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domingo, 5 de mayo de 2013

El día que las mujeres pasaron a la acción


Seguimos con más de lo mismo. Trápalas, ideólogos, doctrinarios y otras hierbas. Hoy he escuchado atentamente en uno de tantos programas debate desinformativos de esos que tan de moda se han puesto (ahora todos quieren inculcarnos cultura política) a un populista afirmando un montón de verdades como templos en TV. Era el prócer la sensatez y el sentido común personificado, y cualquiera podría caer prendado ante el dulce canto de unas verdades tan evidentes; como Doña Inés hizo a los pies de su donjuanesco seductor cuando le regaló el oído con las prendas que ella quería escuchar.

Las mujeres inventaron las manifestaciones
No es difícil acceder a lo que los ciudadanos quieren escuchar y seducirlos: sólo es necesario aplicar un poco de sensatez, psicología barata y sentido común; y si se quiere, utilizar material de campo de primera mano. Menos complicado para un populista sería recoger esa información bebiendo en las mismas fuentes grabadora en mano: Los mercados, las panaderías, las pescaderías y las tiendas serían, sin lugar a dudas, los mejores sitios para recabar información sobre lo que el pueblo quiere. De ahí viene el típico paseíto del político de turno, por el consabido mercado, hablando con las parientas y las pescaderas fingiendo interesarse por la la cesta de la compra en épocas de elecciones: una clara demostración de cara a la galería consistente en mezclarse con el pueblo en el lugar adecuado, hacerse la foto y recoger sus votos. Claro, que ahora deberían darse prisa en cazar una foto en el mercado porque las paradas están cada vez más vacías y dentro de poco no va a quedar nadie con quien retratarse; algo, que si los de la oposición son mínimamente inteligentes también pueden aprovechar para practicar un poco de demagogia en su campaña electoral. Sólo con limitarse a sacar una foto con el móvil, y comentar la imagen de por qué la parada del pescado está tan vacía sin nadie comprando, por ejemplo. O quizá lo propio sería presentarse en las colas de Cáritas y del paro a recoger opiniones, que es donde está la gente sufriendo. Aunque claro, vista la situación puede incluso ser un deporte de riesgo aparecer por esos lugares para la especie política. Será por eso que jamás hemos visto a ninguno de ellos en una cola del INEM.

En fin, en la plaza de abastecimiento es donde suelen ( o solían) estar las mujeres, realizando el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, para aprovisionar la mesa de los suyos; allí es donde ellas hablan no de lo divino y lo humano, sino de lo concreto y lo real. De la supervivencia del día a día, que es lo importante; y lo que ningún político ni se imagina. Las plazas son lugares de ideas revolucionarias, y para muestra un botón: no olvidemos que las mujeres de París partieron muy cabreadas de un mercado en gran multitud y son las que inventaron esas marchas en columna que tan de moda están ahora y se llaman “manifas”. Hasta entonces, los hombres, cuando querían hacer la revolución se dedicaban a enrocarse en las barricadas, pero las mujeres pasaron de esas barricadas y no permitieron que sus hombres fuesen con ellas, para rabieta y oprobio de ellos, que se quedaron con los niños en brazo sin saber qué hacer. Es que estoy viendo las caras que se les debió quedar, a ellos. Son, en fin, esas mujeres de París cabreadas (por eso, los hombres no se atrevieron ni a rechistar) las que hartas de que sus hombres no hicieran nada y solo se dedicaran a hablar, y de que el rey Luis XVI tampoco hiciese nada y sólo se dedicara a hablar, ni la Convención hiciese nada y sólo se dedicara a hablar, ni nadie les arreglase los problemas de falta de abastecimiento de pan y alimentos, las que partiendo del gran mercado de París, y sin líderes ni nada y sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, tuvieron los redaños de ir en una multitudinaria columna, por primera vez en la historia, al mismísimo Palacio de Versalles; entrar hasta la cámara de la reina María Antonieta, coger a S.M por las orejas y obligar a toda la familia real a ir a vivir a las Tullerías, en plena etapa de gestación de la Revolución Francesa. Aquellas mujeres actuaron con una inocencia conmovedora porque el gran hambre que azotaba despiadadamente París, y a falta de pan, creyeron que si al panadero del Rey Luís XVI se lo llevaban junto a la familia Real a las Tullerías, habría pan para sus humildes mesas también; que es lo que a ellas les preocupaba. Ese sí fue un escrache, como dice ahora la socialdemocracia en connivencia con los medios:  no es que acosaran al Rey, no; es que se lo llevaron sí o sí junto a su familia desde Versalles a París. Y allí cerquita y controlados les obligaron a permanecer  para gozo de algunos y susto de muchos en la Convención. Claro, que sin quererlo, las mujeres consiguieron también que la Corte en pleno, con gran canguelo, huyeran como conejos a esconderse y dejara al pobre rey más solo que la una. Cuanto más lejos de donde estaba la revolución y esas mujeres tan revoltosas, mejor.

Volvamos a lo nuestro, estábamos recogiendo datos en la plaza de abastos o mercado o como lo llaméis, según la parte de España en la que viváis y después nos pasamos por los bares: otro buen lugar donde el demagogo podría recoger material de campo sobre qué le gustaría escuchar al pueblo. Ahí encontrará a los hombres, bueno... digamos que los bares están ahora tan vacíos como las tiendas en este país fantasma.

Es evidente que el demagogo no tendría problemas para difundir al pueblo, a gran escala, todo esa información; y además ésta sería verídica. Los serviles medios de comunicación los tendrán día sí, día también en sus pantallas y ondas en horas de mayor audiencia. Y otra cosa no serán, pero a prestidigitadores en el arte de la seducción de masas y hacernos llegar al oído lo que queremos escuchar, no les gana nadie... ¡Qué bien habla fulanito! ¡Hay que ver lo que nos dice menganito, ese sí que habla alto y claro! Pero habréis de reconocer que esos comentarios iniciales acaban siempre, pasadas las elecciones, con un: "son todos iguales... nunca dicen la verdad", etc, por parte nuestra. En fin, que ya nos la han colado otra vez. Y así llevamos 34 años; como quien dice nada.

¡Hombre! Me diréis. Tú lo que vas es de listo. ¿En qué te basas para decir que alguien es un demagogo? ¿Cómo lo has reconocido? Si fulanito dice verdades como soles.

En primer lugar, el tal fulanito no se sale jamás del guión principal que hemos escuchado durante estos últimos 34 años. El guión es que vivimos en una democracia y lo que hay que hacer es cambiar cosas en ella ¿Os fijáis? Cambiar cosas dentro de la democracia en la que vivimos. Pero, ¿qué es democracia para esa gente? Aceptan que estamos viviendo en una democracia y jamas se les ocurrirá mencionar nada acerca de lo que estamos es viviendo en una oligarquía de partidos. Esa es la única cuestión: la empezaron  y la siguen llamando democracia. He ahí el gran engaño. También está el falso ideólogo que nos puede venir por el otro extremo haciéndonos creer que hay mucha corrupción porque no se utilizan sistemas asamblearios. A estos demagogos de mentes ilusas e infantiles hay que explicarles algo sobre la ley de Hierro de los partidos políticos, un principio universal según el cual no puede existir un partido sin una oligarquía administrativa que lo lidere: dentro de un partido de masas no puede  haber democracia, en uno pequeño que no cuenta para nada sí puede haberla; pero al hacerse grande ya resulta imposible.

Y así, aceptando esta oligarquía y llamándola democracia el populista nos intentará convencer de que el partido contrario lo hace mal y hay que hacer las cosas de otra manera: No gastar tanto en esto o en lo otro, gastar más en sanidad, educación y afirmarán lo inimaginable; como lo que he llegado a escuchar hoy: a uno diciendo que los políticos no tiene por qué cobrar nada, y que tampoco necesitan gastar en asesores al disponer de toda una estructura de expertos funcionarios en el poder ejecutivo que les hace el trabajo burocrático ¿Os fijáis en el canto de sirena? Que los políticos no cobren. En cambio, yo me conformaría en primer lugar y lo más importante con que nuestros representantes fuesen representantes nuestros, que ni eso (representan a su partido y sirven a su jefe de partido). Me conformaría con que propusieran las leyes, pero no legislaran. El poder coercitivo de las leyes debería residir en una Cámara Legislativa, nunca debería partir, como ahora, del Congreso de Diputados, cuya función debería limitarse a proponer leyes; y que después de idas y vueltas de esa ley entre una cámara y la otra al final la Legislativa la aprobara y la ley saliese reflejada en un Boletín Oficial de la Nación. Me conformaría con que nos dijesen que el Estado no puede legislar, como ocurre ahora; por eso no puede haber nunca un Boletín Oficial del Estado. ¿Cómo va el Estado a legislar? Eso es un disparate. Eso es lo que hacía Franco. Eso es poner al zorro a vigilar a las gallinas. En fin: reconozco al populista no por lo que dice, sino por lo que no dice. Es así de simple: los reconoceremos por lo que no nos dicen.
Vicente Jiménez

La parte histórica ha sido obtenida de programas de radio de RLC http://www.diariorc.com/


martes, 3 de julio de 2012

La mujer: da la vida y es explotada como arma en la guerra




A un observador extraterrestre no le bastaría escudriñar nuestra estructura molecular, nuestra sociología, nuestra psicología, nuestra historia o nuestra política. Para hacerse una idea bastante acertada sobre nosotros, los humanos, debería abordar también la aproximación que aportan la poesía, la literatura y, sobre todo, la mitología y las religiones. En nuestro caso y como occidentales bucearemos por la mitología greco-romana y judeocristiana, ya que somos herederos de ambas culturas. Como todas las mitologías, su función es describir realidades mediante símbolos.
La mitología recoge cómo la mujer da la vida pero también de puede ser explotada como un arma en las guerras. La Biblia marca de forma admirablemente bella cómo la naturaleza de los humanos no se diferencia en el fondo demasiado de la ley de la selva, cuyo objetivo pretende  la conservación de la especie junto a la prolongación de la propia extirpe. Hasta la Revolución Francesa reyes, patriarcas y terratenientes han sido actores indiscutibles de los conflictos en la lucha por la sucesión junto a la ampliación de poder y territorios... Tomaremos prestada la proyección literaria del libro más leído en la historia, la Biblia, y centraremos nuestra atención en la dramática violencia del Libro de las Lamentaciones mezclada con un toque de la deliciosa sensualidad del Cantar de los Cantares; y a ver a dónde nos lleva esto. Es como cocinar experimentando mezclando sabores; pondremos un poco de violencia y algo de sexo, que es lo que vende.
Las teorías actuales sostienen que las Lamentaciones se escribieron en Jerusalén después de la catástrofe de 587 a.C. sobre la caída de Jerusalén bajo el rey persa NabuconodosorWilkipedia
En la cuarta lamentación se describe el sitio que sufre la ciudad por parte del rey de los babilonios, antes de que conquistara y destruyese la ciudad:
4 La lengua del niño de pecho se pega
de sed al paladar;
los niños piden pan,
pero no hay quien lo reparta.
5 Los que comían manjares deliciosos
desfallecen por las calles;
los que se criaban entre sedas
se quedan en basurales.
9 Más dichosos fueron los muertos a cuchillo
que los muertos de hambre,
que mueren extenuados
por falta de los frutos de los campos.
10 Las mismas manos de tiernas mujeres cocieron a sus hijos,
los sirvieron como comida
La escena resulta extremadamente dramática, ya que mantiene la misma tensión que la imaginaria actuación de los leones, donde las fieras simplemente están cumpliendo su función natural. Los versos reflejan el hambre, el desmoronamiento de esa sociedad en una ciudad cercada y ya condenada. La función de las mujeres se invierte: las dadoras naturales de vida se ven forzadas a aparcar su función natural y en vez de alimentar a sus hijos los hierven y los utilizan de alimento. la La lógica de la atrocidad es tan natural como la de el caso de los leones para la supervivencia de Jerusalén.. en caso de aguantar el asedio siempre estarían a tiempo de tener más hijos y de que la sociedad sobreviva.
Esta inversión de los roles es un recurso muy utilizado en la literatura mitológica como forma de "explicar realidades” - recordemos, por ejemplo, cómo para definir la idea de “ciudadano” y de “ciudad” Homero nos transporta a la cueva del cíclope Polifemo.
Una partida de reconocimiento encabezada por Odiseo, un héroe de la Guerra de Troya, llegó a la isla de los Cíclopes y se aventuró en una gran cueva. En ella entraron y empezaron a darse un banquete con la comida que allí había. No sabían que dicha cueva era el hogar de Polifemo, quien pronto se topó con los intrusos y los encerró en ella. Entonces empezó a devorar a varios de ellos, pero Odiseo urdió un astuto plan para escapar”  Wilkipedia
Polifemo, en la Odisea de Homero, en vez de cumplir con las inamovibles leyes griegas de la hospitalidad, por las cuales se vería obligado a dar pan, sal y alojamiento al viajero, intenta devorarlo. El cíclope tampoco habita en una polis griega (ciudad-estado) símbolo de civilización sino que vive en una cueva como las bestias. Pocas cualidades tenía Polifemo de lo que definía a un griego y mucho menos de habitante de una polis griega, pero con la inversión de roles Homero nos está definiendo el marco en el que hay que encuadrar a un ciudadano griego en aquella época y el concepto de ciudad-estado que tenían. Marca una diferencia entre lo que se espera del ciudadano de la polis y lo que hace el cíclope, que precisamente es todo lo contrario.
Aplicado este pequeño concepto de análisis mitológico al Libro de las Lamentaciones hemos podido comprobar que la mujer estaba ejerciendo un papel muy distinto del que se esperaba de ella al comerse al hijo en vez de amamantarlo. Por lo tanto, también aquí nos han estado marcando el rol de la mujer a través de unas funciones totalmente contrarias a las que se espera de ella. No obstante y por oposición en el mismo Antiguo Testamento donde aparecen Las Lamentaciones veamos cómo el sensual Cantar de los Cantares considera a la mujer en un tiempo histórico, no olvidemos, cuya economía era básicamente protoagrícola
8:9 Si ella es muro,
Edificaremos sobre él un palacio de plata;
Si fuere puerta,
La guarneceremos con tablas de cedro.
7:7 Tu estatura es semejante a la palmera,
Y tus pechos a los racimos.
Ella responde
8:10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,
Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
Y así siguen estos deliciosos versos donde encontramos a una mujer que nutre,  definidora del hogar y por extensión de la ciudad. La ciudadela y la mujer son lo mismo y son todo. No sólo da la vida sino que la protege, la recibe y alberga en sentido metafórico y literal. En cierta forma es la mujer quien ejerce el verdadero control. Si cae la mujer cae la familia y se desmorona la ciudad, porque son lo mismo. 
Contrastando las Lamentaciones y el Cantar de los Cantares por un lado tenemos a una mujer que invierte los papeles y se come al hijo y por otro una mujer que se define como la que da la vida, la aloja literal y metafóricamente, la nutre, es ciudad y por extensión civilización. Pues con estos elementos en consideración podemos plantear ya cómo ha sido utilizada la mujer como arma.
Si reflexionamos sobre qué pasa cuando un gobierno envía a sus soldados a conquistar otras tierras – lo primero que ocurre (y tenemos ejemplos cercanos en lugar y tiempo - Bosnia p.e) es que los primeros dramas a considerar son las violaciones masivas y el asesinato de mujeres. Y este fenómeno,  desgraciadamente, no es cosa de un pasado brutal ya que hoy sigue ocurriendo lamentablemente en muchos los lugares del mundo. Tenemos las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, en Medellín ... los asesinatos sistemáticos y violaciones masivas de poblados enteros en las distintas guerras en África o las lapidaciones atroces en países gobernados por integristas.
La lista resulta tristemente interminable. Destruyendo a la mujer destruyen la ciudad, destruyen a quien da la vida, destruyen la civilización de la que habla Homero porque acaban con la ciudad-estado literal y metafóricamente. El hombre, cuya misión sería combatir a ese ejército invasor también queda afectado por el golpe recibido cuando le han roto todo aquello por lo que luchar: su prole, su mujer, su hogar, su familia. No lo queda nada.
Atacando el muro, las torres (metafóricamente los pechos) - el guerrero ha quedado anulado para combatir. Cuando reaccione será con furia desmedida y desorganizada - con ira asesina, pero poco efectiva, con lo que cometerá errores y será fácil presa para sus enemigos. Esa es una de las formas en que la mujer ha sido explotada como arma de destrucción a lo largo de nuestra historia.
También el genial director de cine Coppola recoge dicha situación en su película El padrino I. Doy por sentado que la habéis visto así que recordaremos la escena en que acribillan a Sonny, el hijo mayor del cappo Don Corleone:
"Sonny le pega una paliza a su cuñado Rizzi por haber maltratado a su hermana. Rizzi trama venganza y le vuelve a propinar otra paliza a su mujer. La hermana telefonea entre sollozos  a su impetuoso hermano mayor en busca de ayuda quien lleno de furia acude a su rescate. Al hacerlo Sonny ha mordido el anzuelo ya que al acudir precipitadamente sin la protección de sus guardaespaldas en ayuda de su hermana es acribillado a balazos por el camino cuando se para en un peaje".
Aplicando un esquema simple tenemos todos los elementos - violación de la mujer, furia asesina, caer en la trampa y perecer acribillado. Aparece en la Biblia y lo dice Koppola. Lo dicen también la historia y las luctuosas noticias que recibimos con más frecuencia de la que nos gustaría. Las violaciones masivas de mujeres en las guerras no han tenido como único objetivo dar rienda suelta a los instintos más primarios y salvajes del hombre; no sólo se ha tratado de satisfacer las más bajas pasiones sino que han pretendido dominar la ciudadela a través del dominio de la mujer. El tema nos ha resultado mucho más sutil de lo que parecía al principio y el concepto de guerra psicológica no tan moderno como creíamos.

Vicente Jiménez