A menudo la población ha sido atomizada (convertida en una masa de individuos aislados), incapaces de trabajar juntos para conseguir su libertad, de confiar los unos en los otros y hasta de hacer algo por su propia iniciativa. De la Dictadura a la Democracia Gene Sharp
En un corto y preciso manual para luchar contra las dictaduras, Sharp nos menciona magistralmente
el concepto de atomización del individuo. Para Sharp, al
sentirse aislada, la población no pueden plantearse ninguna oposición
al poder. Desconoce si quien tiene al lado, sea quien sea - su mujer, su marido, sus hijos, sus amigos, sus vecinos -, pueden
denunciarle y la opción más segura - casi única - es no tomar
riesgos y aceptar lo inevitable. Esta idea no es nueva. Orwell,
por ejemplo, en su novela distópica 1984 menciona a un padre
aterrado ante la duda de si soñando se le ha escapado en voz alta - en presencia de su hijo - alguna crítica al Gran
Hermano, omnipresente. Sabe que el niño está programado para
denunciar a sus padres, y sería especialmente recompensado y reconocido
por ello.
En el Macbeth de Shakespeare, también el mal consigue extenderse por todo el reino como una imparable mancha de aceite sobre el agua, porque los hombres justos no se atreven – por desconfianza - a hablar entre sí. Tampoco en este caso nadie sabe si quien tiene a su lado es un hombre bueno, o no. El miedo a comunicarse y el relativismo (lo bueno puede ser malo y lo malo bueno - nadie sabe dónde está cada cosa-) impregna y aísla a los personajes. Distinguir entre el bien y el mal se hace imposible, condición sine qua non para enfrentarse al rey tirano, pero para ello no deben estar los justos aislados unos de otros -. Evidentemente, leer a Orwell o asistir a una representación teatral de Shakespeare emociona porque lo que ocurre nos suena muy familiar y actual. Lograr traspasar el tiempo mantiene inmortales estas geniales obras junto con sus autores y personajes.
Como entre el blanco y negro sobreviven muchos grises, siendo formalistas respecto al ideal de democracia, resultaría interesante rescatar la idea de “atomización de la población” como unidad de medida. Podríamos considerar el grado de influencia que podemos los ciudadanos llegar a ejercer sobre las decisiones en los gobiernos para que rectifiquen en sus políticas. Si es igual a cero, consideraremos a la población muy atomizada, como en el caso ficticio del Gran Hermano de Orwell. Si las posibilidades de influencia - en casos puntuales extremadamente alarmantes o graves - fuera igual a ocho, estaríamos ponderando unas posibilidades democráticas muy altas y desarrolladas. Tomaríamos como modelo un EE.UU. El nueve y diez entran en la escala, pero obviaremos estos valores porque las democracias perfectas no existen. Esos números se los dejaremos a los dioses (1) pues utopía, “utopos”, significa “el lugar que no existe-.
¿Puede ir una persona tranquilamente por la ciudad, con un símbolo españolista a la vista de todos, sin temor a ser agredido, en Cataluña o País Vasco?. Si la respuesta es sí, no hay nada que plantearse; pero si por el contrario fuese no - ¿qué puntuación pondríais?. ¿Podemos incidir en el gobierno los ciudadanos democráticos para que tome medidas y nos sintamos más seguros? Y con los recortes, la separación de poderes, ley del menor, etc. ¿Qué herramientas tenemos para hacer rectificar ciertas leyes y políticas cuando hay un amplio consenso en contra, por parte de la sociedad civil?. Si nos pasáramos de la cota del diez estaríamos entrando en el campo de las revoluciones o las guerras. Eso no lo queremos.
Cuando antes de la primera guerra mundial surgieron las primeras organizaciones sindicales en Inglaterra, fue para luchar por la mejora en las condiciones de vida de mineros y obreros. Se enfrentaban a una realidad extremadamente inhumana de vida y trabajo desde la infancia. Las huelgas eran entonces el último recurso ante situaciones desesperadas de vida o muerte. Recalco lo de "último", porque al iniciar una huelga se estaban jugando, literalmente, la propia vida y la de su familia. Se establecía un pulso entre el dueño de la fábrica, o la mina, y los trabajadores. Al no trabajar pasaban hambre y al pertenecer sus casas a los dueños de las fábricas podían ser expulsados durante el conflicto. Eso significaba la mayoría de las veces una condena a muerte. A base de sangre, sudor y lágrimas se consiguieron mejoras sociales: que los niños no se vieran obligados a trabajar en las minas, se ganaron los días de descanso, las vacaciones, las ocho horas de trabajo, condiciones de higiene y seguridad ... Lo cierto es que todo se conseguía gracias una cohesión social - contraria a la atomización – y el elemento aglutinador era el sindicato -. Los sindicatos rompieron la atomización de los trabajadores y fueron un instrumento muy útil para compartir objetivos en la lucha por la supervivencia y mejoras de los trabajadores. A veces se conseguían cosas y otras se fracasaba. Allí se la jugaba todo el mundo. Pero quede claro; había objetivos, cohesión, valentía y representación de los sindicatos. Además, un control muy exhaustivo por parte de los trabajadores, quienes eran en última instancia quienes aceptaban o no las decisiones.
Entre otros factores y de toda aquella lucha han quedado los logros y el estado de bienestar del que hemos disfrutado hasta ahora, pero los sindicatos no son ni sombra de aquello que fueron; se han quedado en sus cenizas. Se han convertido en algo marginal que unen a cierta población cuando el conflicto es muy grave y les conviene a las élites sindicales. Ningún sindicato da una alternativa válida que cohesione a los atomizados ciudadanos en el NO, como hacían aquellos predecesores suyos que negociaban a principios del XIX, para conseguir un SI en algo. Están eternamente adscritos al NO según quien gobierne y también hacen la vista gorda según quien gobierne. Los sindicatos deberían centrarse en asuntos laborales y hacerlo bien; y los ciudadanos deberíamos tener otras herramientas de participación democrática - mas teniendo en cuenta las alternativas que nos ofrece la tecnología actual. Quieren ser igual que sus antepasados pero encima lo hacen fatal además de que las circunstancias son totalmente distintas. El entorno ha cambiado y ellos no has sabido hacerlo. Todos sabemos qué pasa si un organismo no se adapta - simplemente se extigue. Por eso la ciudadanía debe alcanzar y se merece otras formas de participación. De decirle a sus gobernantes lo que quieren. De evaluar a sus gobernantes. Queda mucho por hacer, pero no sería difícil dar esa oportunidad al pueblo: es cuestión de voluntad y honradez.
Sumarse a una huelga y una manifestación pueden ser consideradas unas opciones muy válidas en caso de tener que quemar el último cartucho. Ese es el problema. Para mí es indispensable tener a mis representantes (es decir, están presente por mí) si previamente han recogido las aspiraciones de forma democrática. Claro, que a nivel personal yo considero llegar a la huelga se parece al uso de los antibióticos - la última opción - . Hay que sopesar la gravedad y confrontar las alternativas, porque si se utilizan como rutina ambas pierden su efecto. Es lo que ha pasado en la última huelga general: demasiadas huelgas seguidas y la primera no solucionó nada. La prueba es que muchas más personas se unieron a la manifestación que a la huelga. Y ello no se debe sólo a motivos económicos por perder el salario de un día. También muchos ciudadanos han sopesado que la manifestación del 11N era la única oportunidad de expresarse rompiendo la atomización y como no están de acuerdo con los sindicatos han elegido solo la segunda opción; la única que les quedaba. ¿Se habrán conseguido los objetivos, cambiará el gobierno sus políticas de recortes? ¿En qué han negociado los sindicatos? En nada.
Los escándalos de sus liberados, de la
participación en los consejos de dirección de las cajas y bancos,
de los beneficios en los expedientes de regulación y su falta de
adaptación a las nuevas necesidades hace que muchos ya hayamos
dejado de considerar esta herramienta como válida. Por lo tanto,
sigue el problema que planteamos al principio – de qué forma
podemos controlar a los políticos que no sea echar una papeleta cada
cuatro años en una urna. Recordemos algunas: ¿visitar a un ministro en su despacho? improbable, plataformas ciudadanas, asociaciones, sindicatos ... y las que sepáis o recordéis.
Baremación de la encuesta.
¿Que grado de atomización tenemos? Una escala del uno al ocho. Ahí lo dejo
De 1 a 3 atomización ausencia de democracia
De 4 a 6 cierta atomización poca democracia
De 7 a 8 poca atomización mucha democracia
i (1) Cuenta una antigua leyenda indú que una bella princesa quiso hacerle un regalo a su padre. La princesa deseaba obsequiar con un manto nuevo al rey y se lo complementó bordándole muchas estrellas. Todas las estrellas le salieron absolutamente perfectas, menos una que quiso bordar con un defecto. Cuando el rey le preguntó el motivo, la princesa contestó: “esa estrella se la dedico a los dioses”
Vicente Jiménez
El Gran Hermano siempre está vigilando... Lo sé... :)
ResponderEliminarGeorge Orwell siemopre genial ... :)
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ResponderEliminarBuenas Vicente, siento mucho que Cataluña se tenga que equiparar al País Vasco en este sentido, sobretodo por las personas que lo tenéis que sufrir. La verdad es que parecía una de las comunidades más tolerantes, es una pena que no sea así.
ResponderEliminarPara mí ciertamente el estado perfecto es el utópico, es algo que he llegado a entender hace poco cuando comprendí y vi el trasfondo de la realidad en la que vivo.
Totalmente de acuerdo con lo que dices, es algo que yo muchísimas veces he recalcado en twitter, son los progres y proletarios de otros tiempos a los que tenemos que deberles el estado en que vivimos, guste más o menos a determinada gente. Yo, que no soy rica (y que no se confunda con que vivo de subvenciones, q para nada es el caso)me siento en la obligación de recordarlo, de agradecer a esa gente que luchó por lo que hoy disfruto y de agradecer también a quien hoy se parte literalmente la cara y las espaldas, en las manifestaciones o a quién abandona su casa por su causa en una protesta, por ejemplo en los hospitales madrileños ahora, para que nuestros derechos no mermen.
A veces pienso que la gente que no valora las manifestaciones no se dan cuenta de su desprecio porque estas pérdidas en derechos no les toca de cerca o, como hablaba esta tarde con una amiga, es resultado del bipartidismo. El caso es que quien es votante del PP o PSOE piensa, bueno este lo está haciendo fatal, pero prefiero que salga este al otro porque el otro es el partido de los viva la vida o, por el contrario, ese es de los de franco así que se fastidie. Eso no es un motivo ni para votar ni para vetar una protesta justa. Quizás no nos damos cuenta de lo bien que nos encontramos porque, además de a nosotros, vemos bien a nuestros vecinos, quizás si de repente España se convirtiera en la India con tantísima miseria alrededor, no nos sentiríamos tan orgullosos de nuestro país.
Es cierto lo de los sindicatos, pero la gente no se une a los sindicatos ni al PSOE, por lo menos yo no, pero sí sale a la calle porque si de las multitudinarias manifestaciones sin carácter de huelga el gobierno dice que aún hay una mayoría silenciosa, que no representan a la mayoría, que son dirigidas por no se quién y ningunea tan descaradamente al ciudadano, la gente aún se cabrea más y pretende alzar más la voz, para no pasar tan desapercibida, y se terminan uniendo a diferentes grupos que también reibindican lo suyo para dar más voz.
Yo he asistido a varias manifestaciones, en ellas se unían diferentes colectivos como: profesores, bomberos, 15M, sindicatos.... todos en el mismo grupo homogéneo de protestas y te aseguro que al chaval que dirigía micrófono en mano al grupo 15M no le faltó ni una crítica a UGT, CCOO y PSOE además de al PP. Siento mis largos textos, pero siento la necesidad de que la gente se entienda, en el fondo creo que somos muchísima gente las que queremos el bien de todos pero no se puede conseguir esto sin respeto común.
Atomización?? dudo entre un 3 y un 4.
Bonita leyenda.
Muchas gracias por tu aportación, y me alegro que sea lo suficientemente extensa para que no te hayas dejado nada en el tintero. Coincido con tu argumentación, que si no entiendo mal es que muchos ciudadanos de buena voluntad y además inteligentes quieren dar su opinión, aportar soluciones y contribuir aportando ideas prácticas para salir de este desastre y nos damos cuenta (me incluyo) que no existe ningún canal, ninguna herramienta (democrática) eficiente que realmente permita la participación de todos. No creo en sistemas puramente asamblearios porque podemos caer en una chusmocracia, pero tampoco creo en un sistema puramente representativo (re-presentar= estar presente por ti); y mucho menos sin el control de la división de poderes y montado por y para los partido. No para nosotros.
ResponderEliminarEs por ello que lo que proponemos un grupo de ciudadanos desde la Red de Blogs Comprometidos básicamente pasa por recuperar la democracia. Así que necesitamos esas herramientas de participación. Las hemos ido mencionando y si juntas las piezas de todos los posts que he enviado y seguiré enviando, al final saldrá el dibujo.
Tu baremación entre tres y cuatro es en la que coinciden todos los que han contestado al post. Nadie ha superado de momento el cinco y más bien tienden al tres. Eso es grave porque quiere decir que hemos fijado una unidad matemática (inventada como cualquier unidad) y tiende a indicar que nuestra democracia deja mucho que desear, Me faltan los conocimientos informáticos para poder montar una encuesta como hacen los periódicos. La verdad es que hubiera resultado interesante poderlo hacer.
Un cordial saludo y gracias por tu aportación.