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viernes, 21 de agosto de 2015

La Regeneración Democrática

El Principe de Machiavello

“Erradicar la lacra de la corrupción en España es posible. Hacen falta medidas eficaces, que ya se han puesto en marcha, continuar aplicando las recomndaciones y buenas práctica de los organismos independientes, y la voluntad decidida de implantar una cultura de integridad pública y privada” José María Beneyto (es Catedrático de Derecho) ABC 21 agosto de 2015 Regeneración Democrática.
Estoy completamente de acuerdo con la aserción del Catedrático de Derecho José María Beneyto que aparece hoy en la primera página del periódico ABC cuando expone la posibilidad de erradicar la lacra de la corrupción. Pero el sistema que propone para lograrlo sería ya otro cantar. Vamos a utilizar un modelo para facilitar la exposición:

Supongamos que hay un semáforo situado en un lugar sobre el que todos los conductores son conocedores de su muy escasa vigilancia por parte de las autoridades de tráfico. La cuestión es que “casi sabemos” las probabilidades de sanción serían muy escasas si nos lo saltásemos. Y supongamos todo un organismo especializado como la DGT (Dirección General de Tráfico) recomendándonos sobre la importancia de respetar los semáforos. Dejar en manos de los conductores la decisión constituiría una irresponsabilidad. No puede existir libre albedrío en ciertas cuestiones ya que habrá conductores responsables que respeten el semáforo, aunque solo sea por la sensatez de evitar un accidente; pero habrá otros que se lo saltarán gustosos si la probabilidad de ser sancionados fuese casi nula. Es más, aún existiendo la posibilidad de sanción hay quienes serían tan kamikazes como para hacerlo si considera que no los ve nadie y no pasa nadie en ese momento. Por lo tanto, no podemos dejar a “recomendaciones” y “hay que aplicar medidas eficaces” algo tan transcendental como la lucha contra la corrupción. Ya tenemos demasiadas medidas

Maquiavelo demostró su enorme inteligencia y valentía a la hora de poner una de las primeras piedras de la libertad del pueblo (en aquella época) al separar la política de la moral. Maquiavello nos advirtió sobre la imposibilidad de dejar la historia del semáforo bajo recomendaciones ni el libre albedrío de tomar decisiones morales en nuestro modelo,  así como tampoco podemos reducir la política a cuestiones morales. Las normas de las que habla el catedrático Beneyto en la primera página de ABC en su artículo Regeneración democrática son todas buenas; pero antes hay que poner otras normas en una constitución: unas que enfrente al ejecutivo y legislativo separándolos en perpetua tensión para controlar al poder, dejar libre al judicial para controlar la prevaricación y los asuntos entre particulares; y otras que garanticen la representación del ciudadano y representatividad de los políticos hacia la ciudadanía. En una constitución no pueden darse las abstracciones. Respecto al título, no se puede regenerar lo que jamás hemos tenido.
Vicente Jiménez



miércoles, 18 de diciembre de 2013

Tres confusiones típicas sobre la democracia


El concepto actual de democracia formal no surgió por generación espontánea, sino fue el fruto de un elaborado y trabajoso proceso intelectual que duró siglos. Y es un tema sobre el que, hasta ahora,  incluso estando casi resuelto (siempre hay detalles mejorables) existe una gran confusión.

El error más generalizado viene por parte de los ciudadanos ante el convencimiento de que por el simple hecho de ir a votar periódicamente ya tienen garantizada la democracia; pero sin que sus representantes surjan directamente desde la sociedad civil la democracia formal no existe. En esta situación de engaño o desconocimiento los votantes no son conscientes de que carecen de representación (nadie les representa); los falsos representantes tampoco tienen representatividad hacia nadie a menos que consideremos que sí representan a su jefe de partido, que los ha incluído en las listas (da igual el infantilismo de abiertas que cerradas); y mucho menos los votantes percibirán que tampoco es posible el siguiente eslabón garante de democracia: la separación de poderes. Si los representantes no parten directamente de la sociedad civil es imposible después la separación entre legislativo y ejecutivo, porque diputados y partidos son fagocitados por el Estado al depender todos los diputados de disciplinas de votos hacia sus jefes de partido y no hacia los ciudadanos.


El segundo error generalizado es la profunda confusión existente entre los conceptos de democracia y política. Esta confusión no solo se refleja en los programas de los partidos sino en todos los medios. Pues bien, con la serie de normas que estructuran representatividad y separación de poderes nos referimos a la democracia: la democracia son normas para embridar al poder y éstas deben reflejarse en la constitución de los países.

Por ejemplo: “Habrá 1 diputado uninominal (nada de listas) con mandato imperativo y revocable; uno cada cien mil habitantes, pagados directamente por los representados (ciudadanos) a través de los colegios electorales” pertenecería a un hipotético artículo de la normativa básica para separar los poderes, ya que gracias al mismo sería el ciudadano quien elige de forma directa a su representante en la cámara. A este representante no lo propondría un partido en unas listas (da igual abiertas que cerradas). El mandato imperativo significa que si los ciudadanos de ese distrito electoral deciden, digamos, no importar naranjas de otro país; o no hubiesen querido entrar en el Euro, ese sería el programa a defender por su representante para la Cámara, independientemente de la postura del partido o del jefe de partido. Y el adjetivo revocable implicaría que si el representante no cumpliese con los mandatos podría perder su cargo y ser sustituido por otro si los ciudadanos así lo decidiesen en cualquier momento; no al final de la legislatura. Finalmente, podemos también argumentar que el artículo separaría los poderes legislativos y ejecutivos al depender dicho representante directamente de los ciudadanos, y no del poder ejecutivo (gobierno).
En cambio, la hipotética propuesta sobre la importación de naranjas, o la de entrar o no en el Euro pertenecerían al juego de la política. Pero ese juego debería basarse en la norma que obliga a elegir al diputado de distrito de una determinada manera. Pues bien, he leído programas muy bien intencionados de partidos donde se confunden concretamente ambos conceptos: democracia (normas) y política (decisiones). Y lo que es peor: no hay peores ciegos que los que no quieren ver sea por corrupción o tozudez.


El tercer gran error generalizado de muchos ciudadanos proviene de pretender que la democracia directa debería sustituir a la representativa. Son las proposiciones más populistas las que se aferran a este supuesto. Basan su creencia en las asambleas o consultas mediante votación directa para resolverlo todo. Pero, en cambio, los métodos participativos directos si pueden funcionar en momentos puntuales, pero no para resolver asuntos complejos de Estado que además requieren de conocimientos especializados o una auténtica visión de Estado. La e-democracia es defendida por algunos como forma participativa democrática desde cualquier lugar a través de un ordenador personal, un tablet, etc; pero esta forma no está exenta de peligros de manipulaciones en el programa (software), y tampoco ofrecería garantías contra posibles pucherazos, ya que el voto es secreto y no se le puede realizar el mismo seguimiento que en una operación bancaria. En cambio, utilizar ordenadores o terminales en los colegios electorales como sustitución a las urnas es algo que ya se ha experimentado con éxito. Eso sí, con las mismas garantías que ofrece la presencia de interventores y demás actores presentes en las mesas electorales.


Para resolver la dicotomía entre democracia directa y representativa se recorrió un largo camino; no llegó por generación espontánea. Fue el fruto del arduo trabajo intelectual llevado a cabo por grandes pensadores y filósofos a lo largo de varios siglos; primero inventando el concepto de Estado moderno y segundo planteándose cómo debían manejarse dichos nuevos Estados hasta llegar a la democracia que mejor ha cumplido con las normas de una república constitucional: EEUU.
Machiavelly por Santidi Tito

El primer filósofo que rompió con la concepción aristotélica que prevaleció durante toda la Edad Media fue Nicolás Maquiavelo separando la moral de la política. A partir de Maquiavelo las cuestiones políticas quedaron separadas de las cuestiones morales. Eso significaba que los futuros pensadores de la incipiente ciencia política deberían pensar en un sistema que no dependiese de la buena fe de los gobernantes sino de que la estructura del sistema de gobierno fuese buena. La cuestión que se iba a plantear en el futuro es para quién debía ser buena; no cabe duda, en la actualidad esa estructura es buena para los partidos políticos y la casta política. Continuando con el autor de "El Principe", Maquiavelo vivió en Florencia la turbulenta época de los poderosos Medici, y de artistas como Leonardo, Miguel Ángel y los grandes genios del Renacimiento. Aunque el Príncipe, su tratado de cómo se debía gobernar una república más bien estaba dedicado al poderoso Lorenzo de Medici, éste nunca lo leyó. Un siglo después un pensador inglés,ThomasHobbes, retomó la idea de el Príncipe y la reconvirtió en un nuevo concepto: el de soberanía, personificándola en la figura de un soberano absoluto; pero sin referirse a una persona en particular sino a las cualidades que esa persona debía poseer para gobernar. Esa genial idea sería la base del concepto de la futura representación moderna: una representación que tan mal se ha entendido en Europa y que en España, tanto partidos veteranos como nuevos, se niegan a reconocer: unos por desconocimiento y otros no se quieren enterar o albergan intereses más perversos. 

Lo que sí es cierto es que estas ideas geniales nacidas de grandes estadistas (aquí no estamos inventando la pólvora) no interesan a las cúpulas de ningún partido, pero sí a las bases emprendedoras de algún partido incipiente; pero éstas son sistemáticamente desoídas por sus jefes. 

Hobbes tuvo el acierto de crear un cargo cuyo cometido fuese asegurar la paz, el orden y la justicia. Esto empieza a sonar, ¿ verdad ? Es decir, Hobbes domesticó las teorías de Maquiavelo, pero a su vez surgió otro genio que domesticó el poder que Hobbes le había dejado a cargo de un rey absoluto. Estamos hablando de John Locke, cuya obra más famosa es el Segundo Tratado sobre el Gobierno en el que sostiene que la soberanía reside en el pueblo y explica la naturaleza del gobierno legítimo en términos de los derechos naturales y el contrato social. También es famoso por haber pedido la separación de la Iglesia y el Estado en su Carta sobre la tolerancia. Gran parte de la obra de Locke se caracteriza por la oposición al autoritarismo.



Declaración de Independencia
Fue después Thomas Jefferson quien quedó fascinado por los trabajos de Locke, y así los tomó al pie de la letra cuando conocido por su estilo de escritura elocuente se convirtió en el principal autor en la redacción del borrador de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.


Desde aquellos antiguos griegos que votaban todos, como quieren hacer ahora algunos en asambleas,  para gobernar un país al sistema de representación de una república constitucional hay un abismo. Solo la ignorancia sobre el ABC de la filosofía política  puede ser causa de semejante despropósito. Los motivos por los que la población sigue desconociendo la ciencia o filosofía política pueden deberse o a una enorme perversión por parte de algunos, o simplemente porque muy pocas persona la explican a nivel divulgativo. Es evidente que hay que romper primero ese círculo vicioso antes de alcanzar la libertad colectiva que viene de un democracia formal.


Es indispensable que la ciencia política forme parte del currículo escolar si queremos una España con ciudadanos libres; pero también hay que romper una lanza a favor de otras disciplinas como economía, cocina y puede que otras materias indispensables para el hombre del S XXI deben formar también parte del plan de estudios. La escuela debe adaptarse a los tiempos para que políticos, profesores y ciudadanos sepan estas verdades.
Vicente Jiménez

jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Estados federados en España? No saben de lo que hablan


No hace falta mucha revisión, sino constatar primero cómo se desarrolló y después acabó todo para afirmar que los nostálgicos republicanos deberían cambiarse el nombre. No son republicanos: son comunistas, bolcheviques, neofascistas o neo lo que sea: cualquier cosa menos republicanos. En primer lugar, por el hecho de no querer tener a un rey nadie puede hacerse llamar republicano. Ser republicano es desconfiar sistemáticamente del poder, y eso es lo que menos les preocupa. Quizá podríamos llamarlos antimonárquicos o algo así: ¡vamos!, que no quieren tener rey; pero después serían incapaces de ponerse de acuerdo, como ya les pasó una vez y liaron la que liaron. Desde luego, muchos de ellos sueñan con un estado totalitario a la vieja usanza de la URSS como modelo; de aquellos estados totalitarios bien puestos como el de Lennin o puede que como el de los Cameres Rojos o el de Mao. Nadie lo sabe...; todo lo contrario que un republicano de verdad, que ante todo lleva en su ADN la desconfianza hacia el poder: eso significa ser republicano. Un republicano podría hasta aceptar a un rey, pero lo que jamás soportaría y siempre abominaría es de un estado totalitario, aunque estuviese disfrazado de democracia republicana. A.G. Trevijano con muy buen entender acuñó el término de repúblico, para distinguirlos de los republicanos: simples reaccionarios que anhelan volver a fracasar como ya hicieron en una ocasión.

La diferencia entre republicano y repúblico es un ejemplo del problema no resuelto del lenguaje político: desde el s XVII se han volcado en nuestras realidades de organización social tantos conceptos y situaciones que ni siquiera tenemos nombre para cada uno de ellos. Si el tema es ya complejo per se, imaginad cómo se distorsiona la situación si carecemos de nombres para designar toda esa maraña de nuevas realidades sociales. Es la babelización (1) del lenguaje político lo que hace tan difícil ponerse de acuerdo; más teniendo en cuenta que se traducen en pasiones y codicia. Podemos considerar que desde que Maquiavelo escribió el Príncipe, pasando por su discípulo Hobbes (aunque no fueron coetáneos); que es quien acuñó el lenguaje político utilizado hasta ahora, pocos vocablos se han añadido y sí mucho han evolucionado los conceptos desde el S XVIII. En efecto, desde Hobbes ha llovido y mucho en el desarrollo y en el cómo las sociedades se han organizado.

Cuando escucho a esos señores tertulianos y políticos televisivos, que en mi opinión tanto daño están haciendo a causa de su ignorancia en ciencia política, se me ponen los pelos como escarpias: no solo desconocen de qué están hablando, sino que como en la torre de Babel tampoco se ponen de acuerdo en los nombres con los que deberían designar a las cosas en sus acaloradas discusiones: no saben de lo que hablan ni se ponen de acuerdo en los vocablos; eso que para Hobbes era tan importante: dar un nombre apropiado a cada cosa... Como para entenderse entre ellos, y sacar agua clara.

Y aquel espectador o escuchante que no tenga idea de ciencia política porque sea médico o fontanero y está obligado a saber ciencia política creerá en lo que dicen porque afirman sus disparates con el mismo dogmatismo, certeza y seguridad que un obispo sobre el púlpito. Y seamos serios señores..., el obispo nos está hablando de asuntos trascendentes de moral o fe; sabe de lo que habla, pero los tertulianos dedicados a hablar de política deberían estudiar un poco de ciencia política por lo menos y eso implica también conocer el propio idioma: el español (no el castellano).

No solo desconocen el idioma y los conocimientos básicos y elementales de filosofía política sino que todavía no se han enterado de que moral y política fueron separadas desde los tiempos de Maquiavelo, y al carecer de argumentos solidos optan por el dogmatismo como defensa. Al ir saltando de dogma en dogma y de descalificación en calificación, tales como eres un fascista (aunque no sepan qué significa), etc; atender al espectáculo grotesco de tanta ignorancia resulta una ejercicio de desinformación concentrada. Y estos tertulianos y políticos se atreven a contarnos unas tonterías con una seguridad que espanta: que si hace falta una reforma de la constitución para ir con listas abiertas y conseguir más democracia, que si en la reforma hay que obligar a los partidos a tener democracia interna, que si una España federal asimétrica... el desvarío más impresionante y variopinto señores:



No solo se demuestra matemáticamente que las listas abiertas son un fiasco, sino que con un mínimo de sentido común cualquiera puede ver que el verdadero poder consiste en confeccionar la lista... Ya no hacen falta ni matemáticas: common sense nada más. Y otra en la frente, ¿qué quiere decir "más democrático"? Si se refiriesen a más separación de poderes, aún; pero esto ni se lo plantean...

Ignoran que la democracia no es juego político sino normas: una normativa para relacionar y separar poderes dando representación al ciudadano desde el origen: que vendría a resultar como cuando damos poderes a alguien ante notario para estar presente por nosotros en un acto civil (herencia, etc...)

Se lían con lo más elemental: confunde el partido de fútbol con el reglamento del juego. La democracia se refiere al reglamento y la política al partido de fútbol, al juego. 

En cuanto a que un partido político sea democrático o no por dentro es algo que a los ciudadanos nos da igual... Lo que interesante es la democracia fuera del partido; y que ese partido no pertenezca al Estado sino a la sociedad civil: que esté presente en la Cámara por nosotros, los ciudadanos; y no simplemente obedeciendo a su jefe de partido.

Pero ya, lo que suena a chunga  total es cuando algún iluminado dice que hay que montar un estado federal asimétrico en España; y se queda tan campante el muy ignorante.

¿Cómo se puede desconocer el ABC más elemental  cuando se supone que eres un experto en política? Las federaciones se montan cuando unos estados están separados y entonces acuerdan juntarse por motivos que suelen ser económicos y de defensa. 

¿Que quieren hacer con España estos locos inconscientes? ¿Puede que separar primero todas las Comunidades Autónomas o las regiones en estados totalmente independientes como Francia, Inglaterra, etc., y después juntarlos en una federación? ¿Quien asegura que la recomposición de naciones independientes formasen una España como antes y que dos regiones se junten por un lado y otras cuantas por otro? Y lo de asimétrico ya es un dislate tal, que no creo que ni ellos sepan por qué le han puesto ese nombre.

Otro problema de babelización ¿Es que no se dan cuenta que federar España sería como romper un jarrón estrellándolo contra el suelo para ponerse después juntar las piezas con pegamento Imedio: si España es una nación mucho antes que Francia, Italia y muchas otras de abolengo, la quieren romper en trozos para después juntarlas, o qué; ¿en manos de que clase de "expertos insensatos" estamos?

Yo creo que como muchos se perdían las clases preparando y haciendo huelgas contra Franco, no estudiaron nada, se metieron en política por carecer de oficio ni beneficio y así nos va. Increíble cómo aguantó Franco, sin tan siquiera enterarse, de que tenía a tanta gente luchando a brazo partido en contra suya...

PD 
Queda también la posibilidad de que sí sepan de qué va el rollo y que su objetivo sea mucho más siniestro: blindar la canallada de las Comunidades Autónomas para poder corromperse con el engendro ya a tutiplen enrocados en sus reinos completamente blindados. Pero, ¿tan sinvergüenzas son? ¿Y nosotros? ¿Tan tontos...?
Vicente Jiménez

(1) De acuerdo con la Biblia, después del diluvio los hombres tenían un idioma común y con su orgullo quisieron construir una torre (la torre de Babel) que llegase hasta el cielo para ser como Dios; y Dios, para evitar el éxito de la edificación los castigó e hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes idiomas. Algo parecido a la burbuja  inmoviliaria: los hombres se vieron obligados a dejar la obra, no pudieron entenderse, se pelearon; y al final se dispersaron por toda la Tierra. De ahí en lingüística se utiliza el término babelización.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Carta abierta a los partido civilizados



Un partido civilizado es aquel que surge directamente de la sociedad civil y pertenece a la sociedad civil

Cuando la tragedia se convierte en crónica es señal de que algo se hizo y se continúa haciendo mal.
Ya he justificado desde sus raíces no con opiniones sino con criterios basados en Montesquieu, Locke, Hobbes, Maquiavelo y distintos pensadores de peso el verdadero significado de la democracia y cómo ésta no existe en Europa. Solo se le acercan tres países: Francia, Gran Bretaña y Suiza.

Francia dispone de un sistema democrático impecable excepto por un nimio detalle en la separación de poderes: cuando el presidente del gobierno es elegido a doble vuelta con toda la representación de la sociedad civil ya garantizada (gracias a la doble vuelta), necesita del apoyo de la cámara para ser envestido Presidente del Gobierno. 

El legislativo y ejecutivo se unen durante esa consulta, y en una democracia formal jamás deben hacerlo; ni siquiera por un instante. Excepto por ese pequeño detalle Francia goza de una democracia muy sana.


Inglaterra tiene una representación de los ciudadanos casi completa, excepto en que los representantes de distrito son nombrados por mayoría simple y no a doble vuelta, que es lo único que garantiza la representación: la mayoría absoluta que proporciona la doble vuelta no deja fuera a nadie. Las mayorías simples tienen el inconveniente de dejar fuera de juego a los perdedores.  Y aún así, el miedo a que los mismos votantes los echen del cargo hace que los ciudadanos se hallen bien representados por sus MP o Members of Parliament, como denominan ellos a sus representantes de distrito en el Parlamento. Ahora bien, donde falla la democracia es en el sistema parlamentario, ya que no es el pueblo quien nombra a PM o primer ministro, sino el Parlamento.


El único lugar donde se cumplen todas las condiciones de la democracia formal es en EEUU, ya que es el pueblo quien nombra directamente a su presidente sin que intervenga ningún otro poder en ese nombramiento: la separación de poderes es impecable así como el control de unos poderes sobre otros y la representación ya la quisiéramos nosotros..


Si deseamos resolver los problemas de nada sirve rasgarnos las vestiduras por lo que está pasando. Todo, absolutamente todo lo malo que ha ocurrido, ocurre y nos pueda acontecer políticamente es consecuencia lógica e inevitable del sistema de partidos incrustados en el estado que sufrimos en Europa en mayor o menor medida . De ahí también que la corrupción haya incidido mucho más en el arco Mediterráneo, ya que todos los países que lo constituyen se gobiernan mediante sistemas de partidos estatales. Y ello nos lleva a una terrible cuestión, ¿es que en España o Italia y Grecia nuestros gobernantes son mucho más corruptos y gente menos honrada que lo puedan ser en Suiza, Francia o Inglaterra? ¿A qué se debe que nuestros políticos jamás dimitan por los desastres que ocasionan o corrupciones astronómicas en las que se ven envueltos y, en cambio, por cualquier nimio (según nuestros estándares) escándalo vemos que un representante del parlamento ingles puede verse obligado a dimitir fulminantemente, por ejemplo, por no pagar una multa, ser detenido conduciendo con tasas de alcohol o ser descubierto recogiendo en su  coche a una prostituta?

¿Qué hace que las acciones de los políticos, tanto en la esfera política como incluso en la privada, tengan consecuencias para unos políticos y provoquen dimisiones fulminantes en unos lugares sí y en otros no? ¿Es por una cuestión moral por parte unos representantes arrepentidos que presentan dimisiones voluntariamente en unos países sí y en otros no lo que está en juego? ¿Los políticos son morales en unos países y amorales en otros?

Cuando Maquiavelo tan acertadamente separó la moral de la política nos dio la respuesta a esas cuestiones: las dimisiones y las imputaciones nada tienen que ver con la moral sino con el sistema. Es función de si se da la separación absoluta e impermeable de poderes o/y representación, o no. En el sistema democrático formal todos los poderes se vigilan celosamente entre sí manteniendo una tensión perpetua. En ese caso, la democracia no nos garantiza la honradez de los políticos al cien por cien, pero si nuestros representantes saben que sus acciones tendrán consecuencias inmediatas en caso de descubrirse; ya sea por parte de los ciudadanos, que los podrían obligar cesar y sustituir, o por la justicia, que los puede imputar y castigar; la cosa cambia. No es comparable la impunidad con la que los políticos pueden actuar cuando se encuentran bajo el paraguas de la ausencia de democracia; especialmente cuando el tiempo transcurre haciendo crecer la corrupción como una bola de nieve rodando que jamás para gracias a un sistema en el que todos tienen por qué callar. Obviemos los ejemplos, que es en lo que inciden los medios sin ofrecer nunca una solución tan simple como la que nos estamos planteando y que, desde luego, no interesa difundir.

Los modelos ayudan a entender los fenómenos
Imagina que regalaran los carnés de conducir simplemente confiando en la honradez de que el conductor cumplirá con las normas de circulación, y que el conductor se supiese impune cuando se salta un semáforo. Esa es la situación en la que hemos colocado a nuestros políticos: no es justo para ellos, ni para nosotros, porque deja la decisión en la conciencia de cada uno (Maquiavelo ya separó la moral de la política). Imagina también, que para mejorar las cosas viene un jefe de tráfico y dice: tranquilos, pista libre que la carretera es de todos; no tiene dueño: eso es, por ejemplo, lo que hizo Zapatero cuando dijo que el dinero público no era de nadie y dio barra libre a los políticos para gastar . Ese dislate; esa insensatez la pudo hacer ZP por gobernar en una partidocracia; jamás se hubiese atrevido en una democracia. Ni ZP hubiese sido el ZP que conocimos, ni Rajoy ni Aznar ni Felipe González en una democracia constitucional hubiesen actuado igual. 

Ese es el secreto: representación y separación de poderes. La fórmula es tan simple que muchos, aunque actúan de buena fe, aunque esté delante de sus ojos no la ven. Si se intentasen montar nuevos partidos parcheando los defectos de la presente partidocracia; poniendo cortafuegos a los Estados de Partidos, aunque ganasen la elecciones al final llegarían al punto de partido que querían evitar: alguien se saltaría el semáforo, y luego otro, y luego otro; y al final se taparían entre ellos. No podemos cargar en las conciencias de nuestros representantes la tentación: deben saberse hipercontrolados y que  serán responsables personalmente de lo que hagan. 

Entérense Vds... no hay vida para la sociedad civil dentro de ninguna dictadura de los partidos estatales; así de simple. Ya los podemos edulcorar con listas abiertas o con lo que queráis. Solo un poder puede detener a otro poder, nunca la sociedad civil dispondrá de poder si no partimos de un representante de distrito con mandato imperativo, si no tiene un intermediario de verdad que la represente: entonces sí se constituye la sociedad civil en un poder a través del colegio electoral de cada distrito; controlando a su representante, es decir, alguien que esté por ellos proponiendo leyes y peleando por sus intereses.

La cruda realidad es que la partidocracia no se puede parchear porque no divide poderes y carece de representación: hacerlo sería como intentar que una dictadura se convirtiera por actos de buena fe en dicatablanda:

  • Nosotros somos honrados y si entramos esto no volverá a ocurrir.

Craso error: corregir la inercia de un sistema que funciona mediante consensos y cuyo fuel es en muchas ocasiones la corrupción resulta una labor imposible. Es el sello de todas las dictadura de partidos del arco Mediterráneo, y por esa razón precisamente tenemos todos los mismos problemas. 

No es que seamos personas más corruptas por estos lares bañados por el Mare Nostrum sino que tenemos sistemas de gobierno sin representación ni división de poderes; es decir, sin democracia. Esa es la enfermedad

La solución

    Hay que partir solo de las dos premisas que enmarcan una democracia formal. La representación se consigue mediante el diputado de distrito uninominal (nada de listas: ni abiertas ni cerradas) con mandato imperativo (ha de cumplir con los dictados de la sociedad civil, no los del jefe de partido) y revocable (si lo hace mal va a la calle) elegido a doble vuelta (para garantizar la representatividad); y de igual forma y condiciones debe ser elegido el presidente del gobierno y ese presidente tendrá libertad para elegir a sus ministros sin consultar nada con nnadie. Los mecanismos de la separación de poderes: legislativo y ejecutivo deben ser impecables: agua y aceite; y al judicial debemos dejarlo tranquilo que haga su trabajo con una eficiente, bien dotada pagada y reconocida policía a su servicio; y un presidente del tribunal supremos elegido por el poder judicial y todos los que intervienen en el ejercicio de la justicia.
    Intentar parchear el actual sistema de partidos es una labor y un esfuerzo absolutamente estéril. 

    Solo un partido cuyo objetivo único fuese hacerle el harakiri al régimen actual e iniciar un proceso libre constituyente para obtener una democracia constitucional; o bien, mediante una abstención masiva por parte de la sociedad civil para deslegitimar al régimen, seguido de acciones exigiendo y pidiendo la democracia constitucional ante el mundo (Europa, Bruselas, EEUU, ONU) conseguirían el derrumbe de los estados de partidos y  marcarían el camino hacia la democracia formal, y, con ello, la solución a nuestros problemas. Y solo una constitución donde lo único que se reflejara fuesen los mecanismos de representación, control y separación absoluta de poderes puede garantizar esa democracia constitucional. Esos mecanismos están ya inventados hace dos siglos; solo hay que aplicarlos corrigiendo aquellos aspectos que dan dosientos  años de experiencia: sabemos de los fallos que se dan en democracias con solera... podemos usar esa información para instituir algo mejor y ser felices todos, que de eso se trata.
    Vicente Jiménez

martes, 22 de octubre de 2013

LEVIATÁN ¿por qué no lo leyeron?


La felicidad es un continuo progreso de los deseos, de un objeto a otro, ya que la consecución del primero no es otra casa sino un camino para realizar otro ulterior. La causa de ello es que el objeto de los deseos humanos no es gozar una vez solamente, y por un instante, sino asegurar para siempre la vía del deseo futuro. Por consiguiente, las acciones voluntarias e inclinaciones de todos los hombres tienden no solamente a procurar, sino, también, a asegurar una vida feliz; difieren tan sólo en el modo como parcialmente surgen de la diversidad de las pasiones en hombres diversos; en parte, también, de la diferencia de costumbres o de la opinión que cada uno tiene de las causas
que producen el efecto deseado.

Un incesante afán de poder en todos los hombres. De este modo señalo, en primer lugar, como inclinación general de la humanidad entera, un perpetuo e incesante afán de poder, que cesa solamente con la muerte. CAPITULO XI, DE LA DIFERENCIA DE "MANERAS", Leviatán. Thomas Hobbes.
 Un tema que Aristóteles jamás se hubiese planteado: la felicidad como un ansia y capacidad no de imitar a la naturaleza sino de transformarla. La concepción de "poder", para Hobbes, no se limitaba al "poder político absoluto" de reyes y gobernantes sino al poder de dominio sobre la Naturaleza. Esa idea sería recogida para adornar las mansiones inglesas los palacios europeos desde finales del s XVII: los parques y jardines han sustituido a los bosques salvajes rodeando mansiones y palacios.  Edad de la razón significa la aplicación de las matemáticas y la ciencia para domar la naturaleza: árboles dispuestos en hileras simétricas, figuras geométricas dividiendo grandes espacios de verde césped, composición de flores perfectamente alineadas y combinadas... Aunque los jardines ingleses y franceses difiriesen en estilos, la idea Hobbiana  transformadora de la naturaleza fue la impulsora; no la única, pero impulsora. A eso se le llamo la Edad de la Razón. Ya estamos enfocando la revolución científica e industrial que habría de venir dentro de doscientos años..

../..


Un profesor de ciencia política dijo una vez:

- Si Maquiavelo hubiese sido Sherlock Holmes, Thomas Hobbes habría tomado el papel de Watson.


En la concepción teórica sobre los Estados modernos hay que partir del tándem Maquiavelo-Hobbes. Si Maquiavelo dejó despejado de arbustos medievales el terreno para llegar a la idea de Estado moderno fue Hobbes quien diseñó la ciudad que se construiría sobre ese terreno.

Thomas Hobbes abandona la concepción aristotélica del hombre cuya felicidad sólo se alcanza como animal político en una ciudad que obtiene la perfección por medio de la virtud de quienes la habitan y le da la vuelta a la tortilla:

No se trata de conseguir ciudades perfectas como proponía Aristóteles ni nada por el estilo. Todo eso son utopías: se trata de evitar que ocurran cosas malas.... así que si Maquiavelo se atrevió sin contemplaciones a separar moral y política, Hobbes ya le le pone los cimientos al Estado moderno: el principio de autoridad en tanto sea garante de la paz, (o modernamente también, papá Estado árbitro del estado de bienestar), constituye el fundamento del derecho. El vocabulario político moderno fue en gran parte acuñado por Hobbes: nuevas palabras para designar nuevos conceptos: una absoluta revolución.

Para conseguirlo hace precisamente lo contrario que propuso Aristóteles. Se pregunta cómo sería el hombre si lo sacas de la familia, la ciudad, cualquier tipo de poder y se plantea cómo se gobernaría a sí mismo. Una vez conseguida la abstracción de ese hombre libre dice:

- Vamos a tomar todos los problemas y responsabilidades que comporta gobernarse a sí mismo y se los pasamos a alguien. Esa, esa es la idea principal de la democracia: les pasamos los problemas a los poderosos, divide y vencerás (separamos poderes), y que se peleen entre ellos y nos dejen a nosotros tranquilos.

Ahí es cuando Hobbes realiza la abstracción del representante perfecto: el que está presente por ti. Si bien es cierto que no lo pone en la figura de un presidente como harían en EEUU lo pone en la figura de un rey perfecto.


La tradición marca que Hobbes señaló formalmente el paso de la doctrina del derecho natural a la teoría del derecho como “contrato social”. Parte de la condición de un hombre libre capaz de autogobernarse que traspasa libremente esa capacidad a otro para evitar los problemas y peligros que comporta autogobernarse: ver Erich From, El miedo a la libertad, ya que vive en perpetuo peligro de que acontezca una guerra de todos contra todos (Bellum omnium contra omnes). Entonces, pacta con un soberano  una especie de contrato social. Será un "buen rey" quien los gobierne de forma perfecta. 

Ahora bien... quedó la duda, porque, ¿existen los reyes perfectos? envestidos de todas las cualidades de una especie de superman. Muchos en su época creyeron que con su libro Leviatán lo que estaba haciendo entre líneas era cargarse el concepto de poder absoluto para sugerir el concepto de representación; y lo hizo en un tiempo en el que dicha idea le hubiese costado la cabeza. De cara a la galería justifica el poder absoluto, pero tampoco podemos asegurar que fuese su verdadera intención.
Veamos por qué:



Si para Hobbes el Arte ha de transformar y no imitar ¿quién nos dice que Leviatán no intenta transformar el poder absoluto en su abstracción para llegar a la idea de "representación" desde nuestra perspectiva moderna (por cierto, perspectiva desconocida para nuestros políticos): al fin y al cabo la idea principal de Leviatán son el poder y la representación: “estar presente por ti porque yo te dejo... te doy poderes”: representación por poderes... primera condición matemática de la democracia.


Si hubiesen leído Leviatán, a los padres de la transición jamás se les habría ocurrido montar esta chapuza y llamarla democracia: un Estado de partidos incrustados en el Estado. Los países Europeos tampoco lo hubiesen aceptado: tenemos los mismos sistemas y por supuesto los mismos problemas en España, Grecia, Italia...


De tomar la interpretación clásica de Hobbes sobre el “poder absoluto” debieron haber aplicado los Estados de partidos actuales mediante un "contrato social" que jamás existió: los españoles jamás fueron libres de elegir; fueron libres de votar  y así seguimos.

De haber tomado la segunda interpretación, la que se carga el poder absoluto y apunta hacia la representación democrática, jamás hubiesen formado Estados de partidos. Lo que sí es cierto es que debieran haberlo leído fuese la que fuese la interpretación que le diesen.

Vicente Jiménez




jueves, 10 de octubre de 2013

Los resortes del poder


La poderosa familia Medici adorando al niño Jesús como hicieron los Reyes Magos y rodeados de amigos ilustres de Florencia. El pintor Botticelli (figura en la derecha que nos mira). El poder de las grandes familias del Renacimiento era como el del Padrino, de Coppola. El poder dependía de favores, y los Medici  procuraban conseguirles los favores.
Botticelli La Adoración de los Magos Fuente Wilkipedia

Nos gusta un mundo predecible: saber que el autobús parte a la misma hora del mismo sitio para ir al trabajo cada mañana y que por el camino te puedes tomar un café con leche y comprar el periódico. Nos gusta que nuestro pequeño universo siga milimétricamente las leyes de la física newtonianas y no queremos sobresaltos. Si pudiésemos, seríamos un país fabricantes de relojes de cucú. Pocas veces pensamos que ese universo tan predecible deja de funcionar con las mismas leyes físicas cuando nos acercamos, por ejemplo, a velocidades cercanas a las de la luz. Tal como señala Carl Sagan en Cosmos nuestra lógica estaría seriamente alterada si siendo niños nos hubiésemos subido a una bicicleta y nos hubiéramos podido dar un paseo por el pueblo a velocidades cercanas a la de la luz. Para nosotros habrían pasado sólo unos minutos de plácido paseo, pero al finalizar hubiésemos encontrado a nuestros amigos convertidos en ancianos. Esa es una de las paradojas que se dan al viajar a velocidades cercanas a las de la luz; y hasta ahora, nada ha demostrado que la teoría de la relatividad de Einstein no sea cierta.
¿Quiso decir Einstein que Newton no tenía razón? En absoluto, las leyes newtonianas se dan en todas partes del universo, pero si te acercas a la velocidad de la luz, el espacio y el tiempo empiezan a funcionar de una forma que retan dramáticamente nuestro sentido común, nuestros pensamientos, experiencia y nuestra más intima lógica. De la misma forma, el agua tiene propiedades sólidas para temperaturas por debajo de 0 ºC y a 22 ºC es líquida y te puedes dar un plácido baño en ella. Todo depende de en qué cotas nos situemos.
A los políticos les gustaría que España fuese un país predecible de fabricantes de relojes de cucú. Ir en sus coches oficiales sin sobresaltos a sus despachos oficiales, que el conductor fuese siempre el mismo; e imagino, desayunar en el Congreso y sentarse en el mismo taburete a la misma hora leyendo las mismas noticias en los mismos periódicos. Si las cosas nos funcionaran bien las únicas decisiones a tomar serían aquellas para asegurar de que nada fuese a cambiar. Un mundo de precisión milimétrica, como los relojes suizos: todo predecible; y ellos, los políticos, serían los grandes relojeros.

La historia no regala muchos periodos garantes de ese inmovilismo: sin el motor de los grandes conflictos, las guerras, las revoluciones, las catástrofes naturales, o los grandes inventos artísticos y tecnológicos que cambiaron el mundo, seguiríamos en la Edad de Piedra.
 
Si pudiese viajar en la bicicleta del tiempo de Einstein visitaría Florencia en el S XV. Imaginad... Leonardo da Vinci, Michelangelo Buonarroti, Botticelli, Lorenzo de Medici. Cuando el Renacimiento estaba en plena vitalidad creativa y el viejo orden medieval se iba desmoronando para ser sustituido por otro nuevo, moderno, hubo alguien que realizó un análisis del funcionamiento y los resortes del poder como antes no se había hecho jamás: jamás ha exisitido una concentración de genios como se dio en el Renacimiento. Desde los tiempos de Aristóteles pasando por San Agustín el poder y la moral eran como el hidrógeno y el oxigeno para formar agua: el poder y la ética o la moral estaban incuestionablemente unidos: nadie se había atrevido a separarlos jamás hasta que apareció otro genio que escribió una especie de “guía para dummies” de cómo gobernar: Niccolò Machiavelli.

Aunque Lorenzo Medici no llegó a leer el librito, aplicó los métodos que había recogido Maquievelli. Maquiavelo tuvo la osadía de decirnos cómo éramos en realidad y no cómo debíamos ser: puso al hombre en los límites; no en momentos estables, sino durante las grandes crisis. Evidentemente, a la iglesia no le hizo mucha gracia ese espejo con el que Maquiavelo retrató el uso del poder: cómo lo conseguían, cómo lo conservaban, cómo lo perdían y cómo podían ampliarlo. El Maquiavelismo ha quedado con la mala fama de engaño, asesinato y otras prendas. El fin justifica los medios, si; pero en situaciones extremas, ¿cómo reaccionaríamos?, ¿mentiríamos y asesinaríamos?... ¿y para salvar a tu familia y tu ciudad si supieses que te van a invadir, violar a las mujeres y asesinar?

Nadie se había atrevido a contar cómo debíamos ser en situaciones extremadamente extremas. Y el poder, está siempre en una situación extrema:
¿Qué hubiera sido de Lincoln sin la esclavitud? O de Churchill sin Hitler o de un Julio César sin Pompeyo? Los detractores de Lincoln, por ejemplo, lo describieron como un dictador que llegó a suprimir el hábeas corpus y César se hizo con el poder absoluto de Roma.

En estos momentos, no puedo evitar pensar cómo se desarrollarán los acontecimientos de un Rajoy vs un Mas. ¿Quién de los dos será maquiavélico y se impondrá al otro como un gran hombre de Estado:  el que tome las decisiones sobre el otro? 

De momento, uno de ellos está actuando; es quien está tomando  decisiones de Estado - ya tiene creada la estructura de Estado para Cataluña - y el otro simplemente espera a que todo se le solucione solo por el fracaso de quien actúa. En otros tiempos esa fue su estrategia y de esa forma alcanzó el poder, pero Mas no es Zapatero: Mas no cree en el buenismo; algo que Maquiavelo hubiese considerado una estupidez.

¿Quién de los dos será el ganador y quién el gran perdedor ante los ojos de los acontecimientos y de la historia? Es evidente, para Maquievelo el que sepa actuar como un verdadero hombre de Estado y no le tiemble el pulso. No hay medias tintas: o ganas, o pierdes: en política no existen tablas como en el ajedrez porque el conflicto no finaliza hasta que uno de los dos contendientes gane y el otro pierda.
Estamos viviendo un cambio histórico; de esos que suelen darse cada cuatrocientos o quinientos años; de esos que te introducen en un nuevo orden y que jamás han ocurrido sin que surgiesen grandes conflictos. En esos periodos de grandes conflictos es donde se miden los grandes hombres de Estado. El poder funciona como funciona y es mejor que sepamos sobre sus resortes para asistir como espectadores o como actores en este gran momento de la historia; pero como siempre ha ocurrido, el papel que juguemos nos lo darán: no dependerá de nosotros


Vicente Jiménez