La historia de Pedro
puede ser la de cualquier chaval en cualquier barrio de
Hospitalet, Terrassa, Badalona o Cornellá, da igual. O sea, que vive
en el extrarradio (antes cinturón industrial) de Barcelona u otra ciudad española. Pedro
tiene treinta y ... años y forma parte de una de esas generaciones que se nos
perdió sin saber cómo ni cuándo. Bueno, él sí sabe cómo y
cuándo, yo creo intuirlo.
Pedro es un
chicarrón fuerte, noble y brutote. Se dedico a trabajar desde los 14
o los 16 años, no lo recuerdo bien. ¿El motivo? Desde luego se
consideraba un negado para los estudios y desde el punto que tuvo la
edad legal se puso a trabajar. Así contribuía a la modesta economía
familiar y en la fábrica pronto encontró un lugar donde encajó
mejor que lo había hecho antes en el colegio, del que salio sin
obtener el Certificado de E.G.B. Él decía que no servía para eso
de estudiar.
Como en aquellos
tiempos sí había vida después de la E.G.B, a base de trabajo,
reconocimiento, responsabilidad y esfuerzo repuso su malograda
autoestima estudiantil y se hizo un sitio en la fábrica. Allí se
ganó la confianza de algún jefe, que no de todos porque Pedro huyó
siempre de los favoritismos y enchufismos; y su excesiva rectitud, falta
de diplomacia y de tacto a veces le trajo algún problema de
comunicación, pero nada grave que no se pudiera solventar con una
charla de tú a tú o fumándose un pitillo a la hora del bocadillo.
Si estaba equivocado lo reconocía, pero como él considerara que no,
no había forma de hacerle dar su brazo a torcer. Incluso sus
compañeros le quisieron convencer para que les representara como
enlace sindical, pero siempre huyó de todo lo que le oliera a
posibilidad de chanchullos, no fuese que acabasen a guantazos. Algo de lo que los
trabajadores andaban siempre faltos era de sindicalistas que
representasen los intereses de todo el colectivo y no los propios personales; y cuando huelen a un posible representante honrado
intentan convencerlo para que se presente a enlace. Es para ellos una mera cuestión
de supervivencia.
A todo esto y al
cabo de los años le fueron confiando más responsabilidades. Y mira por donde, al final lo tenemos hecho toda una especie de encargado. Ahí es cuando se
arrepintió de no haber estudiado antes porque algunos por tener alguna
formación de FP cobraban más que él realizado trabajos similares. Es lo que hay, decía él. Lástima que no tengo tiempo ni ganas. Acabo hecho polvo.
Así que al final teníamos a un
hombre de treinta y pico de años con un futuro y una ilusión por delante. Nos vuelve a coger los libros y la empresa le paga un curso de
inglés, pues ciertos conocimientos del idioma le iban a hacer falta
para el trabajo en una futura promoción.
Y cuando estaba
rindiendo en su mejor momento profesional y podía volcar en la sociedad toda la energía inestimable de su juventud, unida ya a algo de experiencia llega el fantasma del ERE,
que se convierte en un monstruo y lo lanza al paro cuando la primera
ola del tsunami de la crisis dio de lleno en su ahora exfábrica. El papel socializador que el colegio no había logrado completar del todo lo tomó su empresa. Antes, a la escuela y la familia hay que reconocerles que ya le habían dado el recurso más importante: valores. Esos valores fructificarían más tarde en él mismo, su entorno, la empresa y la sociedad.
Aquí es donde empieza el via crucis de una generación ¿Qué pasó con el
dinero que daba la CE para la reconversión y formación de los
trabajadores? Pues que los cursillos que le ofrecieron hubieran
estado acertados en otro mundo, otra galaxia y otro universo. Nada
que ver con la realidad del mercado laboral que pudiese surgirle en el presente ni en el futuro. Por
no surgir, no existía ya ni mercado laboral. Eso sí, tuvo que pasar por duros e inútiles entrenamientos de cómo hay que realizar una entrevista de trabajo o
redactar un currículum adecuadamente. A mí me parece casi tan
difícil como las dos oposiciones que yo pasé hace muchos años.
Chaval, como no te
saques el graduado, le comentó el tutor en uno de los cursillos, (ahora la ESO) lo vas a tener mal. ¿Y estos que
han llegado de fuera y no saben ni hablar español? Estos son otra
cosa …
Así este hombre
se me va a la escuela de adultos (qué remedio) y el primer día de
clase, dos jóvenes que él cree Pakistaníes (por la negrura de su
tez y el idioma extraño que hablan entre ellos - da igual su nacionalidad) son llamados aparte
para hablar con la directora. Es para decirles que tienen derecho a
una subvención. ¡Oye! Que yo soy española a mí no me dan nada, objetó una mujer compañera de clase de unos
cincuenta años. Lo siento, las leyes están así. No es culpa mía
contestó la profesora. Claro, a los dos “Pakistaníes” una vez subvencionados no los
han vuelto a ver aparecer por clase.
Esto son historias
para no dormir, pero quienes no duermen son los ciudadanos que se ven
en estas tristes vicisitudes irremediablemente aspirantes a la
indigencia y la miseria. Son historias desgarradoras arrancadas de la
realidad de la calle. De cómo puede perderse una generación tras
otra en un efecto dominó apocalíptico. Y mientras, los políticos
siguen resolviendo problemas que ellos previamente han creado con sus
estúpidas disputas virtuales, continúan cebándose con el dinero de unos
ciudadanos que ya no tienen más que dar porque se lo han arrebatado
todo. Pensando si van a cuartear un trozo de España o no. Si van a
trincar por aquí o por allí. Alimentando circuitos que sospecho
corruptos o mafiosos y cuyo resultado es que para tener protección
social en España tienes que ser un extranjero. Así, si las cosas se ponen feas la ira popular será canalizada no a quienes crearon el problema, sino a los inmigrantes. Alimentando SICAV y Comunidades
Autónomas; con más coches oficiales que Estados Unidos y un sinfín de
dislates que son denunciados cada día por los pocos medios libres de
comunicación que quedan. Los problemas son tantos que costará
muchas generaciones poder volver a ciertos parámetros de normalidad (para mí normalidad significa supervivencia). La
única solución pasaría por parcelar los problemas y empezar intentando aplicar pequeñas
soluciones. En la Red de Blogs, por ejemplo, ya estamos defendiendo un posible remedio muy factible mediante un plebiscito del pueblo español sobre qué hacer con las autonomías y la organización territorial. La otra opción prefiero ni mencionarla ni pensarla.
Pero ¡ojo al dato! Todavía estamos hablando de personas que fueron formadas durante los últimos años de buena cosecha de la EGB, con una serie de valores adquiridos como que hay que trabajar y esforzarse. Que conseguir implica antes disciplina y sacrificio. Para hablar de la siguiente oleada, la de la LOGSE, ninis, etc no me siento preparado, la verdad ...
PD. Cualquier parecido con la realidad es puramente intencional
Vicente Jiménez
Tan cerca de la realidad esta usted en su escrito, que parece como si hubiera contado una realidad objetiva, Gran escrito amigo, me ha dado mucho que pensar. Gracias. Vicente´´
ResponderEliminarComentarios así animan a seguir en la brecha. Me alegro que te gustara. Un abrazo Antonio
ResponderEliminarRealidad pura y dura.
ResponderEliminarEscritos como éste deberían sacar en las caras de muchos, ese color encarnado que en la jeta que tienen, no les sale ni haciendo el pino.
Realidad pura y dura.
ResponderEliminarEscritos como éste deberían sacar en las caras de muchos, ese color encarnado que en la jeta que tienen, no les sale ni haciendo el pino.