lunes, 11 de noviembre de 2013

¿Qué ha estado pasando en nuestros colegios?


Todos iguales... de burros (con perdón de los animalitos).
En primer lugar, los ciudadanos de un gobierno serán mucho más libres cuando el peso de la educación recaiga más en la familia y el de la instrucción en la escuela. Yo tengo dos ideas claras: la educación pertenece a la familia y la instrucción a la escuela. 

Con ello se consigue movilidad social, con lo contrario castas. Lo que voy a exponer se basa en casos extremos y no en lo general, pero si resolvemos los extremos resolvemos lo general. Antes de exponer el problema voy a ofrecer la solución: yo votaría, en una democracia formal, al representante de distrito uninominal con mandato imperativo y revocable que llevara al Congreso propuestas con dos ideas claras:  Derogación de la Ley del Menor y leyes sobre educación e instrucción cuyas propuestas saliesen de nosotros, la sociedad civil.

Los gobiernos, cuanto más totalitarios más se apoderan de la educación de los ciudadanos, y cuanto más liberales más dejan la educación en manos de la familia: así, los gobiernos totalitarios: comunistas, nazis y fascistas llegaron incluso al extremo de secuestrar a los niños de sus padres y llevárselos a sus centros de adoctrinamiento o escuelas cortando todo lazo con la familia; igual que hacen las sectas destructivas.
Eso es algo lógico, ya que para un régimen totalitario los ciudadanos, niños incluidos, forman parte del Estado. Tenemos en ese caso un partido único aunque haya sido votado, la conjunción de todos los poderes en un dictador y el partido dictador controlando los medios de producción, comunicación, la distribución de la miseria para la población y la riqueza para los dirigentes del partido; todo formando también parte de la estructura de Estado.
Un profesor de matemáticas debe preocuparse por enseñar matemáticas: no por hacer de psicólogo, mediador familiar, mediador de conflictos, agente de viajes u otra función que le distraiga de la asignatura que debe impartir. Aquellos profesores que se enorgullecen de ser “educadores” puede que sean buenos mediadores familiares o psicólogos... pero postizos. Ni han sido preparados para ello ni tienen la instrucción: a lo máximo que podrían aspirar es a utilizar opiniones fruto de cierta formación y sentido común, pero jamás trabajarán con los mismos criterios profesionales de verdad con los que lo haría un psicólogo: ya se sabe, aprendiz de todo maestro de nada y zapatero (vade retro) a tus zapatos.
Lo que sí puede y debe hacer muy bien ese profesor es enseñar matemáticas, ciencias, dibujo, historia, idiomas...
Ese es su verdadero oficio, y no otro. Eso es lo que hará bien de verdad; siempre que le dejen hacerlo, claro.
También es cierto que un profesor debe resolver situaciones conflictivas y de socialización impartiendo la disciplina, normas, respeto y puntos de referencia morales necesarios para conseguir una forma de convivencia y aprendizaje con respeto mutuo en el aula y la escuela; pero para ello la sociedad debe envestirlo de la autoridad perdida.
Hay que recuperar el respeto al profesor y la disciplina en la escuela o el instituto; dar normas y puntos solidos de referencia. Sin eso jamás tendremos ciudadanos preparados para la vida y mucho menos para la democracia; que en el fondo de eso se trata este cuento: que jamás tuvimos democracia y la escuela prepara para seguir sin tenerla. 

El fracaso de la enseñanza se veía venir desde el momento en que metieron a niños de primaria en un instituto de secundaria, los mezclaron a todos (comunismo de tribu) y les obligaron a permanecer hasta los 16 años les gustase o no estudiar. Si un joven no quiere estudiar hay que sin ofrecerle la opción de convertirse en aprendiz de un oficio; o formarse en una formación profesional si está dispuesto a estudiar esa disciplina concreta.

Es más, en la atroz mezcla del nuevo centro los niños recién llegados tienen la oportunidad de aprender de los mayores los malos hábitos y actitudes de verdaderos objetores escolares y gamberros que odian estar en el instituto y hubiesen preferido estar trabajando o aprendiendo un oficio ganado algo de dinero; como se hacía antes.

La falsa protección del menor promovida por la izquierda no solo ha creado el peligro sino que ha dejado al profesor solo ante el peligro. Peor aún, ha rizado el rizo dejando también al menor solo ante el peligro con una Ley del Menor impotente ante los abusos del matonismo, la extorsión y el acoso escolar que parece ofrecer una patente de corso ante los casos extremos de asesinatos entre menores.
La corrección política, siempre tan destructiva, ha dejado solos ante en el peligro también a los padres haciéndoles creer que debían ser “coleguillas” de sus hijos en vez de padres, abandonando el rol paternal de educar dando puntos morales firmes de referencia. Todo esto viene de las teoría roussoninas mal entendidas del “mito del buen salvaje”, según la cual, al niño; bueno por naturaleza hay que dejarle hacer lo que le de la gana para que se desarrolle en libertad, ya que el hombre es bueno por naturaleza pero la sociedad lo corrompe. Así, es cuando el profesor intenta lograr esas normas mínimas de orden y respeto cuando sale la fiera de la corrección política y surgen los conflictos entre profesores, alumnos y padres complacientes. Si el maestro castiga al niño es como si unos padres echaran la bronca al médico porque no le recetó a su hijo lo que el niño quería, coartando así su libertad:
- Quedó claro que Jaimito le pidió caramelos para quitarse el asma y no el jarabe que Vd. le ha recetado, ¿cómo se atreve doctor? Aquí quien manda es el niño. Traduzcan este supuesto a una escena con el profesor.

La bochornosa imagen colgada en YouTube de un gamberro bajándole los pantalones a un profesor cuando impotente intenta impartir clase debería quedar en la memoria colectiva como ejemplo del horror al que han llevado esto que los “progres” llaman, como no podría ser de otra forma, “la educación” en vez de instrucción; y nos puede dar idea del grado extremo de descomposición y degradación al que han llegado algunos institutos y colegios. Cuando unos niños y profesores se sienten aterrorizado a causa del matonismo y el acoso escolar es que algo está funcionando muy mal en nuestros centros escolares y en la sociedad. Ni la escuela ni la familia cumplen con su función; pero aún no he visto ni una manifestación de estudiantes ni sindicatos organizando una sola manifestación para remediar una situación que condena a toda una clase social, en última instancia, a la miseria. En cambio, cuando cuatro golfos (y los llamo así porque o se les ve demasiado mayores para pertenecer al instituto o cobran por montar la huelga) que jamás han aparecido por el instituto o la universidad se cuelan en una clase, la interrumpen y dicen que hay que hacer huelga, o impiden el acceso a los centros mediante la coacción o la agresión es que hemos perdido el norte ¿Dónde está ahí la democracia? Desde luego no son ni los que irrumpen en la clase a imponer huelgas ni los que les siguen como corderos  quienes  saben el significado de esa palabra: democracia; la única solución y la única cura a esta enfermedad terminal que estoy describiendo, casi desde las trincheras. Recuerden que di la solución antes de exponer el problema: democracia formal y tener un representante en las Cortes.

Quid prodest

Ahora bien, si yo me hubiese constituido en parte de una casta parasitaria querría que mis hijos heredasen mis privilegios, simplemente por estar en el cargo o incluso sin ni siquiera hacer acto de presencia, y saborear los deleites de todas mis prebendas: oficina decorada a mi gusto con el dinero de los contribuyentes, viajes, secretario, escoltas, Visa, gastos pagados, hoteles y restaurantes de lujo, vacaciones, una buena cuenta corriente, coche y puede que hasta amante oficial.
  • Quiero que mis niños puedan ser en el futuro tan parásitos como yo y puedan vivir ociosamente ocupados, como yo
Por supuesto, esos niños no irán a esos centros donde un matón les puede pegar una hostia, acosar impunemente, quitar el móvil, el dinero, la chupa o insultar a un profesor y bajarle los pantalones. 

Eso está bien para la purria... que la chusma siga revolcándose como cerdos en el barro de su ignorancia: de vez en cuando les enviamos a nuestros sicarios y montamos una huelga y una manifa controlada, que parezca que hay oposición...
Y la función de los profesores continuará en hacer de psicólogos a la fuerza sin serlo para resolver problemas de una sociedad enferma, resolver conflictos que se amontonan y sobrevivir un día más sin que nadie les baje los pantalones: metafórica o físicamente; todo menos dar clase de matemáticas, que debería ser su casi única función. Que aparentemente los alumnos sientan la libertad de expresarse y actuar libremente ellos, y sus hijos, y los hijos de sus hijos: odio a la autoridad del profesor, libertad para convertirse en verdaderos objetores escolares y sentirse totalmente protegidos por el sistema para ejercer esa función: impedir que se dé clase. Además, al final, todos aprobados y con becas... o sin ellas, si la casta se ha gastado ya todo el dinero; pero manteniendo a todos iguales de burros.
Mientras, mi hijo irá a una escuela de elite en Suiza, Inglaterra, o EEUU.

Está claro quien será parte de la clase dirigente y quien relegado a ser parte de una chusma sin ni siquiera ser consciente de ello. No se me ocurre una forma más atroz de condenar a la sociedad civil a la  ignorancia e ignominia: a no conseguir nunca la democracia y poder ser manipulados. No se me ocurre una forma más atroz de desigualdad e inmovilidad social mediante la demagogia del “todos iguales”, si; pero todos iguales de burros ejerciendo comunismo postizo de tribu. Todos somos iguales; pero parafraseando a Orwell: unos mas iguales que otros.
Piensen en ello...
Vicente Jiménez




6 comentarios:

  1. Nunca he leído mejor exposición y análisis de lo que ocurre en el sistema educativo. Comparto hasta la última tilde. Felicidades!

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    1. Viniendo de ti esa valoración es todo un honor. Un abrazo.

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  2. Me uno al comentario anterior, "comparto hasta la última tilde".
    Siendo hija de docentes, quienes me enseñaron lo grande del oficio, la responsabilidad que conlleva para con sus alumnos y con la sociedad, no puedo mas que revelarme cada día ante lo que ocurre, y desde casa, con mi hijo y en lo posible con sus amigos, hacer una labor social donde aprendan la verdadera razón de la educación y de la instrucción. Los valores que existen, aunque se tengan aparcados no se donde en esta sociedad que cada vez va a menos en ese sentido.
    Tuve la gran suerte de ser docente universitario por muchos años, aparte de investigadora, pero la docencia, siempre mas compleja está llena de satisfacciones, en la medida que se hagan las cosas bien, lo que hace implicarse mucho. Allí comprendí lo largo de la cadena, que se inicia en el parvulario, que son estos maestros y los de primaria quienes tienen la mayor responsabilidad y el mayor peso, y luego los del instituto, pues ellos forman lo que a mi me llegaba.
    Creo que en la medida que entendamos esto, en dar importancia a quienes realmente la tienen, eliminar de ello todo vestigio de politiquería y centrarnos en lo real, una política educativa firme, independiente de quien gobierne, que mire hacia adelante, que se entienda como una inversión de país, porque así lo es si queremos un país de primer mundo, en ese momento estaremos en rumbo seguro hacia el desarrollo.

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    1. Una vez más tengo que agradecer tus acertadas valoraciones y participación en este blog, que ya casi compartimos. Un cordial saludo y un abrazo :-)

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    2. Como no voy a mejorar ni tu escrito ni los piropos de Carolina Rodríguez, sólo te diré: gracias por tener las ideas tan claras en un asunto tan importante como la Educación. ¡Excelente!

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