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Existe entre nosotros una asociación de hombres entrenados
desde su juventud en el arte de probar, con un amplio vocabulario,
que lo blanco es negro y lo negro es blanco; según para lo que se
les pague. Para esta sociedad el resto de las personas son simples
esclavos. Por ejemplo: si mi vecino quiere apoderarse de mi vaca,
contrata a un abogado para que demuestre que la vaca le pertenece.
Entonces, me veo obligado a contratar a otro abogado para que
defienda mi derecho, ya que va contra la ley que un hombre pueda
representarse a sí mismo. Ahora bien; en este caso, yo, que soy el
propietario legítimo, me hallo ante dos desventajas: La primera es
que, como mi abogado se ha ejercitado casi desde su cuna en defender
la falsedad, cuando quiere abogar por la justicia - oficio que no le
es natural- lo hace siempre con gran torpeza, o si no actúa
directamente con mala fe. La segunda desventaja es que mi abogado
debe proceder con gran precaución, pues de otro modo le reprenderán
los jueces y le aborrecerán sus colegas, por degradar el ejercicio
de la ley. No tengo, pues, sino dos medios para defender mi vaca. El
primero es sobornar al abogado de mi adversario comprándolo con un
doble estipendio que le haga traicionar a su cliente insinuando que
la justicia está de su parte. El segundo procedimiento es que mi
abogado dé a mi causa tanta apariencia de injusticia como le sea
posible, reconociendo que la vaca pertenece a mi adversario; y esto,
si se hace diestramente, conquistará, sin duda, el favor del
tribunal. Ahora debe saber su señoría que estos jueces son las
personas designadas para decidir en todos los litigios sobre
propiedad, así como para entender en todas las acusaciones contra
criminales, y que se les elige de entre los abogados más hábiles
cuando ya se han hecho viejos o perezosos; y como durante toda su
vida se han inclinado en contra de la verdad y de la equidad, es para
ellos tan necesario favorecer el fraude, el perjurio y la vejación,
que yo he sabido de varios que prefirieron rechazar un pingüe
soborno de la parte a la que asistía la justicia a injuriar a la
Facultad haciendo algo impropio a la naturaleza de su oficio.
Origen: wikipedia.org |
Es
máxima entre estos abogados que cualquier cosa que se haya hecho ya
antes puede volver a hacerse legalmente, y, por lo tanto, tienen un
cuidado muy especial en guardar memoria de todas las determinaciones
anteriormente tomadas contra toda justicia común y contra todo
sentido común de la Humanidad. Las exhiben, bajo el nombre de
precedentes, como autoridades para justificar las opiniones más
inicuas, y los jueces no dejan nunca de fallar de conformidad con
ellas.
Cuando
defienden una causa evitan diligentemente todo lo que sea entrar en
los fundamentos de la misma; pero se detienen, alborotadores,
violentos y fatigosos, sobre todas las circunstancias que no hacen al
caso. En el que he mencionado antes, por ejemplo, no procurarán
nunca averiguar qué derechos o títulos tiene mi adversario sobre mi
vaca; pero discutirán si dicha vaca es colorada o negra, si tiene
los cuernos largos o cortos, si el campo donde la llevo a pastar es
redondo o cuadrado, si se la ordeña dentro o fuera de casa, a qué
enfermedades está sujeta y otros puntos parecidos. Y finalmente
consultarán precedentes, aplazarán la causa una vez y otra, y a los
diez, o los veinte, o los treinta años, se llegará a la conclusión.
Asimismo
debe consignarse que esta sociedad tiene una jerigonza y jerga
particular para su uso, que ninguno de los demás mortales puede
entender, y en la cual están escritas todas las leyes que estos
abogados se cuidan muy especialmente en multiplicar. Con lo que han
conseguido confundir totalmente la esencia misma de la verdad y la
mentira, la razón y la sinrazón, de tal modo que se tardará
treinta años en decidir si el campo que me han dejado mis
antecesores de seis generaciones me pertenece a mí o pertenece a un
extraño que está a trescientas millas de distancia.
En
los procesos de personas acusadas de crímenes contra el Estado, el
método es mucho más corto y recomendable: el juez manda primero a
sondear la disposición de quienes disfrutan el poder, y luego puede
con toda comodidad ahorcar o absolver al criminal, cumpliendo
rigurosamente todas las debidas formas legales».
Jonathan Swift, Los viajes de Gulliver, Parte
IV, Capítulo V, publicado en
1726
Manoseado
por los niños en las versiones infantiles y celebrado por los
mayores en la versión completa, Los Viajes de Gulliver es más que
una típica novela de viajes en plena etapa de descubrimientos
geográficos. La crítica inteligentísima, sagaz, cortante y ácida
que realiza a la sociedad de la Inglaterra del s XVIII tiene el
acierto de no situarse directamente nunca sobre la misma Inglaterra
sino en países imaginarios y lejanos; y esa precaución le salva el
cuello. Siendo un “hombre montaña”, gigante en el país de los
liliputienses o una pequeña mascota en el país de los gigantes; o
bien realizando el papel de criado y sirviente de unos caballos:
seres puros e inteligentes que no saben ni entienden qué es la
mentira, introduce el tema de la relatividad como trampolín para
cuestionar sistemáticamente los pilares más sagrados e inamovibles
de aquella sociedad. Hoy día consideraríamos a Swift una persona
políticamente incorrecta y sería tachada de facha, irracional, o
cualquier otra fineza; ya que la lógica y el sentido común es su
norte. Su personaje, Gulliver, no llega a encajar nunca en ninguno de
los lugares a los que viaja porque es diferente y se rige por
criterios propios basados en la experiencia y la observación de los
mundos que va descubriendo: solo el último le satisface; el de los
caballos que no conocían las palabras que no ·decían verdad”; es
decir, que desconocían la mentira y por tanto la corrupción. Es a
su amo el caballo, el houyhnhmn, a quien explica el delicioso texto
que acabáis de leer.
Vicente
Jiménez
Gracias, amigo Vicente, por este excelente artículo. Tus artículos siempre me apasionan porque tienes una gran capacidad para describir el escenario de la corrupción que nos destruye como nación y como seres humanos. A esta banda de sinvergüenzas que convierten lo blanco en negro o lo negro en blanco según les interesa al conjunto de mafiosos instalados en la Instituciones del Estado y en el poder financiero, que son muchos, han terminado destruyendo, no sólo el sueño, sino la vida de la mayor parte de la sociedad española. Merecen, cuando menos, cadena perpetua y que devuelvan la vaca robada. ¡Basta ya de contemplaciones e hipocresía, que sólo beneficia estos malvados sin escrúpulos!
ResponderEliminarSaludos Vicente
Fíjate que la lucha es siempre la misma. Por eso los grandes filósofos y pensadores se han ido planteando siempre esta serie de cuestiones hasta dar con el planteamiento de Montesquieu y Locke sobre la separación de poderes, algo que habrá que ir pasando para que se corra la voz. He de confesar, que este texto se me quedo grabado cuando lo leí por primera vez, y me ha parecido bien compartirlo con vosotros. Un cordial saludo
Eliminar¿Qué hacer para que esa multitud de gentes sencillas que, a la postre, son las que llenan las urnas pudieran leer esta lección magistr acerca del secuestro de la Justicia que estos sinvergüenzas que nos gobiernan perpetraron hace ya tanto tiempo.
ResponderEliminarPorque el liberar a la Justicia, el conseguir una democracia real, la separacion de poderes .... todo está e nuestras manos. Sólo falta que la gente sencilla, esa que llena las urnas, se de cuenta de su impararble fuerza.
Con artículos como éste se que lo entenderán. Hagamos que lo lean millones de españoles de buena voluntad.
Gracias Vicente por tu nueva lección
¡Qué hacer! ... esa es la pregunta del millón. La desinformación al respecto es masiva. Es ese escollo el que tenemos que superar entre todos. Gracias por tu aportación; y si todos sumamos una gota, al final llenaremos el cubo.
EliminarLo dicho, Vicente. Para superarte, la próxima entrada vas a tener que escribirla en verso.
ResponderEliminarGracias y un abrazo Rafael
EliminarQuien domina el sofisma , domina la verdad camuflando su exquisita y pura precisión (aunque frágil como una flor) transformándola, desvirtuándola hasta las vulgares _creencias interesadas , en el momento crítico - Con el rifi-rafe dialéctico , es justo cuando se escaquea la culpa: El sofisma agudo adultera la justicia que es burlada y la injusticia cómplice se perpetúa impunemente...Muchas veces jactándose, como los delincuentes se crecen frente al resto de los mortales, sintiéndose poderosos por inteligentes y hábiles...Los políticos son su arquetipo y la izquierda Española : Sus catedráticos y campeones. Lo que me duele es que han sido maestros del resto de la sociedad en una democracia transformada en arenas movedizas...Y muchos han caído en la imitación, desgraciadamente.
ResponderEliminarEsto me acaba de salir , amigo Vicente, pero es tan cierto como lo que describe tu precioso artículo! Saludos y gracias , lmcice.
Gracias por tu tiempo y por tu interesante aportación. No se me había ocurrido relacionar a los sofistas con estos personajes que describe Jonathan Swift en un libro tan pesimista como el de los Viajes de Gulliver. La obra, te lo aseguro, es una pura distopía. Es curioso que en las versiones edulcoradas del cine y la literatura infantil haya sido tan mutilada.y vaciada de contenido.
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