jueves, 24 de abril de 2014

El alma democrática


... la igualdad ha precedido a la libertad: la igualdad era, pues, un hecho antiguo, cuando la libertad era todavía una cosa nueva; la una había creado ya opiniones, usos y leyes que le eran propias...
...La igualdad suministra cada día una gran cantidad de pequeños goces a cada hombre. Sus hechizos se sienten a cada momento y están al alcance de todos; a los corazones más nobles no les son insensibles, y las almas más vulgares hacen de ellos sus delicias. La pasión que la igualdad hace nacer, debe ser a la vez general y enérgica.

Los hombres no pueden gozar de la libertad política sin comprarla mediante algunos sacrificios, y si la consiguen es con muchos esfuerzos; pero los placeres que la igualdad procura se ofrecen por sí solos; cada uno de los pequeños incidentes de la vida privada parece hacerlos nacer, y para gustarlos no se necesita más que vivir.

Entre las leyes que rigen las sociedades humanas, hay una que parece más precisa y más clara que todas las demás. Para que los hombres permanezcan civilizados o lleguen a serlo, es necesario que el arte de asociarse se desarrolle entre ellos y se perfeccione en la misma proporción en que la igualdad de condiciones aumenta Tocqueville La Democracia en América, Vol II

Fuente: Colonial Authority


Cómo transformaría un Estado realmente democrático al individuo ¿plantearía una cuestión de causa-efecto? Dicho de otra forma, ¿existe una relación entre el régimen que vive una nación y la psicología, aptitudes y actitudes de los individuos que la habitan?

Algo así me pareció percibir por lo que me dijo un amigo una calurosa noche de verano en un pueblecito situado al norte de Estados Unidos. Estábamos tomando una cerveza helada en el porche de su casa y de alguna manera la atención de nuestra conversación se fue hacia el tejado de la casa:

  -Los dos últimos inviernos han sido muy duros. Voy a tener que poner un tejado nuevo.

  -Eso será caro ¿no?

  -No, si lo hacemos entre algunos amigos.

  -El año pasado le pusimos un tejado nuevo a la casa de Andy.

  -¿Ah si?, ¿Cuánto tardasteis?

  -Dos días

  -¿Eso se puede hacer en dos día?

  -Desde luego, si somos cuatro tipos dispuestos a trabajar duro, con las herramientas adecuadas, y si cada uno sabe lo que está haciendo; desde luego que sí

  -Una buena forma de ahorrar...

  -Sí - apostillo con una sonrisa de satisfacción mi amigo - Pero al finalizar el día no hay nada mejor que tomarse una buena cerveza helada contemplando todos un trabajo bien hecho.

Aunque tan solo sea rascar la superficie, creo que mi amigo Wayne me había descrito algo de aquello que Tocqueville observó y describió en el Volumen 2 de la Democracia en América.
Uno de ellos trabajaba en la construcción, Wayne era ingeniero, otro profesor y el último tenía un negocio en el pueblo. Hombres de distintas edades y profesiones con un espíritu de comunidad que choca al viajero cuando de verdad convive con ellos. Nadie más ni menos que nadie: el principio de igualdad y la ayuda mutua surge de forma natural. Ese espíritu de comunidad se ve por todas partes: un grupo de jóvenes voluntarios que limpian de hojas el parque un sábado por la mañana, otros que se visitan los domingos a hacer una barbacoa..., o alguien que viaja 60 Km para arreglarle el ordenador a una señora mayor viuda que vivía en medio de ninguna parte, pero que me di cuenta que aunque vivía sola no estaba sola. Y el buen samaritano no tenía relación de parentesco alguno. Pero hizo 40 millas de ida y otras 40 de vuelta y tan solo aceptó un café y unas pastas como premio cuando acabó el trabajo.. 

Simplemente: las cosas funcionaban así. No se trataba de una solidaridad forzada sino de algo que surge de forma natural. Ese fenómeno se da en las poblaciones pequeñas, algo que también menciona Tocqueville. En una ciudad grande la historia es otra, por eso un ingeniero y su mujer se trasladaron a vivir cerca de Two Rivers o Trivers (como le llaman los lugareños), Wisconsin. Antes habían vivido en Indianápolis: una ciudad demasiado grande para su gusto.


Intuyo que en ese espíritu de igualdad y de comunidad se da la inercia de cuando los primeros pobladores llegaron casi con lo puesto y tuvieron que sobrevivir a los duros inviernos con medios muy escasos y casi sin comida. El viaje desde Europa de aquellos primeros pobladores en pequeños barcos de vela no permitía que llevasen equipaje. Por cuestiones de espacio solo acarreaban con  lo imprescindible. Nadie se permitía el lujo de transportar un mueble, pero sí la herramienta básica para hacerlo. Digamos que si llevaban un hacha desde Europa no iba con el mango. Recuerdo visitar un poblado, que conservan como patrimonio histórico, de cuando llegaron aquellos primeros pioneros y marcaban muy bien este hecho: objeto traído de Europa, mesa fabricada de tal madera... Todo lo fabricado era genuinamente americano menos lo que necesitaba un proceso industrial.


La democracia se forjó en un espíritu de comunidad y supervivencia donde todos se hallaban ante las mismas condiciones de penuria y supervivencia, y estas condiciones eran tan extremadamente duras que muchos se quedaron por el camino. Los museos están llenos de ejemplos de la vida de aquellos primeros pobladores y su lucha por la supervivencia. Y de su relaciones con los indios nativos; unas veces de cooperación (de ahí viene el día de Acción de Gracias) y comercio y otras no tan afortunadas.


Nueva Inglaterra fue el crisol donde se forjó la democracia en América. Allí fueron a parar los intelectuales perseguidos en las guerras de religión de Inglaterra, banqueros, médicos, maestros, abogados..., excedentes inconformistas de toda Europa. Es decir, se necesitó un foco intelectual que diese forma a un mundo completamente nuevo que se abría hacia los europeos que por algún motivo u otro tuvieron que marcharse a esas nuevas tierras. Es como si de pronto encontrásemos otro planeta habitable y un grupo de pioneros quisiese probar suerte llevándose lo imprescindible para sobrevivir. Algo así debió ocurrir. Pensad quiénes se marcharían de tener la oportunidad: primero deberían ser arriesgados y valientes para tomar tal decisión. Después muchos puede que desesperados sin nada que perder excepto la vida ¿Que tipo de sociedad crearía esta segunda situación? ¿Una de desahucios donde los responsables de la catástrofe quedan libres y con pensiones de ensueño? ¿Una donde pueden obligarte a decidir si quieres ser español o te puedían asesinar por se español mientras los asesinos acaban libres gracias a los derechos del hombre? ¿Médicos, arquitectos y abogados sin trabajo ni esperanza de encontrarlo? ¿Qué tipo de sociedades te obligarían a ser pionero en ese planeta? Piensen en ello...
 Vicente Jiménez

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