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sábado, 18 de mayo de 2013

No es posible la solución en las ideologías ni en los partidos


Los dedos se me van sin querer al teclado del ordenador cuando las ideas me surgen como un acto reflejo ante lo que escucho o leo al azar en un medio cualquiera de comunicación. La pregunta que acaban de soltar me resulta casi capciosa; y digo “casi” porque desconozco si la formulan por ignorancia o por maldad.
¿Ha llegado el momento de los partidos pequeños y decir adiós al PP y PSOE?
Ni se enteran ni quieren admitir que mientras tengamos enquistados a los partidos políticos en el Estado no habrá división de poderes. Eso es precisamente a lo que aspiraban Hitler y Mussolini; y su sueño era además meter a la sociedad civil también de manera que formase parte del Estado, en palabras de A.G Trevijano. Desde que acabó la Segunda Guerra Mundial estamos sufriendo esos entes abstractos que pululan por Europa enquistados en el Estado, máquinas de corrupción en serie. Ya quedamos en que los partidos políticos jamás debían formar parte del Estado:
1ª Condición P∩E= θ siendo P el partido político y E el Estado.
Por lo tanto, aquí sobra plantear que si PP, PSOE, CiU, ERC partidos pequeños, comunistas, extrema derecha, y el que sea. 

En la guerra de Independencia Americana el patriotismo fue un arma nueva que consiguió unir a granjeros, tenderos y toda una población en defensa de la libertad contra las tropelías de los políticos ingleses. Abatieron al ejército más poderoso del momento... En nuestro caso, esa unión patriótica surgida para los americanos ante la amenaza de un ejército exterior podría inspirarnos para la posibilidad de unirnos ante otra amenaza tan destructiva como la de la crisis financiera; y el reino de la impunidad aliado a la corrupción. La sociedad civil debe despertar y salir de ese estado de desconocimiento y letargo donde el poder la tiene encorsetada y engañada. No existe solución en las ideologías ni en los partidos: no la hay ni la habrá nunca; ni tampoco surgirá nada bueno para nosotros de ninguno de las dos. Cada vez que alguien dice “estamos en una democracia” alimenta al monstruo. No lo estamos. No estamos en una democracia: estamos en una partidocracia.
El ciudadano medio debe tomar conciencia de la existencia y posibilidad de aplicar unas nuevas reglas de juego que desconoce, y que sí constituirían una verdadera democracia. Este reglamento es muy sencillo y ha de ser difundido por todos nosotros, porque el sistema de partidos nunca actuará en contra de ellos mismos y no lo difundirá,
No podemos hacer nada … ellos (el poder) harán lo quieran.
Sería un grave error y nuestra cadena perpetua confundir desconfianza hacia los políticos con desconfianza hacia la política; todo lo contrario, debemos tomar las riendas. Es cierto que carecemos de representación desde el momento en que nos colaron el sistema proporcional. Para empeorar las cosas, las listas cerradas las propone el jefe de partido y las listas abiertas tampoco ofrecerían ninguna solución, el mandato imperativo lo ejerce el jefe del partido político y no el votante... y el cinismo general practicado por los Estados de Partidos es todo lo contrario al reglamento de cualquier democracia; en consecuencia, las normas de juego precisamente es lo que hay que cambiar: unas normas de juego muy sencillas y claras que basan su unidad en el colegio electoral, no en el partido político, cuya función no es obligatoria aunque si puede ser útil por motivos organizativos. Este criterio cambia totalmente el paisaje político: de estar encorsetados por el poder nos encontraríamos con el derecho de votar a un diputado de distrito uninominal, con carácter imperativo. Es decir, uno cada cien mil votantes, y este diputado ha de cumplir con aquello para lo que fue elegido. Si los votante lo hubieran elegido porque no hubiésemos querido entrar en el Euro, entonces estaría obligado por mandato de sus votantes a votar NO al Euro. De esta forma son los ciudadanos los que controlan al diputado, que en caso de salirse de la raya puede ser sustituido por esos mismos ciudadanos. La función de nuestros representantes sería la de proponer las leyes (no la de legislar) y estas leyes irían a una cámara legislativa. Esa cámara sería la que tendría que traducir la ley para que apareciese (con el Visto Bueno de los diputados) en el Boletín Oficial de la Nación. A partir de ahí, la ley tiene ya carácter coercitivo y la hemos de cumplir todos; no unos sí y otros no. Esa sería la forma de separar el poder legislativo del poder ejecutivo. Esa sería la forma de resolver los problemas de las preferentes, de la sanidad, de la educación, de todas aquellas cosas que tienen tan cabreados a los ciudadanos y por las que muchos están en paro y condenados a la indigencia. Además, acabaríamos con la casta de políticos profesionales porque se pondría presentar cualquiera, y no los enchufados de los que confeccionan las listas. Y evidentemente pondríamos a gente competente porque no la elegirían los partidos, nosotros seríamos lo electores.
El pueblo está preparado para algo así aunque haya quienes se empeñen en lo contrario: sabrá lo que es cuando lo sea, como decía Lincoln. También es cierto que es completamente ignorante y ajeno a este concepto de democracia; y puesto que los medios no lo van a difundir, tendremos que hacerlo nosotros.
Y ¿cómo lo conseguimos?
Solo mediante una enorme y masiva presión social donde dejásemos de lado cuestiones de ideologías, de partidos y de cualquier otra cosa que desviara nuestra atención de que lo que queremos son unas normas de juego nuevas; nada de renovadas, regeneradas ni tonterías.
Aunque los políticos no nos respetan para nada haciendo la petición reglamentaria, pero también pidiendo el apoyo de EEUU y Bruselas; ya que a ellos sí que les tienen miedo y los respetan.
¿Y las ideologías?
Las ideologías son para cuando tengamos las normas de juego verdaderamente democráticas; no olvidemos que estamos hablando de un reglamento bastante sencillo. Es como el reglamento del ajedrez. Ya está inventado y no podemos decir que esto es mas ajedrecista que aquello. Pues tampoco que esto es mas democrático que aquello. O es o no es ajedrez. O es o no es democracia.
Una vez tengamos la norma, ya iremos aplicando. Seguramente, como las ideas partirán del pueblo y el pueblo no es tonto se irán a parar a sistemas eclécticos donde avanzaremos aprendiendo y haciendo camino con lo mejor de cada casa. De ahí iremos resolviendo los problemas que tenemos actualmente (olvidad que  los políticos profesionales nos vayan a solucionar nada) y mejorando para no caer en errores pasados. La imaginación y la creatividad al poder... todo depende de tener la herramienta adecuada, nada más.
Vicente Jiménez

Bibliografía
A.G.TREVIJANO, Teoría Pura de la República, Ediciones MCRC

sábado, 15 de septiembre de 2012

EL DÍA QUE PERDIMOS LA DEMOCRACIA Y  PRIMEROS PASOS PARA RECUPERARLA.


 
Es fundamental que nuestros argumentos tengan coherencia lógica si nuestro objetivo es el entendimiento con nuestros semejantes

Hace muchos años, en cierta ocasión, el que era entonces vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra enseño el plumero y mostró su verdadera cara causando un enorme revuelo mediático. Sin ningún pudor no se le ocurrió otra cosa que soltar, en medio de todos, una de las afirmaciones más tristes, desafortunadas y pavorosas que se pudieran espetar en aquellos delicados momentos iniciales de nuestra democracia: “Montesquieu ha muerto”.

Con ello quería decir que ya que Felipe González había obtenido una mayoría absoluta aplastante pues que nos fuésemos olvidando del estado de derecho. No cabe duda que fue sincero; eso sí, después de ganar las elecciones.

La reacción de medios y políticos en aquel momento fue rasgarse las vestiduras y ponerlo de vuelta y media. A toro pasado, me pregunto si aquellos ríos de tinta y críticas eran sinceras o no. Lo que sí es cierto es que el partido socialista puso la primera piedra. Después, los demás se plantearon: ¡Oye! Pues, ¿por qué no me subo yo también al carro? “Matemos todos a Montesquieu y que jamaś levante la cabeza...”
En mi opinión, ese fue un punto importante de no retorno. El PSOE abrió la veda para que su partido político disfrutara de un amanecer donde no iba a tener normas que acatar, las pocas que tuviera se las pudiese inventar; y ni siquiera tener que cumplir con ellas si se daba el caso. Ese luctuoso suceso nos condujo a la barra libre de corrupciones, despilfarros y todos los cánceres que han destruido nuestra democracia y nos han arruinado a los ciudadanos, que no a los políticos, sindicatos, etc.
Y no, no es sólo por la crisis mundial. Hemos sufrido también una crisis interna no menos devastadora y no sólo económica, sino también de valores e identidad cuyos efectos no dejaremos de padecer si no ponemos remedio.
Desgraciadamente, esta situación fue la crónica de una muerte anunciada porque antes habíamos aprobado una constitución que dejaba no una puerta abierta, sino todo un arco del triunfo donde ese tipo de tropelías pudieran desfilar triunfantes sin crítica ni oposición.
Para el profesor y Doctor en Derecho Lorenzo Abadía, la “Constitución del 78 prefirió sustituir la división política del poder por la división social de los poderes del Estado… La transición española instituyó una monarquía de partidos. Y estructuró un parlamentarismo con una mera separación de funciones. El difuso límite entre la función ejecutiva y la legislativa nos permite advertir que el verdadero poder no reside en ninguna de ellas, sino en la cúpula del partido con más votos. .. ” ( i )
Este pequeño detalle es el que permitió mandar al cadalso a Montesquieu sin juicio previo ni nada, porque para el filósofo y ensayista ilustrado el Estado de Derecho se fundamentaba en tres pilares: los poderes ejecutivo, legislativo y el judicial; y una de las principales funciones obligadas a cumplir cada uno de ellos, y siempre sin remisión y en constante divorcio entre sí, era la de permanecer en perpetua tensión. Debían desconfiar permanentemente el uno de los otros dos para vigilarse entre sí y evitar los excesos en el poder de cualquiera de ellos.
Otro de los pequeños detalles que también contribuyó al ostracismo de Montesquieu fue el sistema proporcional de listas, que en nuestro caso son cerradas y bloqueadas, pero que como muy bien apunta el analista político Abadía poco importaría que estuviesen abiertas y desbloqueadas, ya que el verdadero poder consiste en incluir a los candidatos en las listas, no en la posibilidad concedida al votante de rechazar a alguno de los incluidos
Así que el chocolate estaba servido. Los políticos, fuesen honrados o no, han acabado en el triste papel de servir fielmente al jefe de su partido a cambio de unas prebendas que en más ocasionases de las deseadas, por su perfil formativo y humano, difícilmente habrían obtenido en la sociedad civil
Por todo lo anterior, necesitamos urgentemente un balón de oxigeno: de momento el contrapeso al poderío avasallador conquistado por la Casta Política es la participación activa de los ciudadanos en política. Para ello no estamos faltos de herramientas: Redes Sociales, periódicos, tanto papel como digitales, Blogs, cartas a representantes y autoridades políticas, peticiones públicas, participación activa dentro de los partidos por parte de quienes militen en ellos, creación de webs críticas, y también la convocatoria de movilizaciones y manifestaciones públicas. Es fundamental en una situación como la que vivimos que cada ciudadano se sienta partícipe y corresponsable.
Sería un primer paso a fin de recuperar algo del poder que se le arrebató al pueblo. Éste es uno de los motivos por los que la Red de Blogs Comprometidos ha realizado un simulacro de e-democracia; aplicado concretamente al espinoso asunto de qué hacemos ahora con las autonomías. O más bien, de plantear civilmente la cuestión a instancias superiores mediante la presión ciudadana. Por lo tanto, en nombre de todos mis compañeros, me permito sugerirles y pedirles, que si no lo han hecho voten una de las opciones; y si no les gusta ninguna de ellas no voten nada, pero expongan sus motivos y valoraciones en los apartados de comentarios a final del post. Quien sabe: puede ser la primera piedra que haga de contrapeso a la que puso Alfonso Guerra en nombre de su partido haciendo un “mal uso” del poder que el pueblo le había confiado.
(La votación ha quedado cerrada)
Vicente Jiménez
Frases célebres de Montesquieu
  • Cuando un gobierno dura mucho tiempo se descompone poco a poco y sin notarlo.
  • Para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella.
  • No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia.
  • El hombre de talento es naturalmente inclinado a la crítica, porque ve más cosas que los otros hombres y las ve mejor.


( i ) Lorenzo Abadía, Mando a Distancia - Herramientas Digitales para la Revolución Democrática, Editorial Manuscritos. Seg Ed 2011