viernes, 7 de febrero de 2014

Una pendiente resbaladiza hacia el absolutismo



El estado de excepción o de emergencia es el estado natural de la política. Carl Schmitt

Puede que jamás te lo hays planteado, porque tampoco había por qué hacerlo - excepto si fueses un político: entonces, tu deber sería leer este ensayo, por lo menos, si no la obra completa: nunca un librito anónimo de unas 100 cuartillas tuvo el alcance de cambiar el mundo como el Segundo Tratado de Locke, (del que ya hemos hablado). Sin decantarse por ninguno en concreto, lo que Locke sí tenía claro es que fuese el tipo de gobierno que fuese, éste debía estar embridado mediante un sistema que bautizó como gobierno constitucional o gobierno limitado: había que poner límites al poder para que el poder no resbalase peligrosamente hacia el absolutismo, algo hacia lo que el poder tiene una tendencia natural. El poder... ¡Ay el poder!... el poder es como una resbaladiza pendiente de hielo: si te subes en ella, seguro que tiendes a acelerar pendiente abajo en inevitable caída, mal que te pese, y tus mejores propósitos de mantenerte en el equilibrio de la virtud y la honradez acaban por el suelo. Si encima, no estás solo al borde del precipicio, sino que tienes gente alrededor que te da un empujoncito ya parecerás un esquiador, ejem... sin mirar ni señalar a nadie; de verdad, es que lo del esquiador me ha salido así. Mal asunto esos nuevos partidos (los viejos ya no van a cambiar) si no se dan cuenta de que con solo buenas intenciones, si alcanzan el poder sin leer a Locke, mal lo vamos a seguir teniendo la sociedad civil: por eso de la pendiente resbaladiza.
Así que, al igual que Montesquieu, tenemos a un Locke preocupado no solo por separar los poderes sino por enfrentarlos y limitarlos, ya que vimos que solo el poder puede oponerse al poder. Pero es que nuestro amigo da un nuevo paso en la evolución de la democracia representativa y parte de un poder al que ha de subordinarse el otro: el ejecutivo (gobierno) debe tener un jefe y este jefe es el legislativo nada menos.
¿Y de quién depende el legislativo? De la sociedad civil, que escoge a sus representantes... Locke defiende ese inmenso poder de la sociedad civil, aunque fuese después luego Lincoln quien lo explicitara en su famoso discurso de Gettirgurg del “gobierno del pueblo y para el pueblo”.

Así que el circuito es simple: los representantes están presentes por ti y recogen lo que la mayoría decide. Eso luego se traduce en leyes y el gobierno es el encargado de hacer cumplir esas leyes con todo el poder y el aparato del Estado. Solo hay una democracia representativa y es esta: si os dicen que existen varios tipos de democracia o son ignorantes o trileros: os están mintiendo. Y ya me curo en salud, no me vengan con las teorías liberales de John Rawl.

Pero Locke se da cuenta de que la cosa no es tan sencilla, como hemos argumentado hasta ahora, porque por mucho que seamos capaces de prever las cosas los legisladores no tienen una bola de cristal como Harry Potter, y nos podemos encontrar en muchas situaciones no previstas por esas leyes. La cuestión es que, a veces, hay que resolver un problema muy gordo para la nación y alguien tiene que hacer el trabajo sucio: por ejemplo decidir sobre una guerra o eliminar de un plumazo los desmanes de una casta parasitaria, que para eso los ciudadanos han votado (que no elegido) a un presidente (algo es algo); porque para poder elegir tiene que haber democracia, claro.
W. Churchill Fuente Wilkipedia
 

Ahí es cuando aparece el verdadero hombre de Estado, como lo fueron un Churchill o un de Gaulle. En estados de excepción, desastres naturales o digamos un país arruinado digamos porque un presidente puede haber  regalado alegremente todo el dinero público “que no era de nadie” (ya lo creo que fue de alguien); y todos los presidentes durante 35 años que permitieron barra libre para que algunos políticos y “sindicalistos” empozoñasen como vívoras unas cajas de ahorro fagocitando unos Consejos de Administración corrompidos hasta la médula, y que hasta que llegaron ellos habían ido funcionando ejemplarmente, más bien que mal, o una sanidad que hasta que llegaron los políticos también fue la envidia del mundo, como me lo expresó un amigo americano que se quedó flipando con nuestro sistema cuando su hijo sufrió un accidente en una visita a España y le diagnosticaron un cáncer. Al pasar unas pruebas rutinarias que, según me dijo, su seguro no hubiese cubierto. Evidentemente, al cogerse la enfermedad a tiempo afortunadamente se salvó. Tuvo la suerte de accidentarse en España antes de que los políticos arrasaran...

Echo de menos al hombre de Estado a quien se votó en esta dictadura de partidos y que pudo declarar el estado de excepción por el desastroso gobierno anterior, y también por todos los anteriores; que jamás le dieron el poder al pueblo ya que de haberlo hecho nada de esto habría pasado. Echo de menos al hombre de Estado a quien se votó (repito, no se eligió) con una mayoría absoluta para que tomase decisiones de estado; y pudo tomar decisiones de Estado por la situación que ese mismo presidente “confesó mucho peor de lo que se imaginaba” en su discurso inaugural. Echo de menos a ese hombre de estado que debió y pudo derrumbar las corruptas autonomías mediante un plebiscito junto a todo su ruinosos gasto con las cosas bien explicadas. Esas descomunales, inútiles y superfluas 17 autonomías; por decir algo, o dar una solución que no fuese machacar con vergonzosos recortes a los que no tienen voz, a la sociedad civil de siempre. 

Evidentemente nuestros político no leyeron no digamos inteligentemente, sino simplemente leyeron a Locke. De haberlo hecho no tendrían perdón de Dios por sus pecados contra la sociedad civil. Por dejarnos indefensos ante un poder que parece haberse mantenido por y para la corrupción: el de los sindicatos, las fundaciones, los 17 gobiernos que mantenemos más el central, la duplicidad de burocracia que nadie cumple porque el uno por el otro y la casa sin barrer... y que ya han demostrado no acercar la administración al ciudadanos, sino acercar nuestro dinero a los corruptos. Nos lo vendieron cuando inocentemente esta España narcotizada recién salida del franquismo tuvo que votar (que tampoco elegir) esta partidocracia. En realidad, hemos votado pero jamás de los jamases hemos elegido. Así que amigos del extranjero que me leéis, cuidado con lo que firmáis porque mira nosotros. A ver cómo salimos de ésta.
Vicente Jiménez
Miembro de la red de Blogs Somos #RED

11 comentarios:

  1. ¡Qué bien conocía Locke las miserias del hombre! ¡Qué bien sabía que todo político se corrompía irremediablemente como toda cabra tira al monte! Y qué bien lo explica @parnasillo en este artículo.
    Sin embargo, tengo que disentir de él cuando afirma que solo hay una democracia y un método para ponerla en marcha, pues solo era así para los científicos políticos de la ilustración, que carecían de la perspectiva adecuada para comprender el fenómeno en toda su amplitud. La realidad completa es que el control de los políticos se ha hecho a lo largo de la historia y podrá seguir haciéndose en el futuro, según cuales sean las circunstancias y los medios de que se disponga para hacerlo: La democracia ateniense, ejercida directamente por los ciudadanos; la del XVIII, basada en la división y separación de poderes, de forma que “el poder frene al poder”; y la del XXI, un siglo a partir del cual vuelve a ser posible disfrutar de la democracia sin necesidad de traspasar los poderes del Estado a ningún político, puesto que, gracia a las tecnologías de la información, los ciudadanos pueden ejercerla directamente como en la antigüedad se ejerció en Atenas.
    Lo que si resulta indiscutible es el valor universal de una ecuación incluida en este artículo que es primordial si queremos detectar la necesidad de la democracia y la forma de diferenciarla de cualquier falsificación que se implante, como es el caso de España desde el 78:
    VOTO + DEMOCRACIA= ELECCIÓN
    No se elije cuando no se vota ni cuando no hay democracia ni cuando la democracia no es genuina.
    De cualquier forma, nuestro amigo @parnasillo nos regala una nueva faceta de su intelectualidad: abandona su vocación estricta de pedagogía política y pisa el albero en el ruedo real de la política española: ¡AY de Rajoy! dice, sin mencionarlo: El que pudo haber sido y no fue, el que amagó y no entró a matar, quien pudo y no quiso o no lo dejaron o se lo impidieron, quien no leyó a Locke o si lo leyó no lo comprendió o no lo le interesó ponerlo en práctica… vaya usted a saber.
    Siempre @parnasillo, siempre enorme.

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    1. Menos mal que disentimos en algo amigo Rafael .-)

      Es cierto que sacas punta a algo que di por sabido: la democracia ateniense era directa y yo ni la menciono ni contemplo. Paso directamente a la moderna y representativa por dos motivos: porque no todos los asuntos de un Estado moderno pueden someterse a votación y nuestros amigos Maquiavelo, Hobbes y Locke, por este orden, nos mencionan cuando un soberano o presidente o lo que sea, envestido como por el espíritu santo de las cualidades de un hombre de Estado tiene un par de bemoles para tomar primero y ejecutar después esas decisiones de Estado que necesitan inteligencia y valentía enfocadas siempre al bien común. No lo menciono en el artículo porque creo que Lincoln merece un capítulo aparte como ejemplo de hombre de Estado porque forjó a sangre y fuego una nación que se desintegraba, como la nuestra. No sé cuánto le habría durado un +, valga la broma. Algo inadmisible, porque ese signo no se habría atrevido ni a asomar la nariz en ninguna ecuación Lincolniana jeje.

      Mira, eso de la e-democracia directa lo pregunte a alguien que parecía que sabía del tema y me creí lo que dijo. A mi pregunta de ya que yo puedo desde casa conectar con mi banco y realizar consultas, transferencias o comprar un billete de Ave ¿sería posible hacer lo mismo votando en consultas y tomando decisiones políticas desde casa? Ya dijo Montesquieu (si no me equivoco) que si está el representado sobra el representante. Así que tienes razón, yo le planteaba a ese experto que ¿quien mejor que yo para representarme a mi mismo?

      Pues bien, lo que me comentó lo vi razonable. Me dijo que no existía ningún sistema informático que pudiese hacerlo, porque el voto es secreto, y la diferencia con el modelo de la cuenta bancaria es que toda operación que haga desde casa en mi banco puede ser monitorizada de principio a fin: precisamente se puede hacer desde casa porque en todo el algoritmo en ningún momento se rompe mi identidad, cosa que con el voto secreto no ocurriría. Y el segundo inconveniente es que a una operación bancaria un resultado previsto. Si pago 300,00 € sé cuanto tenía y cuanto tengo. Con mi voto secreto ¿quien te asegura contra un pucherazo? ni controlas ni sabes que ha pasado con ese voto porque no controlas el programa. Eso me dijo ese señor y como yo no sé de eso, así te lo cuento.

      ¡ Ah ! Y no hay grandes escritores si después no hay más grandes lectores todavía.

      Un abrazo Rafael

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    2. Conste que coincidimos en la definición de democracia, si entendemos por eso que todo el poder emana de los ciudadanos y son ellos los únicos que pueden cederlos temporalmente a terceras personas para que se encarguen de regentarlos en su nombre. Tampoco existe diferencia entre nosotros en lo que se refiere a la separación de poderes, como el único procedimiento que la ciencia política ha encontrado para que los ciudadanos puedan confiar en que sus mandatarios al frente del Estado no se corrompan y actúen en defensa de los intereses más genuinos de sus representados. En tercer lugar, también coincidimos en que no existe todavía una tecnología informática capaz de ofrecer las prestaciones de eficiencia, seguridad y confidencialidad, que serían necesarias para que los ciudadanos pudiéramos recuperar el 100 % del control de lo público, de forma que no nos viéramos obligados a ceder los poderes del Estado a nadie y ejercerlos nosotros directamente.
      Yo disiento de tus planteamientos en otro sentido. Imagina dos cosas:
      1) Una administración del Estado que refleje cada uno de sus presupuestos y de sus acciones, especialmente las relacionadas con la contratación pública, en un diario digitalizado que estuviera al alcance de los ciudadanos mediante internet. A esto podríamos llamarle TRANSPARENCIA, que de haber existido, hubieran sido imposibles los Gurteles, los Eres andaluces, las mamandurrias de UGT y, en general, la corrupción política que asola España.
      2) Una red social comparable a twitter o facebook, en la que los ciudadanos pudiéramos escribir nuestra apreciación sobre la actividad pública y donde denunciar nuestra disconformidad sobre según qué acciones del Estado. Es cierto que tal instrumento sería exclusivamente informativo, porque carecería del rigor y de las características necesarias para que pudiera concedérsele un valor ejecutivo, pero sí, una guía que deberían seguir los gobiernos establecidos para evitar acciones en su contra mediante el voto de castigo, eso sí, emitido mediante urnas.
      Estos dos supuestos imaginados abren el melón de un régimen que tiende a recrear la democracia ateniense, en el sentido de que los ciudadanos mantienen colectivamente el control de los poderes sin necesidad de delegarlos a las manos de nadie, en el que serían precisos cuatros vectores: Transparencia, Voto y veto permanentes, E-gobierno y Referendum vinculante.
      Esto no es hablar de la caducidad de la eficacia de la separación de poderes, sino afirmar que la obsolescencia de los controles dieciochescos depende exclusivamente de dos factores: que la tecnología informática supla las deficiencias que aun tiene, y que algún grupo político se decida a darle forma a esta propuesta.

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    3. Bueno, es el problema de la babelización del lenguaje político. En primer lugar, eso que describes es completamente factible y además se podrían realizar auditorías públicas para que los datos fuesen fiables.

      Desde luego jamás diría que no a esa excelente transparencia que planteas. Además, sería un control ejercido al poder por parte de la sociedad civil, aunque en partidocracia no tengamos ningún poder como sociedad civil. Ahora bien, recuerda que en la democracia ateniense votaban todos los ciudadanos, y esa parte no la tenemos cubierta con la e-democracia. Yo llamo e-democracia a todo el proceso, incluido poder votar consultas frecuentes cómodamente desde el ordenador de mi casa. La parte que describes tú como e-democracia para mí son TIC.

      Pero se llame como se llame, desde luego que apoyaría algo así: transparencia fiable ante todo como primer paso. Desde luego, están saliendo cuestiones muy interesantes. Que los políticos interesados por la sociedad civil, se sirvan en este banquete de ideas de Somos #RED si quieren.

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    4. He oído hablar de uno, que lo pintan con una linterna, que pasó la vida buscando un hombre honesto y que nunca lo encontró. Me temo que acabe pasándonos lo mismo si no pasamos a la acción y convenzamos a muchos de cual es el camino.

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  2. Hola, interesante artículo e interesante comentario del sr, Solis. Yo que de política entiendo lo justo, lo de andar por casa no dejo de hacerme una pregunta. En algún momento será posible tener a personas en el poder que miren por el bien del ciudadano?

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    1. Gracia Mateo por participar en el blog, que es lo que lo hace interesante precisamente. En estos momentos eso que te planteas raya el límite de lo imposible, ya que para que eso ocurriese deberías tener a alguien que intermediase (hiciese de intermediario) entre tú y el Estado. Los diputados son representantes de los partidos y sus jefes no somos nosotros, sino los jefes del partido. Dicho de otra manera: un diputado del PP jamás votará lo que tú quiieres sino lo que le dice el Sr. Rajoy. Por lo tanto todo el sistema se mueve en torno a los intereses de la casta polítivca y no del ciudadano. Para que eso cambiase los representantes (diputados) deberían salir directamente de la sociedad civil y representarnos a nosotros, y no a ningún partido. Además debería defender los intereses por los que los votaste. Eso se resuelve partiendo de las circunscripciones (100.000 hab) y eligiendo un diputado por cada distrito electoral, pertenezca o no a un partido, a doble vuelta si es necesario y con mandato imperativo (hace lo que tú le mandas) y revocable (si lo hace mal lo echas, es sustituible por otro más espabilado u honrado). Así que nada de listas abiertas ni tonterías y nunca los repartos proporcionales ni la parafernalia que se han montado, que es los que nos ha robado la representación.

      Te recomiendo dos artículos de este blog que creo te pueden ayudar a comprenderlo mejor:

      1 Así de simple es la democracia formal http://goo.gl/TPn4vW

      2 El día que logramos la democracia: un futurible de lo que debería ser y cómo lograrlo http://goo.gl/GViN8r

      Un cordial saludo

      Vicente Jiménez

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  3. Creo...que nada de lo que fué tiene valor en el ahora. Pues podemos observar que todo momento histórico se resolvió en la creencia de que era lo mejor y, la situación tornaría hacia el ideal del bien en ese momento. Posteriormente se mostraría que cabían otras opciones aparejadas y no contempladas, que volvían a crear conflicto y enfrentamiento nuevamente, y así ciclo tras ciclo.
    Creo...que si algo resolverá la situación de repetición, tendrá que ver con la Unidad. Unidad que ha de darse en el propio individuo primero, después como no puede ser de otra forma se dará o verá en el colectivo. Ésta situación de no dividido que es el individuo, es lo que evitará que el ciclo histórico de repetición se siga manteniendo. Pues en la historia siempre vemos momentos de esplendor y de miseria, ambos polos de un mundo polarizado y dualista, nada nuevo bajo el sol. Podemos optar por mantener la dualidad o encontrar la Unidad. :-)

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    1. Gracias por tu aportación Miguel. La verdad es que coincido contigo y no tengo nada que añadir, ya lo has expresado tú.
      Un abrazo.

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  4. Enhorabuena. Impresionante artículo impecablemente expresado. Doy gracias por encontrar gente despierta, amén de estudiada. Mi pregunta: y entonces qué, ¿votamos o no?¿es realmente útil la abstención, porque a la calle de mamporros no vamos a salir, al menos yo... de momento?
    Un saludo,
    Pepe

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    1. Gracias por tu participación Pepe. En estos momentos ya no es la democracia lo que está en peligro sino la misma nación, que tiene visos de escindirse a trozos. Tenía clara la abstención y después unirme a cualquier manifestación pacífica que hubiese para deslegitimar este régimen de oligarcas: ahora pienso en votar algún partido que garantice como prioridad plantarle cara a las horrorosas autonomías y unificar España. Mi último artículo plantea este dilema sin definirse por ninguna de las opciones; pues es algo que debe hacerse tras una profunda reflexión y libremente.

      Aquí tienes el enlace: Abstención VS un partido de ángeles celestiales http://goo.gl/iRNJ66

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