiavelli, who separated morals from politics therefore separating religion and state. Hobbes, who took over thinking about the power in the hands of the one building the notion of modern states. Locke, who realized that power could be divided and, above all, Montesquieu who separated and confronted powers to be in a balanced in perpetual tension. A “no taxation without representation” which sparkled the great American Revolution and the founding fathers, who put into practice the theories of those former great political philosophers. They all came into the arena to the extent that never in the history of humanity pragmatism had reached such high levels. I see them all, the founding fathers, gathering and discussing if the group of practical political philosophers could have a say, after all, in the future of the nation to be after the stroke of the inevitable whip of war to reach freedom. I'm sure they sat there thinking – So, Now what? What do we do with our freedom? Power in the hands of the one is out of the question. We've had enough of kings with George III. Power in the hands of the few isn't good either. The bunch of few parliamentary there in London were not very helpful, either; and power in the hands of the many can neither be considered. Remember what the mob did to Jesus? The mob can so easily be manipulated. So, they took the three of them and to be confronted confronted in perpetual tension. The President, the Senate and the Congress. All this in a nutshell of course.

But now, the whole issue has developed as Jefferson had predicted. I do not know if he foresaw the topic of globalization and how the market in the global village would affect the people. So the question remaining is how “power should be taken from the banks” as Jefferson said. Where is a new Montesquieu to take this tyrant and separate its powers to confront the financial issues in perpetual tension to achieve the happiness of the many? Where are the new founding fathers? Political power was a monster with three heads which had never been tamed but eventually was. How many heads does financial power have and would it ever be tamed as well?

Vicente Jimenez

jueves, 16 de julio de 2015

La tomadura de pelo del tercer rescate a Grecia


Quienes conozcan este blog se habrán dado cuenta de que no suelo hablar de política, sino de las herramientas necesarias para analizar la política y poder comparar lo que hay con lo que debería haber;  pero ante la tomadura de pelo del tercer rescate a Grecia no puedo resistirme a la tentación de romper mi propia norma, coger el lápiz carbón y esbozar algunas líneas sobre el tema. Terminar el dibujo se lo dejo a Vds.

En este circo ha habido de todo: payasos, equilibristas, ilusionistas, policía bueno, policía malo.., solo tiene que escoger el personaje y colocarle su correspondiente etiqueta. El caso era colarle a los Europeos de la Eurozona que tendríamos que pagarles a los griegos no uno ni dos, sino tres rescates. ¡Ay la Europa lanar toda ella tan socialdemócrata! Con distintas etiquetas pero socialdemócrata al fin y al cabo. Ya lo vaticiné: ni unos se atreverían a marcharse ni los otros a echarla. 

El “greixit”, ese término tan tontorrón que se inventaron simplemente para designar “Greece Exit” o salida de Grecia en inglés zumbaba como un abejorro que jamás se posaría en ningún lugar porque la pista de aterrizaje ni se contemplaba. Para que ello ocurriera también comenté que en Europa deberían existir verdaderos hombres de estado capaces de tomar decisiones. Todo se queda en las formas, pero el contenido sigue siendo tan vacío como la misma socialdemocracia. El montaje del policía bueno y malo sí que es una jugada maestra para engañar a los lanares. Un Tsipras versus una Merkel colocados polisémicamente como signos lingüísticos opuestos. De quien sea el bueno o el malo depende de si los lanares se creen conservadores o progresistas en Europa, o de derechas o de izquierdas en la Epaña cainita. El caso es que las formas se han cuidado con una exquisitez que ya quisiese yo para resolver los problemas reales. Tsipras y sus acólitos presentan  a  Merkel como un enemigo a abatir que los han vuelto a invadir en una especie de Segunda Guerra Mundial bis, virtual. Para eso tuvo la propaganda mediática lanar subvencionada librando la batalla por él. Para los griegos el pobre Tsipras ha hecho todo lo que ha podido por salvar el “honor y dignidad nacional”.

La niebla: cortesía colección Antonio Novo

Lanares griegos, apretaros el cinturón que vais a pagar caro los excesos de las oligarquías que han causado todo esto y a quienes nadie se atreve a derribar, porque como no fuese con una revolución sangrienta no habría forma: la oligarquía es el más estable de los sistemas políticos. La otra solución incruenta e inteligente sería lograr una Europa democrática y no una partidocrática y oligárquica. 

Eso sí, amigos griegos lanares, tenéis a vuestro campeón de opereta que “consulta al pueblo” (después del bombardeo mediático) y  elecciones nuevas en el mismo paquete. Se va a enterar esa Merkel de quienes somos los griegos: ganaría Tsipras otra vez porque volveríamos a votar contra el invasor de la Segunda Guerra Mundial: la Merkel. Nada une más que el enemigo común. Por otro lado, lanares de la unión europea, tampoco os salvareis de la quema: vais a seguir pagando los excesos no solo de las oligarquías que os corresponden sino que también pagaréis los excesos de las ajenas, como el cornudo que encima pone la cama. Más bombardeo mediático garantizado.., hay que ser solidarios y salvar a Grecia, mantenerla heroicamente en el euro, bla, bla, bla. De que paguen los verdaderos culpables nadie dice ni "mu". Son ellos los que deberían sufragar la crisis porque además son los que tienen el capital y los medios. Cuando los poderosos quieren algo mueven los hilos correspondientes en cuestión de segundos y lo consiguen. El pueblo, al carecer de representación surgida en el origen de la sociedad civil no puede lograr nada; pero le montan una consulta, eso sí.  
Pero así como el mundo gira y gira la rueda también gira y gira y las oligarquías seguirán robando a mansalva y nosotros seguiremos pagando sus excesos. Los progres salvamundos continuaran  quedándose en las formas y su infinita mediocridad; ya sea enseñando las tetas en una iglesia o bien meándose como un perrito en la puerta de Branderburgo para que "aprendan esos alemanes". Se van a enterar la Merkel y los de la Troika, debió "pensar" la meona progre de la foto en las redes sociales; pero mientras, las oligarquías mediáticas, financieras y políticas saben que nadie les meterá mano en Europa porque los partidos de Estado, esa base donde todos se apoyan cómodamente seguirán incrustados en el Estado, seguiremos sin verdaderos hombres de Estado elegidos por el pueblo y con el poder para tomar decisiones de verdad que le ofrece el juego democrático de mayorías y minorías, y los ciudadanos seguirán sin verdaderos representantes surgidos directamente del pueblo y no de los partidos.
Vicente Jiménez

Nota: tal como bien me ha apuntado el amigo , al referirme a Europa estoy apuntando hacia la Unión Europea.Esa cuestión ha quedado corregida en esta segunda versión. Agradezco su apunte.

jueves, 18 de junio de 2015

¿Por qué la casta jamás dimite?


“¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” fueron las impresionantes y lapidarias palabras que la ilustrada, revolucionaria, culta e inteligente Madame Roland pronunció al subir al cadalso y ver la pequeña estatua de la Libertad, situada en la entonces Plaza de la Revolución de París, hoy Plaza de la Concordia. Su cuello cayó cercenado por la guillotina y la barbarie en plena dictadura jacobina donde se cometieron verdaderas atrocidades en un baño de sangre al que sucumbieron unas doce mil personas en Francia.El terror fue absoluto: cualquier leve denuncia de un vecino podía conducirte al paseo fatal a la tortura y la muerte.

Ni qué decir tiene que la Revolución Francesa impresionaría a todos los europeos coetáneos y de futuras generaciones, y mucho más a los franceses. También afectaría a la historia europea de forma determinante: somos hijos de la Revolución Francesa cuyos principios intentarían ser más o menos adaptados en Europa. Algo falló estrepitosamente en una revolución que podría haber fluido hacia la libertad y que lo único que pretendía al principio era que los diputados que iban a Versalles pudiesen legislar por mandato imperativo representando a la comuna de París mientras Luis XVI mantenía el poder ejecutivo. Primera traición del Rey: junto al alto clero y aconsejado por la nobleza que se quejaron al monarca, mediante carta firmada, sobre la aspiración de que los  ciudadanos siquiera se planteasen tener derechos. Con las espaldas cubiertas por ejércitos extranjeros Luis XVI cometió la primera felonía: fue entonces cuando París tuvo noticias de la alianza e inminente invasión de los ejércitos alemán y suizo para someterlos. Los parisinos no se habían planteado, ni siquiera, rebelarse; pero el azar juegó su papel en el banco de pruebas de la historia con la quema de la Bastilla, el Gran Miedo, la quema de documentos de propiedad en castillos que estaban sin custodiar por la política llevada a cabo años antes por el cardenal Richelieu, quien había concentrado a la alta nobleza en Versalles para controlarlos mejor, la compra de terrenos pertenecientes a una nobleza con excesivo capital inmobiliario pero muy escaso de capital mobiliario, el hambre por las malas cosechas, la alta mortalidad por un año excesivamente frío y.., la nueva traición del monarca hacia el pueblo en su huida de París para buscar protección en la frontera norte donde los ejércitos enemigos ya estaban dispuestos... Otro hecho se añadiría a la cadena de sucesos cuando la huida de la familia real fue descubierta en el último momento cerca de la frontera y de que el monarca junto a su familia fuese detenido en Varennes.

En toda esta melé, caben destacar dos sucesos que afectarían a todas las democracias europeas que habrían de emerger: la desfachatez de la Asamblea Nacional mintiéndole al pueblo sobre la versión de la huida de Luis XVI y familia, y el uso institucional del crimen de Estado: crímenes cometidos por lo peor del populacho y bajos fondos de París después de la toma de la Bastilla, que en vez de ser castigados fueron posteriormente sacralizados con un Tedeum por el Obispo de París, el rey y la reina en la Catedral de Notre Dame luciendo todos el gorro frigio, y así elevar la toma de la Bastilla a la categoría de mito de la revolución. Como puede comprobarse, la Revolución Francesa nada tiene que ver con la interpretación marxista sobre una revolución burguesa.
El mito de la Bastilla permitió a Luis XVI y a la Asamblea Nacional institucionalizar una Revolución con una Monarquía que retenía el poder ejecutivo y el judicial, y compartía con la representación nacional el poder legislativo. Este simulacro de revolución por consenso, esta glorificación del crimen, este error político no podía dejar de producir errores y crímenes mayores en el futuro inmediato. La fábula de la Bastilla fundó la práctica y la teoría de las revoluciones y contrarrevoluciones europeas, sobre la falsa creencia de que el Estado es un aparato externo a la sociedad que se puede tomar, con violencia o sin ella, para dirigirlo contra la burguesía, contra la clase obrera o contra el pueblo. A.G. Trevijano, Teoría Pura República, pág 37
A esta traición hay que sumarle otra más siniestra y que nos afecta todavía a los europeos: el secuestro de la representación de los ciudadanos por parte del abate Sieyès, que anuló el mandato imperativo del pueblo y la posibilidad de revocar a los representantes en la Asamblea Nacional en caso de deslealtad hacia los ciudadanos. Con ello consiguió el poder para los mandatarios, que éstos careciesen de cualquier responsabilidad ante sus electores y se apoderasen de la voluntad general del pueblo: adiós a la representación en una Europa que tomaría a la Revolución Francesa como modelo en posteriores revoluciones. Y como el primer paso hacia la democracia es la representación, adiós también a la democracia. La revolución dejó carta blanca a los diputados para que hiciesen lo que les diera la gana.
De ahí que a este artículo le acompañe el Hashtag en el título de #LaCastaNoDimite, tema candente que en este momento como en otros anteriores vienen como anillo al dedo. Si pueden hacer lo que quieran ¿por qué van a dimitir?


Creo que el paisaje nos empieza a ser alarmantemente familiar: tan solo hay que echar una ojeada a cualquier medio en España, Italia, Grecia, Portugal. Todo el efecto dominó y serie de trágicos acontecimientos, como el horror epitimado en la escena de Madame Roland subiendo al cadalso, el mito de la Bastilla, los crímenes de Estado y el mal enfermizo que institucionalizaría un perverso personaje como Sieyes impide cualquier democracia y afectaría a la vieja Europa hasta nuestros días. Los principios de libertad de los que partieron EE UU nada tienen que ver con nuestra historia contemporánea Europea en lo referente a la democracia. No entra en estos momentos analizar los motivos que conducirían a Francia, Inglaterra y Suiza a acercarse a la democracia, pero algo es irrefutable: los problemas de todo el arco mediterráneo son muy similares porque los sistemas sin representación y absoluta carencia de representatividad se asemejan. Se inspiraron en la misma fuente.


Vicente Jiménez



Bibliografía
A.G. Trevijano, Teoría pura de la república, Libro I, Ediciones MRC
Jacques Godechot. Las revoluciones (1770-1799), 4ª ed. Barcelona: Labor, 1981
Historia Universal: Época del terror


jueves, 28 de mayo de 2015

Cómo funciona la acción populista



-A mí me fueron muy bien estas pastillas: tómate unas cuantas, a ver si se te pasa…

-Tómese una pastilla cada ocho horas durante dos semanas, y cuando acabe viene a verme.

Aquí tenemos dos registros del lenguaje completamente diferentes; y los lugares donde podríamos enmarcar ambas situaciones también son distintos.

Aunque las pastillas fuesen las mismas, que va a ser que no, la primera frase la podría haber dicho con toda su buena intención, por ejemplo, la señora Pepa; del quinto. La segunda frase nos sugiere más bien la prescripción profesional dada por un médico colegiado. Este ejemplo nos sirve para ilustrarnos sobre la diferencia existente entre una opinión y un criterio.


Criterios y opiniones no son lo mismo

Un criterio entra dentro del campo de lo científico mientras que las opiniones no lo hacen: forman parte de experiencias personales, pero éstas no son necesariamente generalizables ni tienen ningún rigor científico. Ya lo dice el dicho: hay opiniones para todos los gustos. No podríamos decir lo mismo de un criterio. No hay criterios para todos los gustos.

El populismo no se fundamenta en criterios sino que juega con las opiniones para manipularlas y pervertirlas con objeto de alagar al pueblo engañándolo. La ciencia no se puede pervertir porque es objetiva y se trata de una herramienta para aproximarnos a hechos reales y contrastables mediante experimentación y aplicación de las mátememáticas. O algo pertenece a la ciencia, o no pertenece: no hay medias tintas. Las opiniones, en cambio, si se pueden torcer, degenerar, depravar y prostituirse mediante la manipulación demagógica dirigida a un pueblo tan inculto como incauto. Por lo tanto, las soflamas populistas alimentan las más bajas pasiones del pueblo.


Se utiliza la demagogia para dar soluciones sencillas pero falsas a gente sencilla y confiada imbuyendo una inexistente superioridad intelectual y moral. De la superioridad es fácil manipular al pueblo para hacerle llegar al odio al diferente, al que se esfuerza, al que triunfa, a la honradez, al honor, al que no opina igual, a cualquiera que niegue los dogmas vomitados por sus jefes; unos jefes también pobres de pensamiento y carentes de cualquier proyección intelectual.

A quien utiliza así al pueblo solo le conduce sus ansias de poder. Aspira al poder por el poder y carece de  ideología aunque se disfrace de ideólogo. Aspirar al poder por el poder no es comunismo, es fascismo. Los nacionalismos y fascismos van de la mano y aunque fueron completamente derrotados en Europa en la II Gran Guerra pueden siempre resurgir de sus cenizas como ave Fénix, porque aprovechan las debilidades humanas para conseguir el poder absoluto: ese es su cielo.
Con el agua por encima del cuello. Colección Novo Medinilla
El populismo destruye el conocimiento y alimenta la mediocridad: cuanto más mediocre mejor, cuanto más ignorante mejor, cuanto más escaso de cultura mucho mejor. Cuanto más oportunista y carente de escrúpulos mejor. Es el triunfo absoluto de la mediocridad sobre la inteligencia. No existe ni un solo populista inteligente. Los líderes populistas pueden ser listos, pero nunca inteligentes. Inteligencia y populismo son de naturaleza distinta: son como agua y aceite

Mediante el populismo se aprovechan las más bajas pasiones del pueblo para triunfar sobre los incautos, los fracasados que no saben volver a intentarlo, los envidiosos y los más vagos.., quienes son incapaces de esforzarse; y sobre todo el populismo fructifica en el estiércol: en los peores de los peores.., en quienes  carecen de valores morales y utiliza el odio como combustible. Quienes siguen a los populistas tienen en común no sentirse responsables de las malas decisiones tomadas y que les han llevado a fracasar en todo. Para ellos el culpable es siempre otro y el jefe populista está ahí para ofrecerles un culpable a sus males. Las reacciones de estos sujetos pasan del ostracismo hacia el ese falso culpable (separar en guetos a los judíos), en el mejor de los casos, a desear su eliminación ¡Y que peligrosos son cuando la cobardía de unos permite el desarrollo de los regímenes totalitarios:

«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.»

Todo líder populista tiene complejo de deidad y odia todo lo que le empequeñece. No es de extrañar que suela acometer obras faraónicas como hicieron Hitler y Mussolini.
Cuando el pueblo se prostituye siguiendo a un jefe populista se convierte en chusma. Pues bien, a la chusma se le prometen imposibles con el solo objetivo de conseguir el poder absoluto. Los líderes populistas se presentan como dioses todopoderosos capaces de hinchar la vanidad del pueblo como un globo. El pueblo no solo se siente superior sino que se endiosa. Todo lo puede conseguir el populacho sin esfuerzo alguno porque se le regalará por propio derecho de superioridad. Es el derecho de los dioses y creen que recibirán como el maná del desierto pisos, luz, agua, transporte, seguridad, alimento, sanidad... Existe mucho de ilusionismo mágico en un jefe populista: su palabra basta para conseguir realidades aunque evidentemente éstas nunca llegarán. Un analfabeto funcional obtiene un título universitario que le hace sentirse un erudito. Y todo se retroalimenta: cuanto más inculto sean los sujetos más cerca estarán de caer en las redes de los demagogos y sumarse ciegos al grupo de seguidores. Poco se percata un pobre diablo que quienes así alagan su ego le van a desposeer hasta de lo poco que todavía posee. Para empezar, contemplemos esa contabilidad; un desgraciado más carecerá ya en el debe respecto a su libertad. Y lo que es peor, puede afectarnos con su ignorancia a los demás.
 

Veo muchos indicios de populismo en estos momentos, pero no es mi función enumerarlos, sino prevenir en mi blog sobre el peligro que nos acecha. Vean, observen, y si también encuentran indicios de populismo por ahí eviten caer en sus garras; y en su caso, no duden en enfrentarse a la bestia. En estos momentos, si bien no tenemos la libertad colectiva de poder elegir nosotros directamente a nuestros representantes,  conservemos como mínimo la libertad personal: el derecho a la propiedad de aquello por lo que tanto hemos trabajado, y tanto esfuerzo hemos invertido. El derecho a contratar, a ser contratado, a adquirir bienes e incluso a los artículos personales más elementales y de supervivencia que les son negados a nuestros hermanos de países en las garras de gobiernos totalitarios como Venezuela. El derecho a movernos libremente por nuestro país, a cambiar divisas y viajar; y tantos otros derechos que damos por garantizados y podemos perder si gana el populismo. Vale la pena luchar con uñas y dientes por nuestras libertades. Personalmente, no solo aspiro y estoy dispuesto a defender mi libertad personal sino además a conseguir también la colectiva. Es la única apuesta que vale la pena. Por lo menos, que las futuras generaciones no digan que no hicimos nada.
 Vicente Jiménez














viernes, 21 de noviembre de 2014

Todo por conseguir el poder


Artículo de colaboración
El siguiente artículo esta presentado por Red de Blogs Comprometidos, un grupo de personas a quienes les preocupa la situación que se está viviendo en la actualidad y lo reflejamos en blogs. También ofrecemos soluciones serias y otras veces críticas.


Hay ocasiones en las que todos los componentes de Somos #Red, nuestro sello en twitter, publicamos algo en común por el interés general que puede representar.

En este artículo, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero estamos seguros de que provocará alguna sonrisa, o algo más...
La Razón diciembre 2014

Si yo fuese infinitamente más amoral que todos los corruptos políticos y financieros que han y están surgiendo a la luz intentaría superarlos a todos; vamos, que los dejaría a la altura del betún: para ello aprovecharía de forma inteligente el descontento popular que inevitablemente surge en épocas de crisis. Como inmoral y oportunista profesional me aprovecharía de la carroña para alimentarme. Haría acto de presencia en aquellos lugares donde se concentrase el descontento, pero no sería uno más: sobresalir es un trabajo de equipo y recibir palos un trabajo para el equipo, que yo quedaría siempre en un discreto segundo plano cuando la cosa se calienta o te pueden calentar. Si fuese un profesor de universidad, por ejemplo, usaría a los alumnos como kleenex y los pondría por delante en las manifestaciones para que recibiesen los palos ellos. Yo y la cúpula me quedaría detrás en la retaguardia y después recogería los réditos: cuanto más hubiese asalvajado a mis alumnos mejor y cuanto más palos hubiesen recibido, mejor. Así podría hasta llegar a presidente de una nación comunista.

Lo segundo sería sacar rédito de forma inteligente a los de Sol y el movimiento 15M. Las hienas nunca roban las presas solas así que me iría haciendo notar poco a poco, pero corriendo los mínimos riesgos posibles: si en una manifa las cosas se pusiesen feas siempre lanzaría a los más tontos y crédulos por delante a pelearse con la policía y puede que ser heridos o detenidos mientras yo permanecería al abrigo de la retaguardia: el mundo sigue siendo de los listos y no voy a cambiar de costumbres, faltaría más. Cuando yo hablase en las asambleas siempre habría sectarios de mi manada que aplaudirían mi discurso hasta con las orejas y poco a poco sobresaldría de la masa hasta convertirme en líder; y para ello al final necesitas teatralizar
en serio algo más . Ya no estoy en Sol ni con alumnos. La cosa pasa a mayores: ahora están los medio pendientes, etc.

Para escenificar necesitas montajes de plataformas, propaganda, escenarios, cámaras..., dinero, en definitiva: mucho dinero. Dinero para material, para aparecer machaconamente de forma triunfalista como un anuncio de la Coca Cola, aplaudiendo a no sé qué. La gente ignorante funcional pensará, si aplauden es que algo estarán haciendo muy bien. Lo pobres ni se dan cuenta de que se trata de autoaplauso vacío de contenido y sentido común..., aplaudir queda bien, después de colocar a tus acólitos estratégicamente y manipular las asambleas con las viejas técnicas; sí, esas que ridiculizan, obvian o simplemente se deshacen de los elementos discordantes. Aplausos garantizados: plas, plas, plas; y las cámaras y micrófonos recogiendo la instantánea después de poner a parir las maldades de los políticos y del sistema. No hay mejor forma de practicar la demagogia que utilizar verdades a medias para colar mentiras enteras. Yo os salvaré porque soy honrado y los míos también: nosotros somos el pueblo ¡Qué digo el pueblo! soy Moisés, soy Jesucristo...

Para conseguir financiación vendería España a una potencia extranjera cuyo sistema político estuviese en las antípodas del que en esos momentos teóricamente predominase aquí. A cambio obtendría financiación para esos medios de comunicación con el compromiso de cumplir futuros pactos inconfesables que beneficiasen al país inversor y a mi persona: chico, si me pagas los medios de comunicación para bombardear a los tontiñoles yo te cuelo esa ideología en Tontilandia y después nos ponemos las botas.

Con los medios de comunicación de masas a mi servicio haría que las noticias de corrupción fuesen el pan nuestro de cada día y me introduciría poco a poco en programas de tertulias políticas. Sabría emplear muy bien el dinero con el que me apoyasen. El pueblo lanar, crédulo y tonto de capirote me seguiría como al nuevo mesías y también le habría calentado la oreja a los antisistema que dominan la calle a sus anchas. Dominando la calle y unos medios es imposible que no me convirtiese en el puto amo. Y siendo mi supuesta ideología de carácter universal prometería abrir fronteras y dar un sueldo fijo a todo el que aterrizase por estas tierras de jauja. Prometería que en mi nuevo edén todos los desesperados podrían disponer de sueldos de ensueño y techo sin trabajar. Para eso pagarían los tontos que me eligiesen, pero ellos no se darían cuenta de ese detalle hasta que fuese demasiado tarde. Prometería la luna y todo lo que quisiesen escuchar, pero sabiendo que llegar hoy a la luna es imposible, tal como están las cosas. Pero tontiñoles son tan infantiloides que les puedo prometer lo más absurdo y se lo creerán como los niños creen en los Reyes Magos. En España vamos a gobernar los ciudadanos por asambleas de barrio. Plas, plas, plas, más aplausos... Aquí mandáis vosotros... plas, plas, plas...

Chicos, eso es democracia de verdad y no la de esos mangantes bipartidistas: nosotros somos la honradez personificada, nosotros somos el pueblo. Luego, claro está, ante semejante manada de crédulos realizaría la transformación del agua en vino y ¡alehop! Ya somos un partido. Chicos, para ganar y acabar con esos corruptos hay que convertirse en un partido como los demás. De ahí a ser el puto amo ya no queda nada.

Luego..., lo que se da no se quita jamás. JAJAJAJAJA (risa tenebrosa, y se cierra el telón). Nunca más volveréis a votar.

Somos #RED


jueves, 3 de abril de 2014

Trevijano, democracia formal, mónada, representación y otros conceptos.




Cartel de uno de las conferencias de A.G.Trevijano
El pionero que ha difundido en España la idea de democracia formal es un erudito de la cultura, el derecho, el arte y la historia: A. G. Trevijano, quien distingue la democracia formal de otros sucedáneos y ha aportado unas mejoras sustanciales a la democracia verdadera. Según Trevijano, ya disponemos de suficiente perspectiva histórica y experiencia para corregir errores tomando como modelo democracias como la de EEUU, única nación que en principio cumple a rajatabla con los requisitos de democracia formal; y la quasi democracia de países como Francia, Inglaterra o Suiza. Tras una vida dedicada a la búsqueda y lucha por la libertad  colectiva (diferenciándose de la privada) Trevijano ha aportado al mundo la idea de democracia formal apoyándose en pautas científicas, históricas y filosóficas donde mejora grandes aciertos y corrige errores baśándose en estudios profundos unidos a su propia experiencia cerca del poder.

Pero Trevijano no se queda ahí al elevar la filosofía política al podio de la ciencia descubriendo la unidad democrática, o monada, que él fija en el distrito electoral y cuyo núcleo sería el colegio electoral. La mónada supera el concepto de unidad matemática, que se limita a compara magnitudes, ya que en la mónada se reproducen todos los elementos que representarían el total de la sociedad política, incluida la unidad de poder. Por lo tanto, la primera unidad de poder sería el colegio electoral, no la familia ni el individuo ni el ayuntamiento y mucho menos un partido político.

Trevijano define concretamente la democracia formal bajo tres presupuestos y dos normas; y esta síntesis no surge por generación espontánea sino al hilo de grandes pensadores: Aristóteles, Marsiglio de Padua, Occam, Maquiavelo, Hobbes, Locke sintetizado prácticamente por Jefferson y los padres de la Constitución Americana.

Para el trevijanismo (permítanme que acuñe el término) la democracia formal parte de tres presupuestos fundamentales:

Pueden participar todos los miembros del distrito electoral en las mismas condiciones de igualdad. Léase en esto los ciudadanos con derecho a voto por cuestiones de nacionalidad, edad, censo y edad legal.

El juego se traduce en la existencia de una sociedad política intermedia entre la sociedad civil y el Estado.
 

Sin una sociedad política intermedia que parta de la sociedad civil para ser uno de los controladores del Estado, la sociedad civil está huérfana ante el poder.

Las decisiones se toman por mayorías y minorías.

El trevijanimo distingue el consenso social del político. El social se traduciría en normas sociales consensuadas como la de asistir con corbata a ciertos actos o no ir desnudos por la calle. Ahora bien, apostar por el consenso político como forma de tomar decisiones en vez hacerlo a través de mayorías y minorías parte necesariamente las oligarquías que  orbitaban en torno a un dictador desaparecido, ya que las oligarquías se reparten todas las estructuras de poder del dictador ausente mediante consensos: se necesitan los unos a los otros, aunque se odien, para mantener el statu quo de privilegios heredados de la dictadura de la que partieron; y por ese motivo ningún presidente podrá jamás tomar verdaderas decisiones de Estado sin el permiso de todos los demás partidos. Sin consenso no hay decisiones y si alguien rompiese la baraja perjudicaría a todos los consensuados. Cuando hay que tomar una decisión de Estado hacen piña: por ejemplo, jamás se plantearán desmontar los 17 estaditos con sus respectivos super-hiperpagados mediocres presidentes, altos cargos, legión de paniaguados y pantagruélicas e incontrolables administraciones junto a medios de comunicación, universidades, cátedras a quienes se suman una legión de vividores de todo pelaje, ONG, artistas de salón y caviar; todos socialdemócratas devoradores de recursos y dinero público; en las antípodas de los intereses de la sociedad civil, que son quienes pagan el convite. Para muestra un botón, ¿por qué no se lleva a cabo una consulta plebiscitaria en la sociedad civil? Autonomías si /no, con las cuentas, pros y contras encima de la mesa contrastadas con otros modelos territoriales. En primer lugar, ningún presidente de una partidocracia tiene el poder para tomar esa decisión sin estar consensuada aunque tenga mayoría absoluta; y en segundo lugar, sin esa corrupción se desmoronaría un sistema que se sostiene por y gracias a la corrupción. Y para empeorar las cosas, Europa está apuntada a la misma forma de hacer.

¡Ah! Que habría conflictos. Pues miren, precisamente la democracia formal se basa en el conflicto permanente de la clase política. Son las oligarquías las que necesitan respirar el aire de los consensos: esa palabra, según apunta Trevijano, apareció por primera vez durante los pactos de la Moncloa y es un concepto político inexistente en el mundo anglosajón. Sintetizando el ciclo: dictadura >>oligarquía por consensos>>democracia

Ahora, vamos con las normas que aplicaremos a estos tres presupuestos:

Representación de la sociedad civil

Representar significa “estar presente por”. Los antiguos griegos jamás utilizaron esta idea porque ellos decidían no mediante la democracia formal que nos ocupa sino la directa; es decir, siendo el mismo ciudadano, sin representante alguno, el que tomaba las decisiones votando directamente. Montesquieu ya advirtió que donde se halla el representado no existe el representante. En cambio, los reyes medievales sí utilizaron representantes para imponer su poder, pero la representación del pueblo se atribuye a Marsiglio de Pádua (1270-1342). En su Dictio II del Defensor Pacis establece un paralelismo entre la representación espiritual y la secular. No entraremos en los problemas de oposición que tuvo con el Papa, pero sí nos interesa que inauguró una nueva forma de oposición al mismo. Influyó en las opiniones políticas de su gran amigo Guillermo de Occam (1280/1288 – 1349). Marsiglio mantuvo que el verdadero legislador debía estar constituido por la mayoría del pueblo; quienes incluso tenían el derecho a castigar al príncipe. Propuso una especie de soberanía popular a la Iglesia, incluyendo en ella a los laicos. Planteaba instaurar unos Consejos Locales cuya misión debía ser la elección de Consejos Generales. El Consejo General podría también excomulgar e interpretar las escrituras, y el papado no debía tener prerrogativas especiales. Occam no llegó a atreverse a tanto, pero desarrolló un método absolutamente democrático para elegir al Consejo General. Margsilio y Occam formaron un buen tándem abriendo camino hacia la representación y democracia formal. A nadie se le escapará el paralelismo entre la mónada del Consejo Local y distrito electoral, o de Consejo General y ejecutivo.

Trevijano resuelve las elecciones de la mónada distrito electoral bajo una serie de principios, como hizo para establecer la forma de democracia formal. Estos principios garantizan una proporcionalidad siempre directa: “candidaturas uninominales elegidas por mayoría absoluta, a doble vuelta y en circunscripciones pequeñas, deben cumplir los siguientes principios:

Similar numero de electores en cada circunscripción.

Cadidatura uninominal

Similar número de votos para ser elegido diputado.

Mandato imperativo del electorado.

Revocabilidad de la diputación en caso de deslealtad al mandato”.

La separación absoluta de poderes en todo momento.

El historiador griego Polibio (264–146 AC) no solo fue testigo del saqueo y destrucción de Cartago sino que durante el periodo de la república romana acompañó a Escipión a sus campañas de África e Hispania (estos romanos eran unos fachas, mira que llamarla Hispánia :-) y ya apuntó la separación de poderes en la que se basaría Montesquieu y estudió el efecto dominó que se originaba al finalizar las dictaduras: u otro dictador tomaba el poder por herencia como en el caso de Corea del Norte, o mediante un golpe de Estado), como cuando Claudio sucedió al emperador Calígula; o el poder del dictador se descomponía repartiéndose mediante un consenso entre las oligarquías cercanas al dictador junto a nuevos arribistas oportunistas; y éstas oligarquías, por último, pasaban a ser democracias. “En el periodo del consenso, lo que gana la oligarquía lo pierde el pueblo tal como demuestra la teoría de juegos”. Trevijano
El periodo del consenso resulta ser el más largo y estable ya que la dictadura tiene puesto un cronómetro desde el momento en que se crea. Todos hemos de morir, y el dictador tampoco se escapa a la muerte. El consenso en cambio no muere fácilmente ya que es un monstruo de muchas cabezas: cabezas que se reproducen de forma exponencial porque los intereses que representa a cada familia originan más cargos hereditarios y otra maraña de intereses político-financieros y de poder. Uno será el cabeza visible, pero hay que garantizar que todos entren el el reparto para no romper el consenso. Ese incremento en el reparto no es por creación de nuevas riquezas y meritocracia sino, como se verá en el siguiente punto, por empobrecimiento material, cultural y moral de la sociedad civil. Al afectar la movilidad social por el mérito inevitablemente refuerza la inmovilidad de castas.
Trevijano distingue cómo la guerra fría tuvo enormes consecuencias para Europa, y tener que acudir a la ayuda americana también le afectó dramáticamente para resolver los problemas en los que unos dirigentes incompetentes nos metieron, no supieron resolver y acabaron originando la II Gran Guerra: se romperían los tres presupuestos de la democracia y las dos normas por miedo a que la libertad política pudiese ser una puerta abierta al comunismo en Europa. En España, la dictadura hizo lo propio en la Transición no por miedo al comunismo, y miedo al ruido de sables (Trevijano lo explica como testigo de primera mano) ya que la guerra fría estaba moribunda, sino por miedo a la libertad, “redujo el juego a una competición entre partidos políticamente correctos (contra el presupuesto 1o), integrados en el Estado (contra el 2o) y en un consenso (contra el 3a). Por miedo al control de los electores, adoptó el sistema proporcional de listas. Y por miedo al control de la corrupción, no separó los poderes del Estado... Donde hay conflicto social no puede haber consenso. Una sociedad sin conflicto solo es imaginable en la utopía.”. Democracia formal y democracia material, 21 de mayo de 2006. Antonio García Trevijano
Su mensaje está empezando a calar en la sociedad y la oligarquía durará lo que tarde en calar del todo.


Vicente Jiménez